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   Nota

 

TRES CIUDADES HERMANADAS POR EL MILAGRO DE LOS SAGRADOS CORPORALES

(Relato histórico)

Del libro TRADICIONES Y LEYENDAS DE DAROCA del P. José Beltrán (Escolapio) publicado en el año 1929

    Hay en el archivo de la Colegiata de Daroca un antiquísimo pergamino, que contiene la verdadera historia del Milagro de los Corporales. Este precioso documento conserva aún los tres sellos colgantes para corroborar la fe del Carta de Chivanotario que atestiguó la verdad de todo lo que en el pergamino está escrito.
    Incluye éste una misiva en latín vulgar, que remiten el Alcalde, Clero y demás autoridades de Daroca al baile, Rector, justicia y jurados del Castillo y villa de Chiva (Valencia), pidiéndoles testimonio jurado de cómo se verificó el Prodigio de los Corporales. La carta fue presentada por Miguel Pérez Cabrarizo, vecino de Daroca, firmada el 25 de junio de 1340, a la cual contestaron los de Chiva con el referido documento, escrito en lengua vulgar, del cual entresacamos lo siguiente:

"A los honrrados et discretos el Sacristan e los Calonges de la Eglesia de Sancta María de la villa de Darocha el hommes vuenos del concejo del dito lugar. Salut el honor. .… Femos vos saber que a nos es cierto por testimonios dignos de fe asín Xristianos como moros …. que el Noble, don Berenguer de Entenza en el tiempo traspasado defunto, con companya de hommes de caballo el de pie fasían entradas en el dito Reyno de Ualencia el d'aquí trahían grandes cavalgadas et bestiares et de moros et albergaban en el Pueyo, en el qual agora es edifícado el Castillo de Chiva. --- Et fue entre los ditos moros ordenado que tuviesen acerca quando el dito don Berenguer de Entenza, exivia con la cavalguda et seria attentado en el dito Pueyo que todos los moros de la Ciudat de Ualencia et de los otros lugares del Reyno fiziesen en tal manera commo el día sería claro todos fuesen derredor del dito Pueyo et asistiesen al dito Noble et a todos los que con él fuesen, la qual cosa fué hecha segunt que entre ellos fué ordenado. Et commo vino el día claro que el dito Noble vído que era asitiado en el dito Pueyo, fizo mandamiento a hun Clerigo qui era del Conceio de Darocha que celebrare et dixiese missa. Et commo aurían, missa, et aurían Dios pregado que confesasen los unos de los otros et después que firiesen en él los moros. El qual misacantano comenzó a dezir missa et commo huvo posado sobre los Corporales el dito cuerpo de Ihesu-Xristo se convirtió en verdadera sangre, de la qual cosa todos fueron mucho maravillados qué significaba. Et fué asín el dito Noble et las companyas que con él eran que el dito misacantano se vistiese un tabardo d'escarlata muyt bello et honrrado et puyase et cavalgase en hun mulo blancho que ahí era et que lievase commo más honrradament pudiese los ditos corporales et que devallasen del Pueyo por ferir en los ditos moros. …. Et devallado del Pueyo en la forma desús dita, el dito Noble et las companyas …. comenzaron á ferir en asín que Xristianos con la gracia del nuestra Señor Ihesu-Xristo huvieron grant victoria contra los ditos moros et mataronne muchos et cativaronne. Et emprés cascuna de las ditas Universidades deseavan et querían aver los ditos Corporales et echaron suertes entre los citos concelles et cayó la suert á los de Darocha por tres vegadas, en asín que fué contencion entre ellos …. Et por partir contencion ordenaron que el dito misa-cantano cavalgando en el mulo et levando con sy con muyt grant reverencia los ditos Corporales et que fuese delant la gent: et en qualquie lugar que él dito mulo por voluntat del nuestro Sennyor Ihesu-Xristo endresas, que los ditos Corporales fuesen de aquel lugar, el qual caminando sen de fué derechament a una Eglesia que es cerca, de la villa de Darocha, la qual es apellada Sant Marcho, et fincó los genollos por voluntat de Ihesu-Xristo …. Et en testimonio de verdat et de las ditas cosas fazemos fer aquesta carta pública testimonial. (Firmanla Guillén Serra, alcaide del Castillo, Bernat de Alcoleia, Rector, el Justicia y los Jurados). Data in Chiva el día 6 de Julio de 1340, --- Domingo de Ahuero, notario público. Con sobrepuesto en la quinta regla do dice per sarracenos".

    Hasta aquí el referido pergamino.

 

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    Apoyado en este valioso documento referiré a mis lectores con toda clase de 

pormenores el estupendo Milagro de los Corporales.

 

Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Daroca

    Corría el año 1239. Después de la conquista de Valencia, asuntos particulares obligaron a D. Jaime a marchar a Mompeller, pero antes de partir dejó para defensa de aquel reino seis mil hombres, distribuídos en tres guarniciones. Una de ellas compuesta de los Tercios de Daroca, Calatayud y Teruel, era dirigida y gobernada por D. Berenguer de Entenza, tío del Rey y Señor de la Baronía de Chiva, Mora y Falcet.
    Luego que el Rey partió, determinaron tomar el castillo de Chiva, distante unas tres leguas de Játiva. Era este castillo plaza fuerte, situada en un monte muy enriscado, donde se habían refugiado muchos moros que salieron de Valencia después de la conquista, y era como la llave de un valle espacioso, rico y abundante. Las tropas cristianas tomaron los desfiladeros del castillo para impedir toda clase de comunicaciones, y escogieron como punto estratégico para sus operaciones el Puch del Codol, llamado Cabezo de la gran piedra, situado en las riberas de Luchente.

Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Daroca


   
Los moros del castillo, que desde sus murallas y almenadas torres estaban observando todos los movimientos de los cristianos, hicieron sobre los muros grandes hogueras y tocaron las trompetas y tambores para avisar a sus vecinos moradores. Pronto cundió la alarma por todo el territorio. Enterado de ello Zaén, rey moro de Valencia, logró en breve, tiempo reunir un numerosísimo ejército y resolvió, no sólo apoderarse de la pequeña hueste cristiana, sino recuperar el reino perdido. No tardó en caer sobre el Puch del Codol, ocupando los valles, desfiladeros y gargantas, y guarneciendo las entradas y salidas que guiaban a la altura del monte con el objeto de que no pudieran huir, pues los creía perdidos, no solamente por las bien armadas y aguerridas tropas que llevaba, sino también por el excesivo número de ellas, que, según las crónicas, por cada cristiano correspondían cien sarracenos. Los nuestros sólo contaban con 400 caballos y 4.000 infantes.
    

 

Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Daroca

 

 

La víspera de la batalla Zaén acampó con sus huestes a la vista del castillo de Chiva. Colocáronse las tiendas de campaña, sonaron los clarines, diéronse órdenes, rodearon todo el monte del Codol y esperaron que pasase la noche para dar al día siguiente la señal de ataque.
    D. Berenguer de Entenza reunió el consejo de guerra, que se componía de los seis capitanes que dirigían las tropas, compuestas en su mayoría de almogávares, y eran D. Jiménez Pérez, D. Germán Sánchez de Ayerbe y D. Ramón de Luna, aragoneses; D. Guillén de Aguiló y D. Simón Carroz, catalanes. Hallábase también Zeit Abuzeyt, rey
de Valencia, destronado por Zaén, y llamado después, cuando se hizo cristiano, D. Vicente Belbis, como capitán de los moros de su bando.
    En aquel consejo se determinó que al rayar el día se celebrase misa de campaña y comulgasen los seis capitanes, ya que no había tiempo para que confesasen y comulgasen todos los de la milicia, y terminada la misa, a una señal dada, todos se lanzasen con el mayor ímpetu posible contra el enemigo, dispuestos a morir o vencer.
    

Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Daroca

 

 

