¿Comenzó el ser humano su lenta evolución sobre la Tierra hace unos cinco millones de años?
Eso afirman los paleontólogos genetistas que creen ver en el Hombre al más logrado modelo de Evolución lanzado por la Naturaleza.
Pero todo análisis de nuestra realidad debe partir de un punto primigenio: ¿Qué es el Ser Humano?
¿El resultado de una larga Evolución?
Yo no estaría tan seguro.
A la luz que arrojan las últimas investigaciones biológicas y antropológicas sobre la aparición del Hombre en el planeta, se puede inferir que: La especie humana, se ha venido abriendo paso a través del proceso natural, a grandes brincos, lo que lejos de mostrar una evolución, podría encuadrarse como mutación.
La mutación se explica como un salto, un atajo rápido, en el incierto camino de la evolución.
A través de estos saltos biológicos, la humanidad logra la preeminencia actual, desconociendo antecesores, eslabones; no los encuentra porque no los hay. Tal vez las cucarachas sirvan como ejemplo de lo lenta o estratificada que puede ser la evolución.
Por medio de ella, una especie desarrolla aptitudes frente a una dificultad ambiental, y se adapta al medio; como los insectos frente a los insecticidas. Así, la evolución está respaldada por todo el soporte natural que la fortalece.
La mutación por el contrario, logra rápido ascenso pero sin el respaldo Natural y por ende es frágil.

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Permítame dar un ejemplo: Desde el lejano Oligoceno, y hasta hace unos 10.000 años, vivió en la Tierra, un curioso animal del grupo de los Félidos, que dimos en llamar "Tigre dientes de sable".
Este carnívoro se extinguió en el Pleistoceno, luego de desarrollar unos caninos superiores de más de 18 centímetros por debajo de la mandíbula inferior.
Esta especie también dió sin querer con un misterioso atajo biológico, que le permitió encaramarse en la cúspide de la cadena alimentaria de la época.
Disfrutó el poder por espacio de más de 3.000.000 de años; y parece que cuando se llega al poder por el atajo de la mutación no se piensa en términos de futuro, solo existe el tiempo presente.
El "Tigre dientes de sable" era el depredador sin oponentes. Su dieta se repartía entre herbívoros, mamíferos y carnívoros por igual.
Y como quien solo tiene paladar para la buena gastronomía, éste felino, solo tuvo diente para un fósil, que en su época fue un suculento mamífero, que hoy llamamos Mastodonte.
Esta especialización en el gusto, hizo que el tigre desarrollara rápidamente los famosos dientes para poder hincarlos únicamente, entre las vértebras del pescuezo de su presa favorita, protegidas con gruesas capas de grasa y carne.
¡Y claro que degustó de la buena carne de Mastodonte! Pero esos dientes no eran apropiados para la caza de otros animales que tuvieran mayor caudal cartilaginoso porque sus dientes se trababan e indefectiblemente se quebraban.
Esto lo dejaba prácticamente lisiado y condenado a muerte; convirtiéndolo en presa fácil del hambre y de otros depredadores menores.
Por muchísimos años abundaron los mastodontes. Pero, llegó el tiempo en que la Naturaleza discontinuó su fabricación. Entonces los "Tigres dientes de sable" se quedaron irremediablemente sin posibilidad de alimentarse.
La especialización en el gusto gastronómico los convirtió en lisiados alimentarios. Se extinguieron con dramática e inusitada rapidez. Murieron de pura y sencilla inanición.

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Esta historia de los "Tigres diente de sable", nos compete profundamente.
También nosotros, al igual que ellos, somos una especie modificada, y estamos encaramados en la punta del alfiler advenedizo.
¿Porqué? No hay respuestas válidas. ¡Será el Azar!
Así como fuimos nosotros, pudieron ser los monos, que después de cinco millones de años siguen imperturbables y sin cambios notorios; o como la cucaracha, modelo compacto y clásico, o como los leones que cada mañana se despiertan sin recordar el ayer y sin planes para el mañana.
Nosotros somos el resultado de un atajo llamado "Mutación" y hoy nos alimentamos de un sustrato que se denomina "Tecnología", de la cual dependemos tal como los tigres de los mastodontes.
Pero esta "Tecnología", producto de nuestra invención, es aún más frágil que los mastodontes, hijos de la Naturaleza.

