La mirada social

 

 
 

 

 


Desamparo


Se levantó casi al alba
con la ilusión de un aviso,
guardado celosamente
bien doblado en un bolsillo.
Pedían el secundario,
pelo corto, muy prolijo,
una semana de prueba;
si enganchaba, puesto fijo.
 
Llegó temprano a la cita
por la ansiedad consumido,
con un ruego entre los labios
masticado en el camino.
La entrevista ,interminable,
lo mantuvo siempre en vilo;
se despidió con un gesto
y una frase sin sentido.
Volvió a su casa a esperar
el llamado prometido,
pasaron días, semanas,
mañana y tarde; lo mismo.
Ya no importaba que fuera,
no quería ser mendigo
con tal de ganar el pan
y poder sentirse digno.
 
¡La pucha! qué  desamparo
lo iba ciñendo a sus hilos,
a veces tocaba fondo
y en el fondo estaba el vino.
Tarde a tarde al regresar
de recorrer mil avisos,
lo esperaba su mujer
junto a los hijos reunidos.
Pensando en las injusticias,
disimulaba un silbido.
¿Por qué? entre tanta riqueza
no tenían pan sus niños.
 

.

(C)Norma Ester Montenegro(R/2008)

 

 

 
     
 

 

 

ELEGÍA PARA CLAUDIA

Pollera a cuadros y tacones bajos
y la imagen del “CHE” puesta en la vincha.
Defender ideales: la amenaza
que el sistema perverso suponía.
 
Tenías diecisiete y un otoño
al volver del colegio, en una esquina
te esperaban las garras delatoras
del poder que esas bestias ejercían.
 
Cuando evoco tus ojos color miel
aún siento que su brillo me ilumina.
Tus sueños eran tantos y se fueron
tras la espera final de la utopía.
 
Cercenado en el alba tu capullo
ha de brotar fecundo en mil semillas
sin hojas de perdón, más invencibles
vivirán con tu savia florecida.
 
Te he buscado rasgando con mis uñas
este silencio atroz que se empecina
en responder al llanto que las hienas
decidieron que fluya día a día.
 
En nombre de qué lucha, de qué historia
sin reparos segaron tantas vidas.
Son más de treinta mil, que aún esperan
el acto singular de la justicia
 
Ahora he comprendido y, sin embargo
mi corazón espera todavía
que un viento justo agite los escombros
que han cubierto tamaña felonía.

Mayo de 1977

(C)Norma Ester Montenegro(R)

 

 

 
 
 
 

 

 

Espinas en el Alma

Al levantar mis ojos
y mirar por la ventana
encontré los tuyos, 
que hacia adentro miraban.
Peinaba tus cabellos
una lluvia de espinas,
mojándote sin culpa
las manos ateridas.

Con ademán amable
te invité a que entraras,
a compartir la mesa
que el mozo te negaba.
Ajeno en aquél sitio
comías en silencio,
tu inocencia dolía
penetraba los huesos.

Quise saber de ti
de tus pasos sin meta,
de noches en umbrales
y días sin escuela.
A todas mis preguntas
tus respuestas eran vagas,
y luego de repente,
un inaudible "gracias".

Te perdiste en la calle
volviste a sus entrañas,
dejando junto a mí
el candor de tu infancia.
Me quedé contemplando
la gente que pasaba,
sin voz para decirles
que entre ellos, allí estabas.


Al salir quise correr
alcanzarte mi esperanza,
regalarte la ilusión
que transforme tu mañana.
Sólo pude caminar,
lentamente, callada,
acunando a la niña
que dentro de mí, lloraba.

Norma Ester Montenegro

 

                              

 

 
 

 

 

Testimonio

La llovizna mojaba los cartones
que hacían de colchón en el umbral
el hombre estaba solo, acurrucado,
yacía mansamente en el portal.

Un animal caído a la intemperie
hubiera conmovido tal vez más
pues todos se alejaban presurosos
ansiosos de dejar " aquello" atrás.

La ciudad palpitaba bulliciosa
soberbia, sin un gesto solidario;
calle abajo rodaba la miseria
tiñendo de punzó su itinerario.

El frío sin piedad calaba mi alma
y el viento me empujaba a caminar.
Cerré los ojos y oculté muy dentro
a mi porción de culpa, sin llorar.

Norma Ester Montenegro

 

                              

 

 

 

 

 

                                                    CAUTIVO

 El tren blanco te acerca y te regresa,

en él viajan tus sueños y miserias,

la ciudad te recibe desconfiada

por que huelen a pobre tus arterias.

 

En un medio social que no te integra

por que a ricos molesta tu figura,

caminás por las calles en las noches

buscando tu sustento en la basura.

 

A la hora en que las casas de comida

arrojan los sobrantes de desganos,

resignado juntás esas migajas

que duelen como heridas en tus manos.

 

Cautivo del sistema que traiciona

los derechos del hombre a su alimento,

revolvés en tu bolsa las promesas

despojadas de todo sentimiento.

 

Mientras haya gobiernos que le roban

el futuro a tus hijos por codicia,

seguirás empujando hacia el abismo

el carro que te ha dado la injusticia.

 

Al grito que se apaga en tu garganta

deberás liberarlo: Cartonero,

que agite las banderas de la lucha

para afianzar un justo derrotero.

 

Quien ejerce el poder mira hacia el norte

no cuenta tu indigencia; compañero,

por eso en el reclamo de mi verso

también  mi corazón, es Cartonero.

 

Norma Ester Montenegro/7-2006

7/2006 -Mención Especial del Jurado.SOCIEDAD ARGENTINA DE ESCRITORES S.A.D.E. SECCIONAL SURBONAERENSE DELEGACIÓN LOMAS DE ZAMORA.

 

 

   

     

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