Al clarear el nuevo día, viéronse los montes próximos coronados de multitud de moros y ocupados los valles y desfiladeros del monte, donde se hallaban acampados los cristianos. Sobre la gran piedra del cabezo, que tenía la, forma de un altar, se levantó un magnífico pabellón, adornado con banderas y trofeos militares. Dispuesto todo, D. Mateo Martínez, hijo de Daroca y capellán de los tercios, principió a revestirse los sagrados ornamentos. Mientras tanto, D. Berenguer de Entenza dispuso que quedasen vigilando las cuatro partes de la falda del monte cincuenta soldados de los más bravos, para evitar una sorpresa o resistir el primer choque del enemigo; y dirigiéndose a todos en aquel solemne momento, los arengó con palabras llenas de guerrero entusiasmo y confianza en el Dios de las batallas. Luego mandó colocar convenientemente la valiente tropa alrededor de aquel cerro, y puestos todos de rodillas, con las espadas desenvainadas y desplegadas al aire las banderas, el sacerdote dio principio a la santa misa.
    El ruido de las armas, los ecos de los clarines y tambores y los espantosos alaridos de los moros, iban creciendo por momentos. Ya había consagrado el sacerdote, pero después de haber alzado el cuerpo de N. S. Jesucristo, vio con grande asombro, al colocarlo sobre el Corporal, que las seis formas destinadas para que comulgasen los capitanes, estaban teñidas en sangre. Viendo los capitanes que el sacerdote, se hallaba como arrobado y fuera de sí, sin proseguir la santa misa, levantarónse, y al acercarse al altar vieron con gran sorpresa las seis formas convertidas en sangre, y exclamaron: ¡Milagro! ¡Milagro!
    Entonces, el sacerdote, tomando los Corporales en sus manos, volvióse hacia las tropas y, mostrándoselos, les dijo que aquel prodigio estupendo significaba que ganarían la batalla.
    Desde el general hasta el último soldado, postrados todos en tierra y con los ojos llenos de devoción y de
entusiasmo, adoraron aquéllas santas y sangrientas Formas. Oyendo ya muy cerca los alaridos de los moros, D. Berenguer y los capitanes dispusieron que el sacerdote se vistiese un tabardo de escarlata ricamente bordado, y cabalgando en un mulo blanco, que en anteriores correrías cogieron a los moros, llevase como mejor pudiera los Santos Corporales y bajara con ellos del cerro a pelear contra los moros para infundirles terror y espanto.
    Sin tardanza, los moros, ciegos de furor y dando espantosos gritos, acometieron a un tiempo por todas partes contra los nuestros, hasta llegar algunos de ellos a la cumbre del monte. Lanzáronse entonces los nuestros desde lo alto con el ímpetu de un torrente desbordado, logrando romper aquella gruesa muralla de enemigos que los rodeaba. El choque fue sangriento, horroroso; cuantos intentaban detener su paso quedaban ensartados en sus espadas y lanzas. Pronto se hizo general el combate; en los barrancos, en los valles y en los montes se luchaba cuerpo a cuerpo.
    El virtuoso sacerdote, cubierto con aquella deslumbrante vestidura, enarbolando aquel purpúreo y maravilloso estandarte del Dios de las batallas, cabalgando en aquel mulo blanco, ligero como el relámpago, y blandiendo en
una mano brilladora espada, corría de una parte a otra, cuando veía que los suyos cedían ante aquella inmensa muchedumbre de moros que por todas partes los rodeaban. El efecto mágico que producía en los sarracenos ver a aquel guerrero del mulo blanco, era sorprendente; parecíales que el genio de la guerra había bajado del cielo para exterminar su raza. Cuando cruzaba por medio de sus filas, el pánico se apoderaba de ellos, y despavoridos huían en tal desorden que, confundidos entre sí, unos a otros se acuchillaban. Los Santos Corporales que el sacerdote llevaba, parecían un escudo formidable, cuyas ensangrentadas Formas despedían extraños fulgores, como rayos y centellas, que herían a los infieles y los dejaban muertos en el acto.
    Tres horas duró el combate, hasta que los moros, rotos y vencidos, huyeron a la desbandada, perseguidos por los nuestros, que acuchillaron a muchos y cogieron innumerables prisioneros, los cuales, poseídos de espanto, ni tuvieron esfuerzo para huir, ni valor para defenderse.
    Tantos fueron los muertos, que dicen las crónicas que la sangre agarena corría en humeantes arroyos y los cuerpos destrozados cubrían el suelo, de modo que casi no había campo donde pisar.
    Después de esta victoria, los nuestros tomaron posesión del fortísimo castillo de Chiva, que los moros dejaron abandonado, y se hicieron dueños de los pueblos y fortalezas que había en toda la comarca.

 

  Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Daroca

    Ganada la batalla que acabo de referir, los vencedores ocuparon el resto del día en enterrar los cadáveres que habían quedado en el campo y en recoger el inmenso botín que dejaron los moros fugitivos.
    Después, reunido el consejo de guerra, dispuso se mandara fabricar una urna de plata, donde se pudieran colocar decentemente los Santos Corporales, y comisionó al capitán Vicente Belbis, por otro nombre Zeyt Abuzeit, para que fuese a Mompeller a comunicar el Milagro y la victoria a D, Jaime el Conquistador. Luego, al tratar sobre la posesión de la inestimable joya de los Corporales, se promovió una acalorada disputa, pues todos pretendían tener derecho a su posesión.
    Viendo D. Berenguer de Entenza que la contienda tomaba cada vez mayores proporciones y que los ánimos se exaltaban demasiado, propuso que se echasen suertes sobre quién había de ser dueño, ya que el día en que esto sucedía se celebraba la festividad de San Matías, que fue elegido por suerte para ser Apóstol.
    Todos aceptaron esta proposición, y, puesta por obra, se echaron suertes por tres veces y las tres recayeron sobre Daroca. Esto, no obstante, algunos capitanes quedaron descontentos, sospechando que hubo o, pudo haber arte o
trampa en lo que sin dada fue designio del cielo. El caso, es que se agriaron las discusiones, hasta que por fin se convino en que se trajese el mulo blanco, y montado en él el Capellán con la urna, se le dejase andar libremente, y el lugar donde se parase se tuviera por morada, elegida por el cielo, de los Santos Corporales.
    Los representantes de Daroca, poniendo su confianza en el Santísimo Misterio, no se opusieron a esta última determinación.
    Colocados, pues, los Corporales en la arquilla de plata, fue ésta cargada sobre el blanco mulo y liada con cordones de seda. Cabalgando en la grupa el Capellán para sujetar mejor la arquilla, comenzó libremente a andar el mulo, mientras cuatro portaestandartes, uniendo por los extremos sus pendones, improvisaron un palio, y montados en sus caballos iban acompañando, juntamente con todo el ejército, que llevando desplegadas las banderas, y tocando las músicas y cantando, formaban una larga y solemnísima procesión.
    Durante el trayecto se oyeron en los aires maravillosas músicas de diversos coros de ángeles. tañendo y cantando
con hermosa variedad de instrumentos y de voces, y al pasar por los pueblos se verificaron algunos prodigios que aumentaban el fervor y entusiasmo religioso de todos los acompañantes. En Puebla de Artiaza, aldea vecina a Aljecira, sacaron al camino a un hombre poseído del espíritu maligno, que daba lástima por lo desgreñado, descompuesto y furioso que iba, profiriendo estentóreas voces y horribles palabras, y en el momento de pasar a su lado el Santísimo Misterio, quedó repentinamente libre del espíritu inmundo que lo atormentaba, con grande asombro de todos.
    En la villa de Jérica, dentro de los montes que lindan con Aragón, había dos ladrones que estaban robando a un mercader e intentaban asesinarlo, cuando vieron venir por aquel mismo camino el Santísimo Misterio. Huyeron amedrentados los ladrones por las breñas del monte, y el mercader, lleno de alegría, salió al encuentro de la numerosa comitiva, postrado en tierra, con lágrimas en los ojos, adoró los Santos Corporales, y mientras refería a los circunstantes el apurado lance en que se había visto, con grandes voces y acelerados pasos, los dos ladrones bajaban
Relieve sobre el milagro en la Capilla de los Sagrados Corporales de la iglesia Colegial de Darocade la intrincada sierra a la llanura, los cuales, según ellos mismos contaron, estando en el monte habían visto en los aires multitud de luces brillantes y hermosísimos ángeles que volaban cantando himnos al Señor de los Ejércitos, y sintiendo vivos remordimientos y atraídos por tan estupendas maravillas, venían arrepentidos a confesar sus culpas y a lavar con lágrimas su delito.
    Estos prodigios y otros muchos más iba haciendo el Señor por los pueblos por donde pasaba; muchas eran las gentes que de las aldeas vecinas salían a recibirle con la rompa que les era posible, y uniéndose a la comitiva engrosaban sus largas y numerosas filas.
    Pasando de largo por Teruel, después de 50 leguas de jornada, llegó por fin a las cercanías de Daroca; todos los vecinos de esta ciudad, con su clero y autoridades y muchos habitantes de las aldeas y pueblos comarcanos, salieron a esperarle. Espectáculo emocionante era aquél, que hacía derramar lágrimas de ternura, viendo a unos levantando sus manos al cielo, suplicando que el Santísimo Misterio eligiera para trono de su descanso aquella ciudad bendita; y

a otros, estrechando entre sus brazos con sollozos de cariño a aquellos guerreros, hijos y hermanos suyos, que habían alcanzado tanta gloria y habían merecido que el mismo Señor de las batallas hiciera con ellos tan alta distinción.
    Llegó, por fin, a las puertas de la ciudad con todo el acompañamiento de su triunfo, del mismo modo que en otro tiempo, entraba triunfante en Jerusalén, y desviándose un poco hacia el camino de Calatayud, el blanco mulo se detuvo en un pobre albergue, que entonces era Hospital de San Marcos, después convento de Trinitarios y hoy Colegio y Hospital de Santa Ana, y doblando las rodillas en tierra cayó muerto por voluntad de Dios el día 7 de marzo del año 1239, dejando en esta venturosa ciudad la arquilla de los Santos Corporales.
    Es fama que una república de abejas, que desde tiempo inmemorial tiene su enjambre en un hueco que forman las piedras encima de la magnífica puerta del Perdón de la suntuosa Colegial, fue acompañando al Santísimo Misterio cuando vino a Daroca, el cual enjambre todavía se conserva como para recordar que por dicha puerta entró el verdadero panal divino.
    El Relicario donde se guarda tan preciado tesoro es regalo de los Reyes Católicos y se fabricó con el primer oro que vino de América.

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El Milagro de los Corporales

(SIGLO XIII)

Del libro HISTORIA DE DAROCA del P. José Beltrán (Escolapio) publicado en el año 1954

CAPITULO I

RESUMEN: Los seis capitanes.- Zeyt Abuzeyt destronado por Zaén.- El castillo de Chío.- El Puch del Codol.- Consejo de guerra.- La misa.- La batalla.- El Milagro.- La victoria.- Interesante documento.

