(Publicado en : Actas de las IV Jornadas de Estudio de la Narrativa Folklórica. Santa Rosa (La Pampa): 190-197, 1997).

ACERCA DE LAS NORMAS Y RECURSOS DE LA PAYADA URBANA RIOPLATENSE CONTEMPORANEA

Ercilia Moreno Chá

En un trabajo iniciado en 1995 entre payadores que desarrollan su quehacer en diversos centros urbanos de Argentina y Uruguay, detectamos la presencia de varios de ellos que responden a una normativa autogestada que los identifica, y poseen un cúmulo de estrategias que les posibilita ejercer su oficio con éxito y acrecentar su prestigio.

El fenómeno del contrapunto poético-musical improvisado, bajo diferentes nombres y circunstancias, tiene gran dispersión iberoamericana con características poéticas y musicales surgidas de variados contextos histórico-culturales.

En el área rioplatense este fenómeno registra una larga historia tanto en Argentina como en Uruguay. Así, Beatriz Seibel (1991) señala a principios del siglo pasado la presencia documentada de Simón Mendez ("Guasquita") en las invasiones inglesas a Buenos Aires y de Joaquín Lencina ("Ansina") y Eusebio Valdenegro que actuaron junto a Artigas en las luchas por la Independencia de la Banda Oriental.

Entre Argentina y Uruguay este fenómeno mantuvo y mantiene estrecha conexión, en razón de la gran movilidad que los payadores mantuvieron entre ambos países y de la marcada influencia que algunos programas radiales uruguayos tuvieron sobre la campaña bonarense.

La payada nace y se afianza como fenómeno rural en pulperías, fogones, fiestas familiares y boliches para luego conquistar espacios más urbanos a medida que otras manifestaciones de la cultura popular también lo hacían. El circo, las sociedades tradicionalistas, los salones de baile, las canchas deportivas, los bares y las confiterías son sus nuevos ámbitos a partir de las dos últimas decadas del siglo pasado (Di Santo 1987).

Surge así el payador urbano, cuya figura paradigmática es Gabino Ezeiza (1858-1916). A través de una historia de singulares altibajos en materia de valoración por parte del público urbano y oportunidades de actividad, este tipo de payador se ha mantenido hasta nuestros días y a él nos referiremos.

En la mayoría de los casos ha mantenido su extracción rural o semiurbana, pero ha aprendido a actuar en escenarios de teatros y salones de baile, clubes, predios de festivales folklóricos, radio y televisión, con límites de tiempo impuestos y ante una audiencia heterogénea que muchas veces desconoce o duda de la capacidad de improvisar que es esencial a todo payador.

Desde el punto de vista del público, cuando éste es conocedor del arte payadoril, existen ciertas condiciones- ciertas características por todos aceptadas- cuyo cumplimiento califica al payador como tal.

Está tácitamente aceptado que existirá un encuentro cantado entre dos payadores, con acompañamiento de guitarras; que se pondrá a prueba su capacidad de improvisación poética sobre temas libres o establecidos; que todo sucederá dentro de géneros musicales determinados (milonga, cifra, estilo, vals, habanera) y dentro de formas estróficas también determinadas (cuarteta, quintilla, sextilla, octavilla, décima) con las consiguientes especificaciones de metro y rima.

La payada tendrá- según el caso- una duración determinada o indeterminada. Cada payador cantará en forma alternada una estrofa, que será premiada con el aplauso del público, mediando por lo general, un interludio de cuatro compases entre una y otra. La última estrofa es cantada entre ambos payadores, que alternan pares de versos. A modo de firma y reclamando la autoría de lo dicho, los nombres de ambos payadores figurarán en el último, o los dos últimos versos.

* De cómo ser para pertenecer

Desde el punto de vista del payador, las normas a cumplir son muy numerosas y conforman un verdadero código de conducta que rige su quehacer y al cual adscriben los payadores con la intensidad que su capacidad, formación y experiencia se lo permitan.

Dicho código descansa sobre la posesión de una capacidad innata e indispensable que se cultiva a lo largo de toda la vida: la de la improvisación poética. Las capacidades de guitarrero y cantor- que también son indispensables- empalidecen frente a la importancia que tiene la de ser poeta.

Esta cualidad esencial, debe ser enriquecida con las de ser andariego ("para pulsar diferentes públicos y situaciones"), buen observador de la realidad ("para aprender de la vida"), y memorioso ("para retener la experiencia").

La lectura se vuelve indispensable herramienta para conocer la preceptiva poética, ampliar el vocabulario, adquirir inpiración poética, conocer hechos del pasado y del presente y obtener información.

Conscientes de que es el lenguaje su principal herramienta, éste es el eje central de preocupación. La gramática deberá ser siempre correcta, y los hechos reales deberán estar descriptos verazmente así como los proverbios y refranes ser citados con corrección. Asimismo, deben respetarse las frases de otros poetas o payadores, con la correspondiente mención del autor.

