POESIAS NEGRAS
ISBN : 9871022433 EDITORIAL : LIBROS EN RED AÑO DE PUBLICACION : 2001 Click, para ir a Libros en Red. Dos Dolares Edicion Electronica. ALGUNAS POESIAS NEGRAS
Las campanas doblan de placer
y el bullicio de los Ángeles muertos
se confunde con el llanto
de los niños que nunca nacieron.
En una sala las brujas
se divierten a cual más,
te dan las gracias por vender el alma
a cambio de una bella y delgada mujer.
Los sátiros corren sin dirección,
y el vientre de una madre muerta en parto
al fin se abre para liberar a las orugas grises,
todo exige salir del cautiverio,
las bestias horribles,
lapidados,
torturados,
todos ellos saben que este es el momento,
la dulce consagración hecha realidad.
Atado a una piedra
no te puedes defender,
las arpías comen gustosas un poco de ti,
cientos de insectos metálicos
carcomen la medula de tus huesos;
se regocijan sobre toda tu faz,
de tu poca paciencia y te hacen ver el pasado,
lleno de pecado y placeres
prohibidos por pagar.
Silencio,
El señor llega,
el arcángel de membranas.
El, un lamento hecho aullido,
con la fuerza de un lobo hambriento
recorriendo su territorio,
baja volando hasta la ciénega.
Abre su mano
e ilumina el averno,
la misma mano
que mira con un ojo
y señala a todos como cobardes.
Justicia,
para los seres de la noche
quienes bailan
a la suave luz de las velas.
Su paso firme resuena,
eclipsando las mentes
de los mal llegados huéspedes,
envolviéndolos en un llanto
al escuchar su risa macabra.
Has perdido,
nadie gana,
llorar lo inevitable es aún no haber madurado.
Una mujer vestida de negro mate
conserva entre sus dedos una piedra,
ella abre las cincuenta puertas ocultas
detrás de la fatiga por una eterna guerra.
Este es el reino de todos
los divididos
donde el imposible se hace imagen,
dos es uno, por que él es la puerta y el portal,
donde se juntan tierra e infierno.
Después de morir en el sueño de la vida
y despertar sin armas en la pesadilla de la muerte
los hechos cobrarán su precio,
ella es quien lo prometió,
todos esos caprichos voraces, inútiles, insomnes;
ella es quien se ríe aquí, siendo la reina de los idiotas,
sembrando una tierra hambrienta de promesas sublimes,
juramentos extraños, abstinencias necesarias, ritos milenarios,
necesidades ancestrales,
ella, si, ella, es la culpable.
Servimos a las pasiones ciegas,
a los impulsos retrogradas de animales,
nos sometemos como fieles ciervos,
la codicia es querer mas de lo debido,
ahora nos vamos pudriendo como una planta radioactiva
por una bruja que cumple su trabajo.
El árbol que no se dobla
muestra elegantemente entre el pantano su premio,
fosilizándose con el paso
del tiempo;
un horcado se mueve como péndulo.
Boca abierta, mirada al suelo,
brazos caídos sin fuerza,
el horcado es acribillado
por las lanzas de Lucifer.
Las serpientes con patas
encajan su veneno de manzana
en las venas del horcado,
prolongando eternamente su agonía.
Se estanca y apesta
el castrado de garganta,
una y otra vez la punición,
el castigo que adora su dueño.
Mis reflejos se han detenido,
el soplo divino se evaporo,
ha vuelto a su origen elemental.
Recuerdo haber tenido curiosidad por saber
cual seria mi canción fúnebre ...
escuché que
“todos mis problemas se ven lejanos”.
Siento el cuerpo cortado,
mis hombros cansados,
la mirada sumida,
peor que una resaca dura.
Si la vida no fue fácil,
la muerte aun es mas complicada,
porqué nadie nos dice como llevarla.
UN
BUEN OFICIO
Ser un ángel de la muerte
es como cualquier otro oficio,
tengo un horario que cumplir
y una patrona a quien responder.
Cuando termina tu tiempo de la vida
yo te doy el tiempo de la ausencia,
es un gran oficio, tengo mi uniforme
para que me identifiques al llegar.
Mi verdadero implemento de trabajo
es tan solo una hoz,
que me sirve para cortar tu existencia,
tan fácil de romper como un hilo de plata.
No soy tan cruel como crees,
sé que te separo de muchas cosas,
pero
lo hago con amor y caridad,
no me odies, hago también yo mi trabajo.
Son como tierra mis manos,
negras y finas al igual que las cenizas de una hoguera,
se han hecho polvo las pasiones
y caigo de bruces en el hirviente suelo.
El cansancio es hostil a las viseras,
terminará por deformarme
junto con todos aquellos
que caminan,
los veo avanzar temblando,
arrastrándose con los ojos entre abiertos sin ninguna oportunidad.
La laguna de coágulos
se alimenta solitaria
de espesa sangre coronaria
que palpita en el ardor púrpura de la isla decapitada
con sus peces de dientes enfermos de amor.
Mi cabeza apenas se sostiene,
mi sentidos son la arena seca del desierto,
no comprendo como permanezco conciente
si al fin, en el pecho no
tengo nada.
Siento el rencor en cada poro,
orgasmos de bilis, de repulsión, de vomito ácido,
caen por una cascada casi interminable
hasta que la última luz se apague te recordaré;
así, grande, gritando como un blusero a un puente;
el mareo viene nuevamente,
llega junto con mas cenizas,
con mas polvo para ver.
Rituales paganos
en la tierra de la aberración
dentro de la profundidad del dolor
sobre un ígneo altar son consumados.
Las sombras toman forma,
saltan su dimensión,
entre las piedras gritan y se alojan
para revivir en el otro yo.
Son los verdugos de la carne
que rompen las espaldas con látigos de sal
bañados en los besos de Azrael.
En los omoplatos
las alas no son de plumas,
son de cuero negro
que aprende a ceder y a desgarrarse.
Las antorchas mutan calcinadas
en hombres sin rostro
que recobran la memoria ancestral del esclavo
de como servir a su amo.
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