    

Angel sosteniendo los Sagrados Corporales (1,41 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)

Luchente - Castillo de Chio

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Hay en el Museo de la Colegial unas tablas con pinturas del siglo XV que representan al vivo el Milagro de los Corporales, y fueron en un principio las puertas de encerramiento del retablo del Santísimo Misterio. La tradición y los cronistas vienen a confirmar el relato verídico de estas pinturas y de los magníficos relieves que hay dentro de la Capilla. Es como sigue Tomada la célebre ciudad de Valencia, entonces corte del famoso moro Zaén, asuntos particulares obligaron a D. Jaime el Conquistador a marchar a Mompeller, dejando sin concluir personalmente la conquista de aquel reino. Nombró gobernador de la ciudad al insigne caballero D. Jimeno Pérez, y para defensa de la tierra conquistada seis mil hombres, distribuídos en tres guarniciones, una de ellas compuesta por los tercios de Daroca, Calatayud y Teruel, designando generalísimo de sus armas a su tío D. Berenguer de Entenza, señor de Mora y Falcet, a quien se juntaron los dos grandes maestres del Temple y de San Juan, con otros caballeros ilustres de Aragón, que fueron D. Fernán Sánchez de Ayerbe, D. Pedro de Luna, D. Pedro Jiménez Carroz, D. Ramón Cardona y D. Guillén de Aguilón. Zeyt Abuzeyt fué destronado por Zaén y se pasó a los cristianos, llamado después de su conversión D. Vicente Belbis.
    Luego que el rey partió, los tercios de Daroca, Calatayud y Teruel determinaron apoderarse del fuerte castillo de Chío, distante tres leguas de Játiva, situado en un monte enriscado, donde se habían refugiado muchos de los moros que salieron de Valencia. Las tropas cristianas tomaron los desfiladeros del castillo para impedir toda clase de comunicaciones y escogieron como punto estratégico de sus operaciones el Puch del Codol, llamado el Cabezo de la gran piedra, situado en las riberas de Luchente. Los moros del castillo, que estaban observando todos los movimientos de los cristianos, hicieron sobre los muros grandes hogueras y tocaron las trompetas y atabales para avisar a sus vecinos moradores. Pronto cundió la alarma por todo el territorio. Enterado Zaén, logró en breve tiempo reunir

un numerosísimo ejército y resolvió apoderarse de la pequeña hueste cristiana y recuperar la capital del reino perdido. No tardó en caer sobre el Puch del Codol, ocupando los valles, desfiladeros y gargantas, guarneciendo las entradas y salidas que guiaban a la altura del monte con objeto de que no pudieran huir, pues Ios creía perdidos, no sólo por las bien armadas tropas que llevaba, sino también por el excesivo número de ellas, que, según las crónicas, por cada cristiano había cien sarracenos. Los nuestros contaban 400 caballos y 4.000 infantes. La víspera de la batalla, Zaén acampó con sus huestes a vista del castillo de Chío; colocaron las tiendas de campaña, sonaron los clarines, diéronse órdenes, rodearon todo el monte y esperaron que pasase la noche para dar al día siguiente la señal de ataque.
    Don Berenguer de Entenza reunió consejo de guerra con los cinco capitanes que dirigían los tercios, compuestos en su mayoría de almogávares; hallábase también el destronado rey de Valencia, Zeyt Abuzeyt, corno capitán, de los moros de su bando.

Luchente - Castillo de Chio


    En aquel consejo se determinó que al rayar el alba se celebrase, misa de campaña y comulgasen los seis
capitanes, ya que no había tiempo para que se confesasen todos los de la milicia, y terminada la misa, a una señal dada se lanzaron todos con el mayor ímpetu posible contra el enemigo, dispuestos a morir o vencer.
    Al amanecer, sobre la gran piedra que tenía la forma de una mesa-altar, se levantó un magnífico pabellón adornado con banderas y trofeos militares. Dispuesto todo mosén Mateo Martínez, hijo de Daroca, párroco de San Cristóbal y capellán de los tercios, comenzó a vestirse los sagrados ornamentos. Mientras tanto, D. Berenguer de Entenza dispuso que quedasen vigilando las cuatro partes de la falda del monte 50 soldados de los más bravos, 50 en cada una de ellas, para evitar una sorpresa o resistir el primer choque del enemigo. Dirigiéndose a todos en. aquel solemne momento, pronunció una breve arenga llena de entusiasmo guerrero y de confianza en el Dios de las batallas; luego mandó colocar la tropa alrededor de aquel cerro, y puestos todos de rodillas, con las espadas desenvainadas y desplegadas las banderas, el sacerdote
dio principio a la santa misa. Con fervorosa devoción estaban, cuando en el espacio que media entre la consagración y la sunción, los moros, con gran estruendo y gritería, comenzaron el asalto del monte. Los nuestros, dejando solo al sacerdote en el altar, corrieron al combate. El sacerdote parece que debiera haber sumido todas las formas, como era natural en tan críticos momentos, para que no fuesen profanadas, mas no fué así, sino que sumida la del sacrificio, recogió las restantes en los corporales y las escondió lo mejor que pudo en un pedregal que había al pie de una palma.
    Trabóse el combate con increíble ardimiento y después de tres horas de sangrienta lucha, los moros se dieron a la fuga. Al volver los cristianos victoriosos, el sacerdote llevó las formas otra vez al altar, pues los capitanes le suplicaron se dignase darles la sagrada comunión para dar gracias a Dios por tan señalado triunfo. El sacerdote, al desplegar los corporales, halló las sagradas formas convertidas en sangre y pegadas a los corporales. Tan sobrecogido y turbado quedó, que cayó absorto de rodillas. Don Berenguer, acercándose al ara, le dijo:
"Buen padre, ¿cuál es la causa de vuestra detención?" Y el sacerdote, exhalando suspiros y derramando lágrimas, tomó en sus manos los corporales y no dio otra respuesta que la de volverse hacia los capitanes y soldados y mostrarles las formas tenidas en sangre. "¡Milagro! ¡Milagro!", exclamaron todos, arrebatados de religioso entusiasmo. Entretanto, los moros se rehicieron y volvieron al asalto. Los nuestros, confiando en el Dios que tan visiblemente los protegía, se arrojaron de nuevo al combate, mientras el sacerdote, colocado en la eminencia del monte, enarbolaba aquel estandarte para infundir aliento a los cristianos.


 
Angel sosteniendo los Sagrados Corporales (1,41 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)   

La lucha fué horrenda; quedó el campo cubierto de cadáveres y trofeos de guerra. De los nuestros, apenas hubo bajas; la victoria fué completa; los moros abandonaron el castillo de Chío y de él tomaron posesión los nuestros a la mañana siguiente. Este portentoso milagro tuvo lugar en febrero de 1239.
    Hay en el archivo de la Colegial un antiquísimo documento escrito en pergamino que conserva los tres sellos colgantes para corroborar la fe del notario que atestiguó la verdad de todo lo que en el pergamino está escrito. Incluye éste tina misiva en latín vulgar que envían el alcalde, Clero y demás autoridades de Daroca al Baile, Rector, justicia y jurados de la villa de Chiva (Valencia), pidiéndoles testimonio jurado de cómo se verificó el Milagro de los Corporales. La carta fué presentada por Miguel Cabrerizo, vecino de Daroca, firmada el 25 de junio de 1340, a la cual contestaron los de Chiva con el referido documento, escrito en lengua vulgar. Esto fué 101 años después del Milagro. De este documento entresacamos lo siguiente: "A los honrrados et discretos los Calonges de la Eglesia de Sancta María de Darocha et homes buenos del concejo de dito lugar.
Salut et honor... Femos vos saber que a nos es cierto por testimonios dignos de fe asín Xristianos como moros... que el Noble don Berenguer de Enteza en el tiempo traspasado defunto, con companya de homes de caballo et de pie facían entradas en el dito Reyno de Ualencia... Et fué entre los ditos moros ordenado que tuviesen acerca quando el dito don Berenguer exivia cabalgada et sería attentado en el dito Pueyo que todos los moros de Ualencia et de los otros lugares del Reyno fiziesen en tal manera commo el día sería claro todos fuesen derredor del dito Pueyo et asitiasen al dito Noble et a todos los que con él fuesen, la qual cosa fue fecha segunt que entre ellos fué ordenado. Et commo vino el día claro que el dito Noble vido quiera asitiado en el dito Pueyo, fizo mandamiento a hun Clérigo qui era del conceio de Darocha que celebrare et dixiese misa. El commo aurían Dios pregado que confesasen los unos de los otros et después que firiesen en los moros. El qual misacantano comenzó a dezir missa et commo huvo santificado et levantado el cuerpo de Jhesu-Xristo é lo huvo posado sobre los Corporales, el dito cuerpo de Jhesu-Xristo se convirtió en verdadera sangre, de la qual cosa todos fueron mucho marauillados qué significaba. Et fué asín el dito Noble et las companyas que con él eran que el dito misacantano se vistiese un tabardo d'escarlata muyt bello et honrrado et puyase et cavalgase en hun mulo blancho que ahí era et llevase commo, más honrradament pudiese los ditos corporales et que devallase del Pueyo por ferir en los ditos moros et comenzaron a ferir asín que... huvieron grant victoria contra los ditos moros et mataronne muchos et cativaronne. Et emprés cascuna de las ditas Universidades descavan et querían aver los ditos Corporales et echaron suertes entre los citados conceios et cayó la suert a los de Darocha por tres vegadas, en asín que fué contención entre ellos... et por partir contención ordenaron que el dito misacantano cavalgando en el mulo et levando con sy con muyt grant reverencia los ditos Corporales et que fuese delant la gent: et en qualquier lugar que el dito mulo por voluntat del nuestro Sennyor Jhesu-Xristo endresas, los ditos Corporales fuesen de aquel lugar, el qual caminando sen de fué derechament a una Eglesia que es cerca de la villa de Darocha, la qual es apellada Sant Marcho, et fincó los genollos por voluntat de Jhesu-Xristo.
    Et en testimonio de verdat et de las ditas cosas fazemos fer aquesta carta pública testimonial. (Firmanla Guillén Serra, alcaide del castillo; Bernat de Alcoleya, rector; el justicia y, los jurados.) Data in Chiva el día 6 de julio de 1340. Domingo de Ahuero, notario público. Con sobrepuesto en la quinta regla do dice per sarracenos."
    El piadoso lector juzgará si esta relación es más natural que la que corría de boca en boca durante la primera centuria del Milagro.