El metro y la rima quedan determinados por el tipo de estrofa elegido para payar, que en la gran generalidad de los casos en nuestros días es la décima espinela. Se acude a otras estrofas en caso de querer hacer deliberadamente una demostración con fines de docencia o ilustración.

Mientras que el metro de la estrofa con sus correspondientes licencias métricas vá fuertemente apoyado en la melodía entonada, la rima consonante- sumamente estricta en el caso de la décima- va siendo cuidadosa y rigurosamente respetada, y es el principal motivo de precocupación formal en el momento de improvisar.

Las principales restricciones respecto de la rima son la repetición de palabras en diferentes finales de verso, y el cambio de la pronunciación y los acentos. El castellano usado aparece en una modalidad coloquial, y en algunos casos como lengua artística, sumamente pulida y enriquecida con cultismos (serafín, Cupido, etc). Dependiendo de las circunstancias, hacen su aparición algunos vocablos, giros y refranes gauchescos ("sobre las melgas del alma/ quiero sembrar mi cariño").

Pero este "arte" payadoril (tal como ellos mismos lo llaman), posee otro nivel de exigencia, reservado a los payadores de mayor prestigio en el medio. Así por ejemplo, son considerados errores que atentan contra la calidad de su discurso, que acuda al uso de palabras de rima demasiado fácil (gerundios, adverbios) a las que se recuerda en el ambiente con un dicho de un viejo payador que decía: "para los días que uno anda mal, siempre hay que tener consonantes con asa" (1), en clara alusión a los vocablos con terminación de uso muy frecuente, a los que es fácil acudir. O que apele al abuso de los clichés de verso entero tales como: "al compás de la guitarra" o "en este mismo momento". O bien que se abuse de conceptos preconcebidos, y mucho más si no son propios.

Dentro de este código al que nos estamos refiriendo, existen otras pautas directamente orientadas al respeto por el quehacer del payador. Así por ejemplo, está mal considerada una actuación con una indumentaria que no sea acorde al lugar y las circunstancias, así tambien como que el payador no asuma su compromiso profesional en la plenitud de sus facultades mentales y físicas contra las cuales atentan- por ejemplo- el alcohol o el cansancio mental y físico.

La soberbia y la vanidad son consideradas por alguno de los payadores como el peor de los males para su arte, ya que condiciona y predispone mal para el encuentro. Y su contracara el servilismo, es tambien mencionado como una actitud que ha dañado mucho al payador, sobre todo en relación al campo de la política.

La presencia femenina en la actividad payadoril genera grandes controversias entre los payadores, y hay quienes no las aceptan como pares. Sin embargo, existe unanimidad en cuanto al respeto que se le debe durante el contrapunto, en el que jamás la payadora deberá sobrellevar un trato irrespetuoso.

* De cómo hacer para ser

Hasta aquí las normas más sobresalientes, pero existen además ciertos recursos- algunos aceptados y otros objetados- que son usados por el payador, según las necesidades de la ocasión. En el uso de estos recursos reside la estrategia del payador para desarrollar con éxito su tarea de dialogar sobre determinados temas o enfrentarse en franca oposición.

Un recurso que es usado cuando actúan frente a una audiencia desconocedora de este fenómeno, y que descree de la habilidad repentista del payador, consiste en demostrar que se está improvisando, haciendo referencia a cualquier hecho inesperado que acaba de ocurrir en el lugar: un ruido, la aparición de una persona o animal, un fenómeno meteorológico, etc. Denominaría a este recurso, recurso probatorio, ya que su único objetivo es dar pruebas de esa capacidad.

Existen otros recursos que están destinados a conquistar la simpatía del público y a demostrar superioridad respecto del contendiente. A estos los llamaríamos picarescos ya que ponen en juego la picardía y habilidad del payador para sortear diversas situaciones con ventaja. Pueden aparecer : A) Para conquistar al público: recurriendo a gestos, o también a la adulación personal o a la ponderación de las bellezas del lugar. b) Para confundir al compañero con que se paya: recurriendo a palabras en desuso o sofisticadas cuyo significado pueda serle desconocido. O bien, cambiando la tonalidad del canto o el tipo de estrofa repentinamente y sin previo aviso. c) Para desconcertar o desestabilizar emocionalmente al compañero: imponiendo gran velocidad a la payada y dando a la voz una emisión enérgica y vigorosa, señalándole algún error recién cometido, llevándolo a temas que ignora, o comenzando a cantar sin respetar el interludio instrumental que hay entre estrofas, para así acallar los aplausos que su compañero ha merecido al finalizar su canto, cambiar el trato usual de usted por el tuteo, y - en casos muy extremos- acudir al trato grosero e hiriente.

Existen otros recursos que denominaremos poéticos, por ser atinentes exclusivamente a la poesía. En este aspecto destacamos la presencia de clichés de un verso (ripio), y de una marcada inclinación por el decir sentencioso que proviene de la tradición rural ("no arme la armada muy grande/ porque se le puede enredar"). . Los recursos de imágen más comúnmente usados son la metáfora y la alegoría ( "y el ave de mi cerebro/ se me despluma en poesía"; " al compás de este madero/ toda el alma se me inflama").

