La verdadera amistad

LOS VERDADEROS AMIGOS, 
NO ESTAN EN LAS PALABRAS, 
LOS ENCONTRAMOS Y LOS CONSERVAMOS 
SIEMPRE EN EL CORAZON.

La verdadera amistad perdura y se fortalece 
a través del tiempo y la distancia. 
No necesitamos ver frecuentemente al amigo 
para que la amistad perdure. 
Basta saber que éste responderá cuando sea necesario, 
con un acto de afecto, de comprensión y a veces de sacrificio.

Recuerda que la amistad no se conquista, ni se impone ; 
se cultiva como a una flor ; 
se abona con pequeños detalles de cortesía, 
de ternura, de respeto, de comprensión y de lealtad. 
Se riega con las aguas vivas de desinterés y 
de cariño silencioso. 

No importa las distancias, los niveles sociales, 
los años o las culturas, ya que la amistad todo lo borra. 
El amigo lejano, el de la niñez o de la juventud 
produce íntima alegría de haberlo conocido,
pero más aún, contar todavía con él. 
Nuestra vida se enriquece con su contacto 
por breve que este haya sido. 

La felicidad del amigo nos da alegría y 
sus penas se vuelven nuestras, 
porque hay un maravilloso lazo invisible 
que une a los amigos. 
Para el que tiene un amigo, no existe la soledad.