CAPITULO II

RESUMEN: Las suertes.- Discusiones.- Ultima decisión.– Prodigios verificados en el trayecto.- Llegan los Corporales a Daroca.- Fin de la mulilla.- Traslación del Santísimo Misterio a la Colegial.- El escudo de la Ciudad.- Visita de D. Jaime.

    Después de la batalla referida en el capítulo anterior, los vencedores ocuparon el resto del día en enterrar los numerosísimos cadáveres que habían quedado en el campo y en recoger el inmenso botín que dejaron los moros fugitivos.
    Luego, reunido el Consejo de guerra, dispuso se mandara fabricar una caja de plata, que aun se conserva, donde se pudieran colocar decentemente los Santos Corporales, y consignó al capitán Vicente Belbis, por otro nombre Zeyt Abuzeyt, para que fuese a Mompeller a comunicar a D. Jaime el Milagro y la victoria.
    Al tratar sobre la posesión de la inestimable joya de los Corporales, se promovió acalorada disputa, pues todos pretendían tener derecho a su posesión. Don Berenguer de Entenza manifestaba que este tesoro quedase en Valencia por el justificado motivo de haber sucedido el prodigio en este territorio y por ser Valencia cabeza de aquel reino. Los de Teruel aducían más derechos, porque su capital, como más vecina a los enemigos, había padecido más daños, había sufrido más choques, había derramado más sangre e impedido que los moros invadiesen los pueblos del reino.
    Los de Calatayud pretendían que fuese la gloria para sí, en atención a ser la mayor y más rica de las tres ciudades, haber dado para la conquista más soldados y haber gastado más caudales.
    Los de Daroca exponían que aquel tesoro debía corresponderles, porque ellos fueron los primeros que tremolaron las banderas de las Ocas sobre la Puerta de Serranos de Valencia, y por ser mosén Mateo Martínez, hijo de Daroca, el que celebró la misa, el que consagró las seis Formas, el que enarboló este sagrado estandarte de nuestra fe en la última batalla, de que resultó la más completa victoria.
    Viendo Berenguer de Entenza que la contienda tomaba cada vez mayores proporciones y que los ánimos se exaltaban demasiado, propuso que se echasen suertes sobre quién había de ser el dueño de tan rica joya, ya que el día en que esto sucedía,
se celebraba la festividad de San Matías, que fué elegido para ser Apóstol.
    Todos aceptaron esta proposición, y puesta por obra, se echaron suertes por tres veces y las tres cayeron a Daroca. Esto no obstante, algunos capitanes quedaron descontentos, sospechando que hubo o pudo haber arte o engaño en lo que sin duda fue designio del cielo. El caso es que se agriaron las discusiones, hasta que por fin se convino en que se trajese una mulilla blanca cogida en el campo enemigo, que no había llevado carga ni pisado jamás tierra de cristianos, y cargando sobre su lomo los Corporales, se la dejase andar libremente y el lugar donde se parase, se tuviese sin disputa por morada del Santísimo Misterio elegida por el Cielo. Los capitanes no se opusieron a esta determinación.
    Colocados los Corporales en una caja o arqueta de plata, liada con cordones de seda, que aun se conservan, cabalgó el sacerdote llevándola consigo con grande reverencia, dejando a la mulilla caminar a su arbitrio. Detrás iban los soldados con la Cruz levantada y las banderas desplegadas, y la gente con hachas encendidas en las manos, formando una procesión, tocando, las músicas y cantando himnos, uniendo sus voces a las acordes marchas que los ángeles, según tradición, cantaron en los aires al paso de los Sagrados Corporales.
    Durante el trayecto, al pasar por los pueblos, se verificaron algunos prodigios, que aumentaban el fervor y entusiasmo religioso de los acompañantes, y muchas gentes salían con sus párrocos, llevando Cruz alzada, y engrosaban las filas de aquella procesión extraordinaria. En Puebla de Artiaza, aldea vecina de Aljecira, sacaron a un hombre poseso que iba profiriendo estentóreas voces y horribles palabras, y en el momento de pasar el Santísimo Misterio, quedó repentinamente libre del espíritu que lo atormentaba, con grande
asombro de todos.

 

Entrada a la Iglesia del Convento de San Marcos (Santa Ana) en Daroca

 


    En la villa de Jérica, dentro de unos montes que lindan con Aragón, había dos ladrones, que estaban robando a un mercader e intentaban asesinarlo; cuando vieron venir al Santísimo Misterio, huyeron amedrentados por las breñas del monte, y el mercader, lleno de alegría, salió al encuentro de la numerosa comitiva; postrado en tierra, con lágrimas en los ojos, adoró los Santos Corporales, y mientras refería a los circunstantes el apurado trance en que se había visto, los dos ladrones, con grandes voces y acelerados pasos, bajaban a la llanura, y según ellos mismos contaron, estando en el monte, habían visto en los aires multitud de luces brillantes y hermosísimos ángeles que volaban, cantando himnos al Señor de los ejércitos, y entonces sintieron vivos remordimientos de sus crímenes, y atraídos por tan estupendas maravillas, venían arrepentidos a confesar sus culpas y a lavar con lágrimas su delito. Estos y otros muchos prodigios iba haciendo el Señor por los pueblos por donde pasaba.
    Así suele el pueblo poetizar y embellecer los hechos más portentosos de su historia.
    Cruzando de largo por Teruel, llegó después de 50 leguas de jornada a las cercanías de Daroca. Todos los vecinos de la ciudad, con su Clero, autoridades y muchísimos habitantes de las próximas aldeas salieron a esperarlo. Espectáculo emocionante era aquél, que hacía derramar lágrimas de devoción y de ternura, viendo a unos levantar sus manos al cielo, suplicando al Señor que eligiera para trono de su descanso aquella ciudad bendita; y a otros, estrechando entre sus brazos a aquellos guerreros, hijos y hermanos suyos, que
habían alcanzado tanta gloria y habían merecido que el mismo Señor de las batallas hiciera con ellos tan alta distinción.
    Llegó, por fin, a las puertas de la ciudad con todo el acompañamiento de su triunfo, del mismo modo que entró un día en Jerusalén, y desviándose un poco hacia el camino de Calatayud, la blanca mulilla se detuvo en un pobre albergue, que entonces era Hospital de San Marcos, después convento de Trinitarios y hoy Hospital municipal y Colegio de Santa, y doblando las rodillas en tierra, cayó muerta por voluntad divina el día 7 de marzo de 1239, dejando en esta venturosa ciudad la arquilla de los Sagrados Corporales. La mulilla fué enterrada en el atrio de la iglesia, y encima de la puerta hay un bajo relieve en piedra, bastante bien tallado, que representa la llegada del Santísimo Misterio.
    Como estaba fuera de la ciudad y de la muralla y con temor de que amigos o enemigos lo pudieran llevar, para asegurarse de esto, mosén Mateo Martínez y el Clero hacían el Divino oficio y cantaban en la iglesia de
dicho Hospital, y la gente de la ciudad le hacía fuera cuerpo de guardia, hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María. Reedificada ésta, y habidas muchas juntas de personas eclesiásticas y civiles, se determinó entrarlo en la ciudad. Vinieron muchas gentes de los pueblos y aldeas, y con las comunidades religiosas, los gremios, los clérigos y cruces parroquiales y, todos los vecinos de Daroca se formó en la iglesia de Santa María una solemnísima procesión, llegó al Hospital, se sacó al Santísimo Misterio, y en aquel campo, que entonces estaba sin huertos, sin árboles ni casas por razón de estrategia militar, se mostró a todos los circunstantes, que con lágrimas de devoción lo adoraron. Después, entonando salmos y cánticos de alabanza, se trasladó a la iglesia de Santa María, Desde este día hasta la institución de la fiesta del Corpus, cada año se hacía procesión y se mostraba a los fieles; era el día de la Asunción, fiesta titular de la Iglesia y de la ciudad y Patrona de la misma. (Archivo, letra D, lig. 1º)
    El día 7 de marzo se celebra todos los años procesión general con todas las cruces, repiques de campanas, músicas, luminarias, y con la asistencia de los conventos, parroquias y cofradías, en memoria de haber llegado en dicho día el Santísimo Misterio a Daroca. Por actos testimoniales, uno de 1.537 y otro de 1565, se hace constar que en el mismo sitio donde se verificó el milagro se fundó una iglesia y el convento de los dominicos, llamado Corpus Christi; allí, en un sepulcro de mármol, fué enterrado D. Berenguer de Entenza. La Hijuela de los Corporales se llevó al convento dominicano de Carbonera (Cuenca), y la donó Dª. Beatriz de Bobadilla, Marquesa de Moyá, y a ésta se la regalaron los Reyes Católicos.
    Entonces se añadieron al escudo de la ciudad las seis Formas y el lema "Non fecit taliter omni nationi". Don Vicente Belbis, el destronado rey de Valencia, fué comisionado para que fuera a Mompeller a comunicar el Milagro y la victoria a D. Jaime, el cual vino inmediatamente a adorarlo, y concedió a Daroca grandes privilegios y regaló varias alhajas de plata, entre ellas la
magnífica Custodia, que sirve en la Octava del Corpus de brillante trono al Augusto Sacramento.

