INFORME DE CORREPI SOBRE JORNADA DEL 26 DE NOVIEMBRE
 
!ORGANIZACION Y LUCHA CONTRA LA REPRESION!

De acuerdo a lo previsto, miles de compañeros nos fuimos concentrando en las inmediaciones de la Estación Avellaneda el martes 26 de noviembre desde las 11 de la mañana, bajo la consigna “ORGANIZACIÓN Y LUCHA CONTRA LA REPRESIÓN – QUE SE VAYAN TODOS”. Alrededor de las 12, y tal como lo habíamos anunciamos ampliamente -incluso Clarín había sacado un mapa por donde ibamos a pasar- comenzamos a cruzar el Puente Pueyrredón para ingresar a la Ciudad de Buenos Aires.

En el medio del puente nuestro tránsito fue interrumpido por personal de la policía federal argentina, prefectura y gendarmería que, con un despliegue de tropas notable, nos bloqueó el paso. La excusa aducida por las fuerzas represivas era que había una orden de la jueza federal Servini de Cubría que impedía la marcha y obligaba a "cachear" a cada uno de participantes.

Ninguno de los 20.000 compañeros estaba dispuesto a tan flagrante vejación como es la de ser manoseados por personal policial bajo el pretexto de la "seguridad pública". El arbitrario aparato represivo del gobierno y de la clase dominante provocó un corte de ruta que no teníamos previsto. Bajo un sol abrasador, sin comida ni agua, decidimos permanecer en el puente permanentemente provocados por la primera fila de policías que se acercaba, mostraba su armamento y sus perros y hacía maniobras con sus camiones hidrantes. 

La excusa para violar nuestro derecho de transitar libremente hasta el destino final de la marcha, la supuesta orden judicial, fue desmentida con el correr de las horas por la propia magistrada involucrada en diversas comunicaciones verbales. Para esto el inefable Attanasoff repetía la misma cantinela que el Crio. Capucchetti ante los medios de comunicación que masivamente cubrían la manifestación.

Durante largas horas se vivieron momentos de extrema tensión. Los "guardianes del orden (opresor)" exhibían sus palos, gases, armas largas. En enuestra memoria está fresca la experiencia de más de 50 compañeros caídos bajo sus balas en marchas y protestas. El sobrevuelo permanente de helicópteros a escasa altitud era una intimidación constante que debimos soportar de parte de los uniformados, así como el dispositivo de rodearnos por tropas de gendarmería que venían por la "retaguardia" de la manifestación.

Tuvimos que retirar preventivamente a muchas mujeres y chicos hacia sectores menos expuestos y con sombra, mientras el grueso de la columna permaneció sobre el puente sin retroceder un milímetro.

Alrededor de las 15:00 notamos un revuelo entre los represores: eran las Madres de Plaza de Mayo que, llegando de Capital, los empujaban para atravesar sus filas y llegar hasta nosotros, para ponerse a la cabeza de la concentración.

La maniobra represiva intentada por el gobierno quedó al desnudo cuando fue el ministro del interior quien ordenó que se nos abriera el camino, luego de que una comisión de compañeros de distintas organizaciones se dirigiera a la casa de gobierno a requerírselo. Destacamos que en el “acuerdo” –como lo llamaron los medios- no hubo concesión alguna de nuestra parte, pues comprometernos a marchar, realizar el acto y desconcentrarnos en forma pacífica no modificó lo que es siempre nuestra modalidad de movilización.

Despues de más de seis horas de estar demorados sobre el puente por exclusiva arbitrariedad de Duhalde, cerca de las 19:00 comenzamos a cruzar el puente bajo las miradas provocativas de la policía. Al entrar a la Capital nos esperaban unos 5.000 compañeros que se habían concentrado en la ciudad de Buenos Aires y que dejaron su cita originaria en Av. de Mayo para acercarse a la base del puente. Asambleas populares y muchísima gente independiente se sumaron a la marcha.

A lo largo de la Av. Montes de Oca, desde los balcones y veredas los vecinos saludaban nuestro paso. Paulatinamente la marcha fue engordando con quienes se sumaban en cada esquina. En Av. de Mayo y 9 de Julio muchísimos compañeros nos estaban esperando y simbólicamente homenajeamos a los caídos el 20 de diciembre. De allí doblamos hacia la Plaza en una muestra de tanta masividad, combatividad y confianza en nuestras propias fuerzas como pocas veces protagonizamos. Al llegar a la Plaza,  aunque con muchas horas de retraso, cumplimos con creces nuestro objetivo, repudiar la represión del sistema capitalista.

La mayoría de las organizaciones participantes coincidieron en que la jornada del 26 de noviembre fue uno de los hitos de la lucha de clases de este año, comparable al 26 de junio y a las posteriores movilizaciones contra la represión del 27 de junio y el 3 de4 julio, la del 9 de Julio, o el acampe del Bloque Piquetero. También acordamos los convocantes en que no fue casual que se pusiera tanto empeño desde el gobierno en intentar impedir que más de 20.000 compañeros nos pronunciáramos públicamente, en la Plaza de Mayo, contra las políticas represivas del estado, en un acto convocado para denunciar el gatillo fácil, las torturas, las persecuciones y amenazas, y reinvindicar a los compañeros asesinados en movilizaciones y manifestaciones.

Demostramos en la práctica, que, como decía el documento leído en la Plaza de Mayo, “sólo el pueblo organizado, de pie y en la calle, puede frenar el aparato represivo del estado y desmantelarlo de una vez y para siempre”. Y derrotando el aparato de consenso, al quedarles sólo el de represión, la utopía de un gobierno de los trabajadores y el pueblo, no está tan lejana.