POLÍTICA&ECONOMÍA

Confiscación no es crecimiento

Por Ariel Di Doménico

El gobierno argentino despide el año 2003 con algunos indicadores macroeconómicos auspiciosos. La tasa de crecimiento del PBI rondará el 7% según estimaciones del Ministro de Economía Roberto Lavagna, la actividad industrial se recupera a un ritmo del 9% anual, crece la construcción y comienza a regularizarse la actividad bancaria.

Sin embargo, conviene un análisis de las verdaderas causas de la incipiente, pero real recuperación económica:

En primer lugar, la sustitución de importaciones está dando sus frutos. Si bien, como sabemos, sustituir importaciones tiene efectos productivos iniciales pero los costos para toda la sociedad no tardan en reflejarse. Los sectores textiles y la industria metalmecánica lideran el crecimiento industrial mostrando desopilantes tasas del 97% y 67% respectivamente. En tanto que los sectores lácteos  y carnes rojas muestran caídas de 12% y 3% respectivamente según los cálculos del INDEC para los primeros nueve meses del año.

En segundo término, el mundo nos está dando una mano histórica. Los precios internacionales de la soja y el petróleo motorizan la actividad agrícola y minera. A su vez, las retenciones a las exportaciones representan el impuesto estrella del 2003. Permite financiar el plan Jefes y Jefas de Hogar (subsidio a 2,3 millones de personas) y contribuye en gran medida a obtener el superávit prometido al Fondo Monetario Internacional.

Por ultimo, un tercer factor, no deliberadamente buscado contribuye al clima de algarabía económica que envuelve al oficialismo. El penoso recuerdo de la mega confiscación del 2001 y el 2002 se está alejando en el tiempo. No es un dato menor. Cuanto menos tengamos en la memoria aquellos días donde el gobierno nos anunciaba una confiscación diferente, en forma natural los argentinos recuperarán el nivel de actividad.

Los dos primeros factores que motivan la recuperación son transitorios y hasta distorsivos. La sustitución tiene rendimientos decrecientes y no puede confundirse con crecimiento genuino. Los buenos precios internacionales son circunstanciales. No podemos depender de estas circunstancias.

La paulatina eliminación del riego confiscatorio debe ser una premisa del gobierno. En cada acto, en cada medida de cada política debe procurar la eliminación de todo atisbo de confiscación. El estricto apego a los principios constitucionales de 1853 debe ser la guía de acción de la administración Kichner.

Efecto natural

El gobierno buscó activamente los beneficios de la sustitución y el aprovechamiento de los precios internacionales. Sin buscarlo activamente, sin hacer demasiado por ello, se encontró con un efecto natural que lo beneficia. Estamos ante una oportunidad histórica: que el gobierno acepte que la gente progresa cuando el Estado no confisca.

La experiencia argentina de finales del 2003 está demostrando que si el riesgo voraz se aleja, la economía crece.

Adam Smith lo explica de la siguiente manera: "La experiencia parece demostrarnos que en casi todas las circunstancias, la economía privada y la juiciosa conducta de los particulares, bastan no solamente para compensar el efecto de la prolijidad y de las imprudencias de los particulares mismos, sino también para balancear el efecto de las profusiones excesivas del gobierno". "Este esfuerzo constante, uniforme y jamás interrumpido de todo individuo por mejorar su suerte, tiene a menudo bastante poder para mantener, a despecho de las locuras del gobierno y de todos los errores de la administración, el progreso natural de las cosas hacia una condición mejor".

Dicho principio da al individuo la salud y el vigor, no solamente a pesar de la enfermedad, sino también a despecho de las absurdas recetas del médico.