Placa conmemorativa en la entrada a la Iglesia del Convento de San Marcos (Santa Ana) en Daroca

 

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CAPITULO III

RESUMEN: Los síndicos de la ciudad y Urbano IV.- La fiesta del Corpus.- Privilegios de los Papas.- Personas reales que vinieron a adorar el Santísimo Misterio.- Peregrinaciones famosas.- Prodigios autorizados.

 

Don Fernando el Católico y el infante Don Juan (1,23 x 0,52 m.) (Conjunto de tablas sobre el suceso de los Sagrados Corporales y los Reyes Católicos)

 

    El año 1261 la ciudad de Daroca y el Cabildo enviaron dos síndicos, cuyos nombres no se citan, uno de cada parte, a informar a S. S. Urbano IV del Milagro de los Corporales, de los principales detalles del mismo y de la innumerable multitud de gentes que de todas partes venían a adorarlo, las cuales no cabiendo en la iglesia ni en sus plazas, hubo necesidad de construir una torreta de piedra fuera de los muros, en donde desde aquellos tiempos hasta ahora se muestra y adora en el día del Corpus con solemnidad extraordinaria. Fueron introductores de los dos síndicos ante el Papa los gloriosos doctores San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino, quienes informaron sobre tan portentoso milagro al Pontífice e inclinaron su ánimo para decretar la solemnísima fiesta del Corpus. Conmovido el Papa por la relación del milagro, concedió innumerables privilegios e indulgencias, que sus sucesores aumentaron y confirmaron, en especial la Bula que concedió en 1397 Benedicto XIII, el cual, siendo Cardenal y Legado apostólico, ofició y mostró el Santísimo Misterio a los fieles, como ya se ha dicho, y regaló magníficos presentes.
    San Vicente Ferrer vino el año 1414, predicó en la Torreta el día del Corpus y convirtió 110 judíos. De tal manera se extendió por todas partes la fama de este Milagro que de las más remotas tierras venían numerosos peregrinos a adorarlo. La peregrinación más notable fué la del año 1444. Siendo prior el canónigo D. Juan Alvarez Chalez, el primero que fué elegido por el Cabildo en virtud de la Bula de Benedicto XIII que concedía al Cabildo la gracia de elegir prior de su gremio, se otorgó el jubileo Plenísimo de diez en diez años, y él fué a recibirlo a Zaragoza. Cuando volvió, salieron a recibirlo en procesión fuera de la ciudad y pusieron dicha Bula en la arqueta del Santísimo Misterio. Vinieron aquel año más de cien mil personas y se recogieron de limosna 16.000 escudos. De esto hay documento y acto de fe en el archivo de la Fábrica.
    El 25 de noviembre de 1495 vinieron los Reyes Católicos con las infantas Dª. María y Dª. Catalina, reinas de Portugal
y de Inglaterra, con grande séquito de prelados, grandes de España y señores ilustres, entre ellos D. Pedro González de Mendoza, cardenal y arzobispo de Toledo, quien después de haber celebrado, mostró el Santísimo Misterio a la regia comitiva. Estos soberanos donaron espléndidas limosnas, magníficos tapices, ricas alhajas de oro y plata, señalaron rentas para el alumbrado y culto y mandaron reedificar y ornamentar a sus expensas la Capilla de los Corporales, donde pusieron los reales escudos y el Yugo y las Flechas, de cuya incomparable riqueza artística hablaré más adelante. En 1534 vinieron el emperador Carlos V y Dª. Isabel con el príncipe D. Felipe e infanta Dª. María, la serenísima reina Dª. Germana, que fué esposa de D. Fernando, el duque D. Fernando de Aragón, el príncipe de Piamonte, el Excmo. Sr. D. Alonso Manrique, cardenal de Sevilla e inquisidor general de España.
    Estos y otros reyes quisieron honrar esta iglesia con hacerse parroquianos suyos; y de sus heredades y haciendas pagaron las décimas, como consta por diversas escrituras. El Papa Eugenio IV concedió la Bufa del famoso jubileo o Indulgencia plenaria y por este motivo vinieron también D. Juan, rey de Aragón y Navarra, y gran número de prelados y caballeros, en especial los hermanos del reino de Navarra, que tenían establecidas en muchos pueblos hermandades y cofradías de este soberano Misterio.     El 1585 llegó Felipe II, que al ver la Capilla de los Corporales, dijo: "Bien parece esta antigüedad". En 1701 vino Felipe V; en 1706, D. Carlos, archiduque de Austria; en 1750, la infanta de España Dª. María Antonia, y en lo sucesivo casi todos los reyes y caudillos de la nación hasta el Generalísimo Franco.

 

Iglesia de la Colegial de Daroca donde se hallan actualmente los Sagrados Corporales

 


    Muchos son los prodigios que ha realizado el Santísimo Misterio a través de los tiempos; pero deseando la brevedad, referiré dos solamente. Por el año 1523, D. Juan de Borja, duque de Gandía, se vio desposeído de sus estados y en lucha con los
moros fué atravesada su garganta por una flecha, cuya aguda punta ni pudo arrancar el arte ni arrojar de sí la naturaleza. Puesto al frente de sus huestes, se dispuso a reconquistar los estados perdidos; salió a su encuentro el enemigo, más numeroso que ordenado, trabóse el combate; entonces el duque levantó los ojos al cielo, invocó a los Sagrados Corporales y agitado ya por el calor, ya por la ira, al echar mano a la espada arrojó por la boca la punta de la flecha y quedó completamente curado. Ganada la batalla, entró victorioso en Gandía, y en memoria de este suceso mandó colgar en la Capilla de los Corporales una rica lámpara con las armas de la Casa de Borja, una gola y una flecha.
    Refiérese en la Historia de los PP. Jerónimos que, pasando los cuerpos o reliquias de los santos niños justo y Pastor, de orden de Felipe II, al real monasterio del Escorial, Fr. Juan de Regla, que los conducía, pernoctó en Daroca, dejando en la santa Capilla el arca con los referidos cuerpos. Se retiró a la posada y a la mañana siguiente, muy temprano, lo despertaron los Santos Niños, diciéndole que se levantase a decir misa. Llenóse de asombro cuando, al ir a celebrar en la santa Capilla, halló vestidos de acólitos a los dos, que le ayudaron con la mayor devoción y ternura. Terminada la misa, desaparecieron, encontrándose en el arca los dos cuerpos como habían venido.

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LA CARTA DE CHIVA

     Uno de los documentos que nos ha parecido oportuno incluir en este programa (Corpus Christi 1978) ha sido la más antigua versión del milagro de los Sagrados Corporales, conocida por la Carta de Chiva, documento del año 1340, ciento un año después de acaecido.
    Este documento es el resumen de una verdadera información <<para perpetua memoria>>, practicada a instancia del sacristán y canónigos de Santa María de Daroca, por el alcalde y baile, Justicia, jurados y hombres buenos del Concejo de Chiva, utilizando como fuente de información el testimonio de cristianos y moros del lugar de mas de sesenta y noventa años, que deponen sobre el suceso según lo oyeron referir a sus padres, abuelos y otras personas que vivían cuanto aconteció.
    El texto del viejo pergamino, reproducido en la portada y transcrito, es conciso, sencillo y vigoroso, da una sensación de espontaneidad y verismo muy superior a cualquier otra versión actualizada, que nos ha llevado a transcribirlo literalmente.
    Las versiones de los distintos historiadores y de la tradición difieren muy poco de la transcrita. En el fondo y en sus detalles más importantes todas coinciden. Tan sólo es de notar, como complemento y no como verdadera discrepancia, mayor detalle en el relato de los historiadores. Según éstos, la misa hubo de interrumpirse en el momento de la consagración, por repentino ataque de los moros; la hueste salió a la batalla mientras el capellán mosén Mateo Martínez, guardó las formas consagradas en el corporal que escondió entre piedras y palmitos. Vencido el enemigo en el primer encuentro, al buscar las hostias para continuar la misa, se encontraron teñidas en sangre, y fue entonces cuando los moros atacaron de nuevo, peleando ya las fuerzas de las comunidades a la vista del milagro, que exhibía su capellán, como resulta del documento transcrito.
    No existe, pues, entre ambas versiones discrepancia fundamental. La diferencia advertida tan sólo pone de relieve la omisión de un detalle que el documento, por su natural carácter sumario, pudo olvidar, y que los historiadores, al escribir con finalidad específica de más amplia información, consignaron. Pero ello no resta, en modo alguno, autenticidad al milagro: antes bien la robustece.
    Y este milagro permanente, que desde hace más de siete siglos se guarda y venera en Daroca, que constituye, no sólo el corazón de la Ciudad y vida «espiritual de sus hijos, sino el centro eucarístico de Aragón y de España entera, pertenece por igual a la Ciudad de Daroca y a las aldeas de su Comunidad. Juntas las fuerzas de ambas, pelearon en el Codol y asaltaron el Castillo de Chío; juntas entraron en las suertes con las comunidades hermanas de Calatayud y Teruel Y desde entonces, la noble Ciudad de Daroca guarda el Santísimo Misterio de los Corporales en sagrado depósito, como cabeza y representación de su antigua y heroica Comunidad.
   Extracto del libro <<La Ciudad y Comunidad de Daroca>>, de D. Rafael Esteban Abad.