El asunto o tema sobre el que se paya puede ser libre, en cuyo caso aparece la temática gauchesca, algún tema de actualidad o general, o estar determinado por las circunstancias como por ej. un acto conmemorativo, o bien ser impuesto por un jurado o los organizadores de un encuentro. En este caso el tema es conocido recién en el momento de comenzar su actuación, generalmente con la lectura del contenido de un sobre cerrado. Actualmente entre los temas más propuestos aparecen la libertad, el campo y la ciudad, la vida y la muerte, el payador, la mujer, la amistad, la patria, los héroes de la independencia latinoamericana, etc.

Dependiendo del contexto, la payada cubre un rango que puede ir desde un clima afable y cordial hasta un clima irónico y violento, siendo esto último lo menos frecuente y duramente cuestionado por algunos payadores.

La historia personal de cada payador, la circunstancia del encuentro, el espacio físico, el estado anímico del momento, la personalidad de cada uno, el público que los acompaña y otros elementos, pueden variar el espíritu de la payada. Así entonces, no es dable suponer un mismo estilo de payada por parte de un mismo protagonista en diferentes ocasiones. En ella se ponen a prueba el conocimiento, la sagacidad, la profundidad del pensamiento, el ingenio verbal, la memoria, la inspiración poética, la agilidad mental y la habilidad retórica.

Todo ello se exhibe en cada actuación a través de un arte que tiene como destinatarios al público, al compañero payador, a los demás colegas y a sí mismo. Lo que más se defiende en cada ocasión y lo que está siempre expuesto, es el prestigio. Un prestigio que tiene historia y que se cuida a sabiendas de que él les permite ser continuadores orgullosos de un arte tradicional que actualmente poseen unos pocos.

Durante esta presentación sólo hemos contemplado sintéticamente aspectos normativos y estratégicos de un fenómeno poético-musical del área rioplatense que se asienta en la narrativa producida, en quien la produce y en quien la recibe. La normativa a que nos hemos referido, marca claramente la atmósfera de control que rige el acto de la payada, supuestamente libre, imaginativo e ingenioso. Todos ellos calificativos que acompañan al concepto de improvisación en su sentido más amplio.

Los recursos mencionados están destinados algunos al público, pero la mayoría al ocasional contrincante. Ellos forman parte de toda una gama de recursos mayor, en la que entran en juego tanto aspectos lingüísticos como paralingüísticos, y en los que el contenido de dicha poesía juega un papel más importante que su aspecto formal.

Y recordaremos sobre este aspecto algunos pensamientos de Carlos Molina (2): ..."La payada tiene sorpresas que lo sorprenden al mismo que está improvisando, porque encuentra cosas....! Seguramente que eso depende de su sensibilidad. El hombre encuentra cosas porque encuentra resonancia en su alma, entonces eso se traduce en ideas, y eso no es solamente oficio. Porque el oficio es saber la estructura del verso, saber como rima... Todo eso es muy importante, pero con ser importante no hace a la médula de la cosa.

...Yo soy un modesto creador, con los elementos que puso la naturaleza en mis manos, un modesto creador de cosas, de imágenes, de versos, de pedacitos de verdades que van golpeando la indiferencia, el egoismo...

...Yo siempre defendí al payador como institución.. porque el payador es el cantor que tiene la posibilidad de ir baldeando el alma! Nadie le está diciendo lo que debe decir: por eso que cuando el miente, se está mintiendo a sí mismo...".

Finalmente, deseamos manifestar que es gracias a la colaboración entusiasta de seis payadores (3) que son representativos del tipo de profesional al que nos hemos referido- dentro de los cuales destacamos por su generosidad a José Curbelo-, que hemos podido comenzar a transitar por éstos y otros aspectos de la payada rioplatense que no habían sido aún contemplados por la bibliografía especializada.

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NOTAS

(1) José Curbelo. Entrevista personal, 15/9/96, Buenos Aires.

(2) Carlos Molina. Entrevista personal, 16/11/96, Montevideo.

(3) Nómina alfabética de los payadores entrevistados:

Roberto Ayrala. San Pedro, Buenos Aires.

Juan Carlos Bares. Alejandro Korn, Buenos Aires.

Aldo Crubellier. Avellaneda, Buenos Aires.

José Curbelo. Avellaneda, Buenos Aires.

Calos Molina. Montevideo. Uruguay.

Marta Suint. Mar del Plata. Buenos Aires.

 

BIBLIOGRAFIA CITADA

- Di Santo, Víctor. El canto del payador en el circo criollo. 25 de Mayo (Buenos Aires), Edición del autor, 1987.

- Seibel, Beatriz. El cantar del payador. Antología. Buenos Aires, Ediciones del Sol, 1988.

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