El cuidado de la piel en invierno

De todos es sabido que la piel en la época invernal sufre una agresión más fuerte que en otras épocas del año. El frío contribuye a agrietar la epidermis, haciéndola áspera. Pero es importante tomar conciencia de que no es la apariencia la que debe hacernos intervenir en pro de una piel mejor.

Es necesario saber que la piel es una protección esencial para el cuerpo humano y que su cuidado no debe ser algo aleatorio vinculado tan sólo a la belleza. Sí es cierto que una piel sana es sinónimo de rejuvenecimiento pero lo que mucha gente desconoce es el papel que tiene en nuestro sistema vital.

Se ignora que es el órgano más extenso de todo el cuerpo humano y tiene la dura misión de proteger a todos los demás, tanto de las agresiones externas como de la hidroevaporación interna. El primer secreto para ayudarle a cumplir tan alto objetivo, en cualquier temporada, será mantener atención acerca de la hiperhidratación. Esto hace que la piel se pueda enfrentar, sin invertir ningún coste monetario, a cualquier circunstancia climatológica. El agua es un medio al alcance de todos y lo básico para que esta sensible corteza pueda mostrarse elástica. Como elementos naturales para contribuir a este estado es esencial incorporar al régimen alimenticio vitaminas de frutas frescas de temporada invernal, a ser posible con su piel, pues es aquí donde almacenan su riqueza. Evitar los excesos de sal es también satisfactorio así como tomar productos ricos en fibra y elegir los asados mejor que los cocinados o fritos.

Pero estas leyes básicas requieren de un sistema de vida apacible y riguroso al que es difícil acceder en los meses de invierno. Esta estación es en la que el ser humano invierte más tiempo para trabajar, así como el verano se invierte en vacaciones. Esto procura un estrés adicional que se une a las condiciones adversas del clima para desfavorecer la salud cutánea. En invierno se fuma más, se toman más cafés y se trabaja más, por norma. Esto, que podría no tener nada que ver con nuestra cubierta orgánica, es lo que más contribuye a envejecerla prematuramente y a desgastarla. Si la persona está convencida de que desea mantener una responsable actuación sobre la piel, es necesario, que además de una adecuada alimentación, limite el consumo de café, deje de fumar y, como el trabajo más que devoción es obligación, se procure de momentos en los que eliminar toxinas a través de actividades deportivas para que recupere su ser natural.

Otras de las condiciones que contribuyen a la escasa salud cutánea es la generalizada práctica de deportes llamados de invierno que se realizan en sierras nevadas. Aquí la experiencia que sufre la piel es de abrasión y es imprescindible el uso de fuertes cremas protectoras en todas las partes visibles del cuerpo. Labios, párpados, cutis en general y manos necesitarán grandes dosis de hidratantes y protectoras para que permanezca el equilibrio.

Hay que resaltar que no es lo mismo la adversidad de unos lugares o países frente a otros. Así, en países norteños el cuidado es una obligación, mientras que en zonas más cálidas, depende del tipo de piel, del grado de sequedad de la misma. Partiendo de esta cualidad, en el mercado existen cremas de manos, parte del cuerpo altamente desfavorecida al estar continuamente expuesta, que han sido probadas dermatológicamente, en los lugares más fríos como es el caso de los pases nórdicos. Hay que unir a esto la existencia de profesiones que desfavorecen especialmente las cualidades cutáneas. Es el caso de oficios como el de los pescadores o guardas forestales. Si unimos la humedad al frío, estas manos se convierten en pieles agrietadas crónicamente. Aquí la conciencia del cuidado se acucia.

Para los trabajadores de la gran ciudad son también perjudiciales la contaminación o las calefacciones. Esto nos sitúa en la especial sensibilidad de este órgano humano al que pocas veces se le presta el debido respeto. Pero no hay que concluir esta llamada de atención en una respuesta a la ligera como comprar cremas que hagan un trabajo por ti. Primero está tu cuidado y luego entrarán los productos a ayudarte. Pero esto también requiere de mucha cautela. Una crema que no reúna las cualidades de calidad necesarias puede producir alergias o dar resultados tan sólo a muy corto plazo. Es necesario conocer la piel y darle su tratamiento más adecuado.

La sequedad
En el caso que nos ocupa, que es la temporada invernal, el problema más acuciante y que se generaliza a todo tipo de pieles es la sequedad. El frío produce lo que se llama una piel de serpiente. La designación lo dice todo. La característica principal: la piel de escama. Aquí, el cemento intercelular no cohesiona perfectamente con las células, que se disgregan y se despegan, siendo una piel áspera y rasposa. La piel pierde su propiedad biomecánica endureciéndose y aparecen las arrugas finas, fruto de la quiebra del cemento celular. Otro rasgo es que la luminosidad propia de una piel sana se pierde, siendo la superficie de capa córnea irregular, al tiempo que carece de sus propiedades ópticas. El color que asume no es el propio de las definiciones genéticas, tomando un tono rojizo y opaco.