Sagrados Corporales

    A los honrrados e discretos el Sacristan e los Calonges de la Eglesia de Sancta Maria de la villa de Darocha et homnes buenos del Concejo del dito lugar; De nos Don Guillem serra alcayde et bayle del castiello e de la villa de Chiua et don bernat de alcoleia Rector e don Johan Marin justicia e don vague esquierdo e don Ramon Maestre, jurados; e don Johan catalan e don Paschual de Garanaya e don Domingo mar in e los homnes buenos del Concello del dito lugar Salut e honor:
    Efemos uos saber nos auer Recebida una letra la qual a nos fue presentada por Miguel perez cabrarizo vecino de darocha mandadero vuestro la tenor de la qual es ay tal:
    Venerabilibus et discretis alcalde, clericis et probos omnibus Concilii ville de Chiua, Sacrista et Canonicy Sancte Marie ville Daroche Salutem e siguis gracius poset miti prudenciam uestram credimus non latere qualiter ohm paulo prius ante capcione Valencie ciuitatis domino Jacobo Aragonum Rege Regnante pro pe dictum locum de Chiua dicti domini Regis exercitu obsidente contra barbaras Naciones missam ibidem a dey seruicium quodam presbitero celebrante verbis consecratis presertis propter multitudinem et tumultium sarracenorum festinanter contra xristiani fideles veniencium ad batallam xristi corpus non potuit eleuare set conseruata ostia diligenter consecrata inter corporalia in quodam formagali rupuint ne si forte sarraceni deninctorem xristianos per sarracenos imenenter poset tractari Tande dey misericordia Sarracenis deuictis idem clericus voluit recuperatis corporalibus e cal ice perficere misam et cum vellet corpus xristi eleuare inuenit hostiam consecratam transuberatam in carnen visibiliter et sanguinem dey verum. Que quidem corporalia incorrupta trasmisa sanguinis ... (ilegible) ... in prefacta Santa Eclesia ... (ilegible) uenerabiliter ... (ilegible) fide aionis audiverimus et ven fideliter presumamus nos habere istoriam de premissis vos Requerimus et atente rogamus quantum por Mícahelem laycum et operarium nostre Ecclesie supradicte presencium portatorem nobis trasumtum dicte istorie ad xristi seruicium trasmitatis promti enim sumus pro uobis et vestrum quolibet facere quidquid cedat ad uestri seruicium et honoren rescribentes nobis per uestras literas nobis gratas de vere de uobis confidimus per via caritate quod uobis decet et vestre placuerit voluntati. Data Daroce día luna computata sexto Kalendas julii anno dominí Millesimo CCC.XL.º
    A la qual vos respondemos que a nos es cierto por testimonios dignos de fe asin xristianos commo moros de los quales algunos dellos an memoria de nouanta annyos e mas e andy de sixanta annyos e de mas que huyeron dezir a lurs padres e a lurs ahuelos e a otras personas que en el tiempo que el Regno de valencia era poblado de moros El Noble don berenguer dantença en el tiempo tres pasado defuncto con conpanya de homnes de cauallo e de pie e con Zas uniuersidades de los lugares de Calate et de darocha et de Theruel e algunos otros lugares del Regno de Araqon fazian entradas en el dicto Reqno de Valencia e daqui trahian grades Caualgadas de bestiares e de moros. Et cascuna vegada que entrauan en el dicto Reqno albergauam en el pueyo en el qual agora es hedificado el Castiello de Chiua de la qual cosa los moros habitantes en el Regno sobredicto se tenían por malandantes. Et fue entre los ditos moros ordenado que tuuiesen açerca quando el dito don berenguer dentenza exiria con la caualgada et seria attendado en el dito pueyo que todos los moros de la ciudat de valencia et de los otros lugares del Regno fiziesen en tal manera que commo el día sería claro todos fuesen derredor del dito pueyo et que asitiasen aquí el dito Noble et todos los que con el fuesen la qual cosa fue fecha segunt que entre ellos fue ordenado. Et commo vino el dia claro que el dito Noble nido que era asitiado en el dito pueyo fizo mandamiento a hun clerigo qui era del Concexo da Daroca que celebrase e dixiese misa. Et commo aurian oydo misa e aurian dios pregado que confesasen los unos de los otros Et depues que firiesen en los moros, el qual misacantano començo á dezir misa Et commo huuo santificado e leuantado el Cuerpo de Ihesu xristo e lo huuo posado sobre los Corporales El dito cuerpo de Ihesu xristo se conuirtio en verdadera sangre de la qual cosa todos fueron muncho maravillados que slgnificaua et fue asin entre al dito Noble e las otras companyas que con el eran que el dito misacantano se visties hun tauardo de escarlata muyt bello et honrrado et puyase et caualgase en hun mulo blancho que ahí era e que llenase commo mas honrradament pudiese los ditos corporales Et que deuallasen del pueyo por ferir en los ditos moros la cual cosa fue fecha segunt que por ellos fue ordinado. Et dauallado del pueyo en la forma de sus dita el dito Noble e las companyas de los ditos concellos que con el eran començaron a ferir en ellos Et los. ditos moros començaron a foyr. En asin que los xristianos con la gracia del nuestro Sennyor Ihesu xristo huuieron grant victoria contra los ditos moros Et mataron ne munchos Et catiuaron ne.
    Et en apres cascuna de las ditas uniuersidades daseauan et querian auer los ditos corporales et echaron suertes entre los ditos Conçejos de qui serian los ditos Corporales et Reliquias Et cayo la suert á los de darocha por tres vegadas En asin que fue contencion entre ellos que con art se auian echado las suertes Et por partir contencion ordenaron entra ellos que el dito misacantano caualgando en el dito mulo et leuando con sy con muyt grant Reuerencia los ditos Corporales et que fuese delant toda la gent Et en qualque lugar que el dito mulo con los ditos corporales por voluntat del nuestro Sennyor Ihesu xristo Endreças, que los ditos corporales fuesen de aquell lugar El qual caminando sen da fue derechament a una Eglesia que es cerca de la villa de darocha la qual es appellada Sant Marcho et finco aquí los genollos por voluntat de Ihesu xristo. Et la hora el dito Noble e las companyas que con el eran vidiendo que voluntat era de nuestro Sennyor que los ditos corporales fuesen de la uniuersidad de darocha con grant humildat e deuocion e con grant procesion fueron posados aquí. Et por las cuales razones Miramomanil que la hora era Emperador de los moros fizo obrar e hidificar en el dito Pueyo el castillo de china el qual despues el Sennyor Rey Don Jaime de alta recordacion qui conquirio el Reyno de valencia dio al dito Noble don Berenguer dentença el dito Castiello. En el qual castiello el dito Noble en reuerencia del nuestro Sennyor Ihesu xristo e de la sua beneyta Santa Madre sobre una losa en la cual el dito Miraglo esdenino fizo hedificar una Capiella de la bienauenturada Sennyora Santa Maria. Et sobre aquella losa fizo fer hun altar en el qual continuament e por todos tiempos se canta por cascun día misa. Et en aquella capiella vienen muchos romeros e fazen aquí romanas. Et aquí son fechos a los clamantes munchos de miraglos por voluntat del nuestro Sennyor Ihesu xristo. Et encara munchas deuagadas se es esdeuenido por voluntad del nuestro Sennyor que y han oydo de noche los que en el dito Castiello habitan grandes cantos en la dita capiella e lumbres e an trobado las lampadas que aquí son que las auian lexadas sines de lumbres encendidas e con lumbre. Et en aquellos cantos muyt grandes loando la bienaventurada Santa María madre del nuestro Sennyor Ihesu xristo Et en testimonio da verdat et de los ditas cosas facemos fer aquesta carta publica testimonial. Et a mayor firmeza Nos sobreditos Don Guiller serra e don bernat de alcoleia Rector Et el justicia e los jurados e el concejo del dito lugar los siellos nostros pendientes y posamos.
    Data en China jueues pridie nonas Julii anno dominí Millesimo Trescentesimo Quadragesimo.
no de mí Domingo de ahuero notario publico de china que aquesto escreui por mandamiento de los sobreditos e a todas las cosas por los sobreditos a los homnes antiguos del dito lugar damadados asin xristianos commo moros present fu.

