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El milagro de la Misa

Las peticiones


Después de la consagración se hace una oración en la que se le pide a Dios nuestro Señor por todas las necesidades que la Iglesia juzga más oportunas.

Estas peticiones se hacen ante la presencia de Dios nuestro Señor. En estos momentos su presencia no es sólo real, porque también la presencia espiritual de Dios en nuestra alma es real, es el mismo Cristo con su cuerpo y su sangre lo que a partir de la consagración está con nosotros. Por lo tanto las peticiones que hacemos no sólo son realizadas en la fe, sino que es un ruego dirigido a una persona presente delante de mí, que está esperando, y por eso ha bajado otra vez del cielo, para escuchar mis necesidades, para escuchar mis inquietudes.
Es importante actuar continuamente la fe en la presencia real de Cristo en la santa misa sobre todo a partir de la consagración. No es una oración al aire en la fe, sino que es una oración ante Cristo. Guardadas las proporciones, podría servir esta comparación: no es lo mismo escribir una carta al Papa o al Presidente de la República pidiéndoles la solución a un problema que decirles de frente: “Tengo esta necesidad, quiero que me ayude de esta manera, por favor.” Los tienes delante y la súplica surge mayor efecto. Lo mismo pasa con Cristo después de la consagración.


Pero, ¿qué le pedimos a Dios? ¿Qué pide la Iglesia junto con ustedes a Dios en ese momento? Se pide por toda la Iglesia e incluso por toda la humanidad siguiendo un orden jerárquico. Se comienza por las personas que gobiernan la Iglesia. Por el Papa, cabeza suprema, para que Dios le asesore, le mantenga siempre cerca de Él. Por nuestro Obispo, el Obispo es el sucesor de los apóstoles para nosotros, es Cristo Pastor a nuestro lado, lo que él diga, su palabra, su modo de gobernar, es el modo como Dios gobierna nuestra vida. Pedimos por todos los sacerdotes y, en general, por todos los pastores de la Iglesia, por los diáconos y por toda la gente a la que Dios ha conferido autoridad para guiarnos, para ayudarnos a encontrar el camino que Él quiere. Asimismo, rogamos a Dios por todos nosotros, para que nos ayude y nos vaya fortaleciendo en nuestra vida. Sobre todo se pide que nos mantenga unidos en el amor a todos los miembros de la Iglesia.
Después se pide por otra parte de la Iglesia, la llamada Iglesia purgante, es decir, por los difuntos cristianos, aquellos que vivieron y murieron en la fe: “Acuérdate también de nuestros hermanos que se durmieron en la esperanza de la resurrección”. Y por los difuntos que no son cristianos, que mueren sin la fe en Cristo: “Y a todos los que han muerto en tu misericordia”, o sea, aquellos que han muerto sin fe en Cristo, pero que, sin embargo, han muerto pendientes de que Dios tenga perdón y misericordia de ellos.
Y por último, volvemos a pedir por nosotros mismos, pero le pedimos una gracia muy concreta, y es que después de la muerte estemos con Él en el cielo: “Ten misericordia de todos nosotros y así con María, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos merezcamos con tu Hijo Jesucristo compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas”. Estamos pidiéndole al Señor que nos asegure que después de nuestra muerte nos va a llevar al cielo.
Además de estas peticiones comunes en todas las misas, pueden hacerse otras más concretas dependiendo de la celebración del día: si es un matrimonio, se pide por los esposos; si es una primera comunión o un bautismo, por los niños, etc...

"Pedid y se os dará"
Tenemos que actuar la enseñanza de Cristo: “Pedid y se os dará”. La oración de petición es una oración que Cristo desea. Él quiere, que como hijos confiados en su padre, nos acerquemos a decirle nuestras necesidades y a pedirle su ayuda y consuelo. Es probable que con el avanzar en la vida espiritual se encuentre mayor ilusión, mayor gozo en la oración de contemplación, en la oración de reflexión sobre la persona de Cristo, pero nunca olvidemos la oración de petición. Dios la está esperando, pídele cosas materiales pero sobre todo pídele por tu vida espiritual, ruega que te ayude a vivir las virtudes cristianas para que puedas alcanzar la salvación, único fin de tu existencia.

Conclusiones prácticas


Resumiendo, como primera aplicación práctica, en este momento de la misa, ante la presencia de Cristo real entre nosotros sobre el altar, traigamos nuestras peticiones concretas al Señor, pidámosle por las cosas y las personas que más amamos: por el crecimiento y la estabilidad humana y espiritual de tu esposo(a); por tus hijos, que Él los ayude a crecer en la fe y en todas las virtudes humanas y cristianas; por tu vida, que te infunda el deseo de estar más cerca de Él, y por cualquier necesidad física o material.
Una segunda conclusión práctica. Mantener esta actitud de petición confiada a Dios a lo largo de todo el día. Pedir al Señor continuamente las cosas que nos falten. Cuando en un momento dado nos cuesta un acto de virtud, acudamos a la santa misa que celebramos en la mañana y digámosle: “Señor, te pido que, por esa muerte tuya, por ese sacrificio que tú has hecho en la mañana, me des ahora el dominio para saber controlarme, que me des un corazón caritativo para saber responder correctamente a esta persona que me ha ofendido”.

 1-Acto Penitencial

2-
Liturgia de la Palabra

3-Ofertorio

4-Prefacio Eucarístico

5-Consagración

6-Las Peticiones

7-La Aclamación Cristológica

8-Preparación para la Comunión

9-La Comunión

Vivencia de la Santa Misa

Ordinario de la Misa

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