Por eso es tan importante que el que desee tomar partido por el cuidado de tan inapreciable vestido corporal, tome medidas a tiempo. Un órgano tan sensible no obedece a corto plazo ni se regenera cuando uno elige. Lo más destacable en este campo es optar por lo más natural en épocas en que la vida se lo permita. Es aquí donde la acción de la arcilla, como elemento por excelencia para recuperar estados propios de la piel, entra en nuestra elección.

Las propiedades de ésta son conocidas desde hace miles de años. Los egipcios la utilizaban para modificar los cuerpos y hacían tender a sus enfermos sobre los limos del Nilo. Hipócrates recetaba fricciones de ciertas tierras para aliviar los dolores. El filósofo griego Teofrasto, el escritor Plinio el Viejo, el filósofo y médico iranio Anciano, preconizaban sus virtudes medicinales. Actualmente se encuentran una gran variedad de arcillas según sus propiedades. Así están las astringentes que pueden absorber hasta ocho veces su peso en agua; las revitalizadoras que contienen oligoelementos y las regeneradoras que cubren las llagas con una película protectora que estimula la regeneración celular. Si todas son aptas para los meses de invierno, las últimas se presentan como las más apropiadas en los casos más urgentes de una sequedad brusca sufrida por la aversión climática.

Para los que quieran invertir sus vacaciones de verano en un placer que dé sus frutos en los duros días de invierno está la opción de pasar unos das en el balneario natural de El Mar Muerto. Su excepcional situación, a casi 4000 metros bajo el nivel del mar, en el punto más bajo del planeta, ha dotado a estas aguas de importantes propiedades terapéuticas para el cuidado del cuerpo y para la fabricación de productos cosméticos. Sus efectos tienen relación sobre todo con las actividades de protección, prevención y tratamiento. Aunque ya no es necesario ir tan lejos para sanear la piel. En la actualidad se venden en todo el mundo más de 40 marcas distintas basadas en los minerales y el barro de este lugar.

Pero esta terapia en vivo viene a ser especial porque no sólo se trata de tomarla sino que además el cuerpo adopta una actitud de descanso que hace doblemente productiva la recuperación de la piel.

Es importante que sea el cuerpo entero el que se sumerja en este producto pues no sólo el frío desgasta lo visible. Hay partes del cuerpo que por efectos de causas ligadas con el tiempo invernal se endurecen. Durante los meses de esta estación los hábitos de vestimenta cambian. Las ropas son más pesadas, producen más rozaduras; se utilizan complementos como las medias que dan aspereza a la piel de las piernas; se llevan zapatos más cerrados que producen con más facilidad rozaduras y células muertas... Son las condiciones derivadas del frío y que en la mayoría de las ocasiones no son tenidas en cuenta. A este respecto es destacable y prioritario el cuidado de los pies. Son ellos olvidados con frecuencia, más en hombres que en mujeres, porque mientras ellas pueden considerarlos como parte del cuerpo donde poder resaltar la belleza, ellos sólo piensan que son un vehículo al que sin más es necesario procurarle de una gasolina en forma de zapatos cómodos.

En la actualidad el mercado se ha hecho eco de que aunque no estén muy expuestos, los pies son un medio que en la vida cotidiana y urbana es primordial. Un soporte importante que cuanto más cuidado está más resistencia nos da. Ellos, en su piel, acumulan la tensión diaria de forma multiplicada por eso es prioritario procurarles al final de la jornada un buen espacio de tiempo. Un baño de agua caliente con sal los relaja; una crema, los hidratará y un masaje sencillo y cariñoso hará que sean otros.

Masajes
En este sentido, los masajes también son una baza que hay que adecuar en el cuidado de la piel y más en tiempo de clima duro. La piel es la puerta de entrada y salida y por tanto es la primera que debe ser atendida para recuperarnos en nuestra totalidad. La oferta de masajes que van de los pies a la cabeza ayudan a establecer una pared cutánea fuerte y resistente. Si bien en verano la relajación es mayor, en invierno los masajes son imprescindibles para aguantar tempestades.

No es necesario acudir a especialistas. Con una buena dosis de paciencia puede ser aplicado por alguien que desee su bien cotidiano. Existen numerosas guías que explican diferentes técnicas sencillas de aplicar y que no requieren de mucho tiempo ni espacio.

Otras zonas de la piel que también requieren de especial atención y que por estar por naturaleza ocultas no se cae en ellas, son las del cuero cabelludo. Es verdad que en este sentido el cabello actúa como un protector especial por generar una grasa natural que lo acondiciona pero también es cierto que es esencial que los productos que usemos para el pelo no dañen su capa cutánea. En los casos de calvicie, según el frío que necesite solventar, recomendamos el uso de gorras para protegerse. Pero eso se necesita de materiales naturales como la lana o el algodón puesto que dañarán menos la piel y ofrecerán un abrigo más natural.