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LA SANTA HIJUELA

   Pero ¿qué es la Santa Hijuela? ¿Qué mueve a los fieles de esta parroquia (Carboneras de Guadazaón) y a los habitantes de los pueblos vecinos a renovar, año tras año, el hermoso encuentro de una romería en que se unen imágenes veneradas con ese extraño paño de tela manchado de sangre? Ante todo digamos que la Santa Hijuela es una reliquia. Una reliquia que es testimonio de un prodigio obrado hace siglos en tierras del Reino de Valencia frontera del moro. En ella aun podemos contar las redondas huellas de unas manchas de sangre. Mas vamos por partes y contemos la historia.
   En febrero de 1239 (ó 1240) ha adelantado sus tropas al castillo de Chío, en el Pinet, junto a Luchente, don Berenguer de Entenza, general del rey don Jaime I, su tío y señor. Aposentada la tropa en el hoy llamado Monte Santo, Algira o Puig del Codol, los ejércitos se miran recelosos a pesar de las treguas acordadas y los pactos. Con don Berenguer de Entenza hay catalanes, darocenses y nobles de Calatayud y Teruel. En don Berenguer no priva, precisamente, el deseo de cumplir lo pactado y desea cubrir el castillo para así dominar caminos de Albaida, Alcoy y Denia. El guerrero cataloaragonés desea ardientemente la batalla y arenga a los soldados. Como comienzo no puede faltar la Misa que oficia el capellán Mosen Mateo Martínez. Momentos que aprovechan los musulmanes valencianos para iniciar ellos el ataque. La celebracíón es interrumpida y el sacerdote esconde bajo una piedra el pan consagrado mientras los cristianos contestan eficazmente el ataque. La escaramuza no da resultado definitivo alguno y terminada cada cual vuelve a su enclave: los capitanes de don Berenguer desean recibir la comunión interrumpida y todos van al improvisado sagrario donde Mosen Mateo escondió las formas consagradas. Las Formas están sobre los Corporales, pero su aspecto es bien distinto al de Momentos antes: están pegadas y sangrantes sobre el lienzo, tiñendo también la hijuela. Ante el prodigio se alzan los gritos de admiración y fervor. Los moros los interpretan contrariamente y vuelven a la pelea por lo que suponen confusión en el campo cristiano. Ya tienen motivo de defensa y estímulo los cristianos. Bajo aquella improvisado pendón sagrado los aragoneses toman el castillo y vencen al musulmán. Realidad: los Corporales y las Formas sangrantes, la Hijuela manchada.

   No bastan luego para la posesión de esta Reliquia la suerte de los dados ni otros sorteos -- siempre señalando su posesión a Daroca --. Y echan mano a una acémila tomada al enemigo que, pasando poblaciones y ciudades, da con Daroca, poseedora, desde entonces, del prodigio y los Sagrados Corporales. Por la ciudad aragonesa pasan y pasan monarcas y personajes gloriosos, la noticia llega a la Sede Romana y crecen los privilegios papales, las indulgencias y jubileos. Pasado el tiempo llegan también los reyes de Castilla y Aragón, doña Isabel y don Fernando, quienes dotan el templo de Santa María y Basílica espléndidamente, sustituyendo el viejo marco románico por un hermoso retablo de jaspe y montando la prenda sagrada en un nuevo relicario de metal precioso. Es un 25 de noviembre del año de 1495. El Cabildo de Daroca regala a S.S. A.A. la Santa Hijuela de los Corporales que obra en poder de la Reina hasta su muerte. Confirmados en el Marquesado de Moya don Andrés de Cabrera y doña Beatriz de Bobadilla, nobles cercanos a los Reyes y que tanto influyeron en el reinado, llegando a ser la causa primera y principal de la coronación de la infanta Isabel a la que convierten reina de Castilla en Segovia, dando la definitiva palabra -- doña Beatriz -- en orden al descubrimiento de América; la Marquesa hereda la reliquia de la Santa Hijuela y la da en custodia a los dominicos del recién fundado convento y colegio de Carboneras en los límites mismos del Marquesado cuya línea marca el Guadazaón. Desde entonces es venerada en Carboneras.
   Los años posteriores marcarán el cambio de los tiempos. Influenciada la comarca por el apostolado de los dominicos desde el año 1698 data la escritura que obliga a las iglesias de Reíllo, Arguisuelas, Pajarón y Pajaroncillo a estar presentes y formar en la procesión del Segundo Domingo de Mayo, Domingo de Procesiones. Las imágenes de estos pueblos acompañarán procesionalmente a la Santa Hijuela que saldrá bajo palio y recorrerá el trayecto que separa la iglesia conventual de la parroquia. Arruinado el convento y abandonada su iglesia actualmente se celebran los cultos y ritos en la parroquial.

   La Santa Hijuela sufrió los rigores del cambio de los siglos. Despojada de su relicario fue tirada por un soldado de Napoleón al suelo donde recogida por un devoto se colocó en la custodia que hoy tiene. Trasladada a la capilla de la parroquia de Santo Domingo, cuando la desamortización, no ha vuelto a moverse de allí, salvo en los años 58 y 60 en que salió a Daroca y Manresa respectivamente, Durante la guerra civil del 36 estuvo recogida en la catedral conquense volviendo a Carboneras el año 39. Para un detenido estudio de esta historia recomendamos al lector y remitimos al libro publicado por don Domingo Muelas en 1958 año en que, se celebró en este pueblo el primero de los Congresos Eucarísticos Diocesanos bajo el pontificado de don lnocencio Rodríquez Díez.

                                                                                                   Carlos de la Rica

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LA CAPILLA DE LOS CORPORALES DE LA IGLESIA COLEGIAL DE DAROCA  

Capilla de los Sagrados Corporales

                Restauración

    La capilla de los Corporales, además de ser importante por su significado religioso, constituye uno de los monumentos más representativos de la escultura gótica en Aragón. El mal estado de conservación, agravado en los años ochenta, exigía una rápida intervención que ha sido llevada a cabo por los arquitectos Fernando Aguerri y Javier Ibargüen, y por el equipo de restauración dirigido por Mercedes Nuñez y Encarna Ripollés.
    Se ha realizado un trabajo preciso y minucioso, reforzando cimientos, consolidando arcos y bóvedas, eliminando repintes, reintegrando volúmenes y devolviendo policromas. Una labor difícil y apasionante, a la vez que enriquecedora, especialmente para quien escribe, satisfecho de haber podido asistir al lento proceso de restaurar la belleza.
    Este es el momento de contemplar todo el esplendor del espacio sagrado, con los retablos, esculturas y pinturas. Y es  a partir de la restauración cuando se hace necesario un análisis profundo de todos los elementos de la Capilla de los Corporales, a la luz de los nuevos descubrimientos y utilizando los documentos que se conocen. Todo lo que pueda escribirse en este momento ha de ser considerado como provisional.

                Capilla de los Corporales

    Hablamos de la capilla refiriéndonos a los retablos de, piedra caliza y de yeso realizados a lo largo del siglo XY utilizando el ábside central de la iglesia románica. Fue este ábside capilla mayor de dicha iglesia hasta que a finales del siglo XVI se construyó un nuevo templo transversal al antiguo, pero conservando la torre y la puerta del Perdón al oeste y la cabecera al este. En ese momento quedó la capilla como un espacio especialmente sagrado, denominado Capilla de los Corporales.
    Parece que la primera decoración del interior del ábside es la que se realizó hacia 1372. Ese año el pintor de, Daroca Enrique de Bruselas recibía del cabildo de Santa María cuarenta y seis florines de, oro por la pintura de ciertas imágenes en el ábside. Estas imágenes, fijadas por el equipo de restauración para su conservación, se ven bastante mal, especialmente en la parte baja, aunque es posible imaginar algunas escenas de la vida de la Virgen; en un friso superior, a la altura de los vanos, se representa el Tránsito de María entre apóstoles con versículos del Credo; en el cascarón puede verse la Coronación de la Virgen; y en la bóveda se pintó un cielo con estrellas, el sol y la luna, con el Dios Padre y el Tetramorfos.
    Tal vez en ese momento aún no se había trasladado la Sagrada Reliquia a la iglesia de Santa María; al menos en
las pinturas no se aprecian los emblemas de los Corporales. El primer documento en el que a la iglesia se le denomina Santa María de los Corporales es del año 1376; es posible que ese sea el momento aproximado del traslado. Al año siguiente la iglesia era elevada al rango de Colegial.
    El hecho es que los Sagrados Corporales convirtieron a Daroca en un centro religioso importantísimo y lugar de peregrinación de la cristiandad. Y la iglesia de Santa María fue objeto de especial atención por parte de arzobispos, papas y reyes; así, en 1384, el rey de Aragón Pedro IV encargaba una Custodia-relicario a Pere Moragues, para guardar y exponer los Corporales. Durante el reinado de Alfonso V y María de Castilla se construyó la torre de piedra. Y la propia capilla parece haber sido costeada por la reina doña María, en un primer momento y posteriormente por los Reyes Católicos.
 

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                Un taller de escultura gótica

    Conviene dejar claro, en primer lugar. que hay dos etapas en la construcción de la capilla: una primera, coincidiendo con el segundo cuarto del siglo XV, en la que se habría edificado lo que es verdaderamente la capilla: los dos retablos de piedra, las capillas «chicas» que hay entre ellos y los relieves de los Corporales; una segunda etapa, entre 1480 y 1490 aproximadamente, en la que se habrían construido los retablos murales de los lados.
    El conjunto de los dos retablos unidos por tres bovedillas de crucería está al fondo del ábside y sin duda obedece a Lina traza unitaria: se proyectó un espacio sagrado reducido, entre los dos retablos, bien iluminado por un óculo abierto en el lado sur del ábside, al que los rieles no podían acceder, aunque si ver las ceremonias a través de los tres arcos de la parte baja del retablo-jubé.
    Todo este conjunto escultórico es de piedra caliza blanca, blanda para ser trabajada aunque consecuentemente se deteriora fácilmente.
    Distinguiremos cuatro partes: el retablo-jubé, el retablo-relicario, las capillas chicas o presbiterio y los relieves.
    Retablo-jubé, llamado así por separar dos espacios con arquerías, es un gran retablo montado sobre tres arcos, con numerosas figuras de piedra: la Virgen en el arco central, con apóstoles, profetas, evangelistas, y un Calvario en el remate.
    El retablo-relicario se colocó pegado al ábside; tiene una predela en la que se dispusieron siete esculturas, tres de ellas desaparecidas al practicar a finales del siglo XVIII un (óculo para los Corporales; en ese momento se desplazo hacia arriba, por el mismo motivo, la talla de la Virgen con el Niño que ocupa el centro de dicho retablo.

 

Detalle del retablo de la Capilla de los Sagrados Corporales


    Todas las esculturas de los dos retablos están policromadas y mostraban repintes debidos a la reforma del
momento del óculo y aún otros posteriores, eliminados en parte por el equipo de restauración.
    Las capillas. Las tres bóvedas que están entre los dos retablos llevan una decoración de angelotes músicos en los nervios, además de pinturas de grutesco tanto en las molduras como en la plementería.
    Toda esta obra tiene gran relación con la escultura de la escuela borgoñona.
    No así los relieves de los Corporales, que se colocaron en los ángulos de las capillas laterales, a los lados del retablo -relicario, que más bien se relacionan con el estilo internacional de Pere Johan. Están labrados también en piedra caliza y, tras la restauración, muestran un rico colorido con detalles de oro y plata.
    Se dispusieron dieciséis registros, agrupados de cuatro en cuatro; se conservan bien los de los laterales, pero se han perdido cuatro a los lados del retablo, al practicar una puerta de entrada al camarín en el siglo XVIII y simular otra en el lado opuesto.
    En ellos, de izquierda a derecha, se narra de forma muy resumida el milagro de los Corporales tal como se conocía a través de la Carta de Chiva, documento de 1340 que se guarda en el Archivo Colegial.
    Los cuatro primeros, situados en el lateral izquierdo, parecen narrar la incursión de los tercios de, Teruel, Calatayud y Daroca en tierras musulmanas, al sur del Júcar, una vez conquistada la ciudad de Valencia en el año 1236.
    En el segundo grupo se ve, cómo las tropas están en un campamento esperando la batalla; lógicamente, en los dos registros que faltan se recogería la celebración de la misa y acaso el comienzo de la batalla.
    En los otros dos que quedan del tercer grupo, en la parte derecha, se, aprecia el final de la batalla con los moros por el suelo y el momento en que el sacerdote muestra las hostias en el paño, una vez sucedido el milagro, y como los soldados las adoran arrodillados.
    El cuarto grupo se dedica a narrar el camino de los Corporales desde Luchente, a lomos de una mula blanca, la
Detalle del retablo de la Capilla de los Sagrados Corporalesllegada a Daroca, la muerte de la mula a la puerta del hospital de San Marcos y la procesi0n por la ciudad. Era el día 7 de marzo del año 1239.
    Son relieves de gran calidad y claro sentido narrativo, con figuras pequeñitas que tienen alguna semejanza con algunos grupos del retablo de La Seo. Por ello se ha pensado que pudieran ser obra de Pere Johan, quien en el verano de 1445 estaba en Daroca.
    Tradicionalmente se había atribuido todo el conjunto de piedra al escultor darocense Juan de la Huerta, documentado en el ducado de Borgoña entre 1443 y 1462, trabajando en la tumba de Juan Sin Miedo. Allí habría asumido el estilo borgoñón que luego habría aplicado a la capilla de los Corporales, en la segunda mitad del siglo XV; apoyaba esta cronología la presencia en la parte alta del retablo de un escudo que se identificaba con el del rey Juan II.
    Pierre Quarré, defendió en 1973 una nueva teoría: el conjunto mostraba un estilo muy próximo al de algunas obras realizadas a principios del siglo XV por Claux Werve, sobrino de Sluter, en Dijón; y un seguidor del primero, cuyo
nombre se, desconoce, habría sido el creador de un conjunto tan borgoñón como el de Daroca; admite la posibilidad de que Juan de la Huerta hubiese trabajado con dicho escultor en la capilla de los Corporales; este aprendizaje le habría abierto posteriormente las puertas en Dijón.
    Admitida esta temprana cronología, se ha pensado en la posibilidad de que en dicha capilla hubiesen trabajado dos artistas documentados temporalmente en Daroca: primeramente el maestro Issambart, que residía en Daroca en 1417, cuando fue llamado a Zaragoza para dictaminar sobre el estado del cimborrio de la Seo; en septiembre de 1445, Pere Johan era llamado también a Zaragoza para continuar sus trabajos en la Seo; parece que había estado en Daroca durante ese verano. Issambart habría iniciado los trabajos en la capilla y Pere Johan habría sido el autor de los relieves de los Corporales, como ya se ha dicho.
    Con todas las reservas, y tras algunos resultados de la restauración, puede adelantarse que:

Detalle del retablo de la Capilla de los Sagrados Corporales    1º. Toda la obra de piedra obedece a un proyecto que se, iniciaría durante el primer cuarto de siglo XV y se acabaría a mitad de siglo; se debería al impulso de la reina María de Castilla. Esta obra se habría ideado bajo la dirección de un escultor venido de Borgoña, que acaso pudo ser el propio Issambart, y con el que pudo colaborar Juan de la Huerta.
    2º. Los relieves pueden ser del taller de Pere Johan, quien habría venido a Daroca en 1445, tal vez para dirigir los trabajos finales.
    3º. No parece clara la supuesta aportación del rey Juan II, ya que el escudo de armas que hay en la parte alta del retablo, sostenido por dos ángeles, no parece ser de este rey sino de la reina doña María.
    4º. Hacia 1480 se, decidió decorar el espacio interior al retablo-jubé, en los laterales, con unas yeserías que forman
grandes arcos lobulados y conopiales y encierran los emblemas de los Corporales y de los Reyes Católicos; en pedestales de cardinas se hallan colocadas doce tallas de madera. Parece que estos murales laterales fueron sufragados por los Reyes Católicos y encargados a Juan de Talavera, tal como documentó el investigador Steven Janke; aunque parece que pudieron intervenir dos o más escultores.
    5º. Ya en el siglo XVI se elevó el retablo, colocando un friso de grutesco sobre otro de tracería gótica; con esta obra el Calvario llegaba casi a la bóveda de crucería.
    6º. Finalmente, entre 1504 y 1508 se pintaron las bóvedas de las capillas entre los retablos de piedra, los relieves, las esculturas de los retablos, los ángeles músicos de los cruceros, guardapolvos, etc.

                Pinturas «del arte romana»

    Ya se ha hecho alusión a los repintes que alteraban de forma sustancial el carácter de las esculturas. El meticuloso Detalle del retablo de la Capilla de los Sagrados Corporalestrabajo de] equipo de restauración ha devuelto a todo el conjunto gran parte de su belleza primitiva.
    No nos referimos a estos repintes sino a las pinturas realizadas a principios del siglo XVI, que pasaron a formar parte de la obra, dándole un toque moderno a todo el conjunto.
    Todo el trabajo realizado se recoge en dos documentos conservados en el Archivo de Protocolos Notariales de Daroca. El uno de 1504 y el otro de 1508, ambos publicados por el autor de este trabajo en 1996.
    En 1504, Juan de Loperuelo, regidor de los Corporales, contrataba con los pintores Juan de Bruselas y Domingo Gascón la pintura y el dorado de la capilla chica, a la izquierda del altar mayor de los Corporales.
    Se habían de pintar los cruceros «del romano», así como los ángeles «penchantes»: los ropajes, blancos; los «embesses», de, colores; y los cabellos y alas de oro.
    En los plementos y los campos de las tallas se pintarían ramos «a la romana» sobre fondos azul o carmín.
    También se habían de pintar las ocho historias o relieves de los Corporales.
    Todo esto ha aparecido en la restauración: se ve una decoración de grutesco, tanto en plementos como en las copadas (molduras cóncavas) y oro en los verdugos (molduras convexas); asimismo pueden verse los diversos colores en las escenas de los Corporales, con adornos de plata y oro.
    En 1508 el cabildo encargaba a Pedro de Trulvadia una serie de trabajos que había de realizar en los retablos. Parece que éstos habían sufrido algunos desperfectos, tal vez como consecuencia de la construcción de la bóveda de crucería de la capilla y de la reforma del retablo-jubé.
    El trabajo general consistía en lavar de «blanquet» todo el retablo nuevo y viejo, la bóveda de los Corporales y la del altar mayor, los cruceros, pilares e imágenes.
    Se concretaban las tareas en el documento:

    • Encarnar los desnudos y repasar los vestido.
    • Pintar las «polseras de madera» con rosas o «carchofas» y dorar la corona.
    • Dorar y acabar las peanas de los apóstoles y profetas.
    • Devolver los colores y el oro a las imágenes de la Virgen y San Juan.
    • Pintar en la «lizera», tanto los «infanzones» (niños) como los «monstruos» (animales fantásticos). Esta lizera o friso es la que se había colocado para elevar el retablo.

    De esta forma la capilla de los Corporales había sido objeto de una remodelación, tanto en la estructura del retablo-jubé como en la pintura y el dorado del conjunto, dándole así un acabado renacentista.

                                                                                                                Fabián Mañas
                                                                                                                Zaragoza-Mayo de 1999

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De:  http://www.daroca.info/Corporales/princ_corporales.htm

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