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Por esta razón es manifiesto que nuestro futuro es incierto. ¿Porqué?
Porque la "Tecnología", comenzó su desarrollo hace unos cien mil años, cuando el Homo sapiens "apareció" en escena con una cavidad craneal de 1500 cm3, en marcada diferencia con los escasos 400 cm3 de toda la familia de Australopithecus de los que supuestamente descendemos (¡Vaya si esto no fué un atajo!).
Y si el Ser Humano no está dentro del plan natural, es un intruso que usurpa, aniquila y esquilma el medio físico del cual es alienígena.

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A eso se le denomina Virus; del latín, veneno, y según el diccionario se trata de "entidades orgánicas compuestas tan sólo de material genético (Explosión Demográfica) rodeado por una cubierta protectora" (Tecnología).
Más adelante la descripción continúa:
"El término virus se utilizó en la última década del siglo XIX para describir agentes más pequeños que las bacterias. Ëstos carecen de vida independiente, y se multiplican en el interior de las células vivas, perjudicándolas en este proceso".
Siguiendo el hilo deductivo, podemos inferir que si la especie Humana es una Mutación activa, el proceso de alteraciones continúa; es decir, la Mutación primaria prosigue desdoblándose en secundarias.
Lo que nos conduce a una ramificación de interrogantes; a saber: ¿Cómo se comportaría una Mutación activa en la actualidad?
¿Qué reacciones se pueden suscitar en el organismo receptor Tierra?
¿De donde viene éste virus mutable llamado "Ser Humano"?
¿Que pasó con nuestros "primos lejanos", los Australopithecus, los Homo habilis, los Homo erectus, los Homo neanderthalensis?
¿Tenía la Madre Naturaleza realmente entre sus planes, desarrollar una "especie superior" sobre éste planeta?
Como vemos los interrogantes son variados e inquietantes.
No podemos soslayarlos dejándolos de lado; trataremos por consiguiente desarrollarlos uno a uno.

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El comportamiento de una Mutación activa sería proseguir con modificaciones a un ritmo cada vez más acelerado, utilizando variables totalmente aleatorias.
Lo vemos en la especie humana, que experimenta sistemas de reproducción ajenos al proceso natural (inseminación artificial, clonación).
De otras formas sucede lo mismo con diferentes especies que se convierten en plaga.
La Naturaleza tiene sistemas de control contra estos flagelos; uno de los más eficaces es desarrollar entre sus integrantes, misteriosos virus que atacan el sistema nervioso, produciendo locura colectiva (podemos verlo en las ratas, que al superar un balance ecológico, se les inhibe el instinto de conservación y se precipitan al suicidio en masa).
El sistema nervioso alterado por el virus, produce seres cada vez más violentos y destructivos.
También puede ser atacado el sistema reproductivo de la especie, lo que termina por cortar la propagación de la misma.
La Mutación, si bien es altamente adaptable, es muy vulnerable a los "virus" que pueda introducirle la Naturaleza; y si sumamos que la especie ha desarrollado una dependencia (Especialización) no natural (Tecnología), la precariedad es alarmante.
Si el resto de las especies que poblaron y pueblan el planeta no manifestaron un proceso evolutivo significativo, es porque responden a un patrón natural que lo inhibe. Por eso los monos de hoy no tienen mayores diferencias con los del cuaternario.
Entonces, ¿porqué el Hombre progresó tan dramáticamente?
¿Una alteración en los programas naturales?
O ¿su aparición sobre el planeta hace unos cien mil años habrá sido accidental?
¿Fueron los "Tigre dientes de sable" testigos de la llegada o abandono de algunos náufragos espaciales?
¿Las húmedas selvas del Pleistoceno habrán sido el hogar primigenio de estos seres que paulatinamente fueron perdiendo la cultura y tecnología alienígena para sumirse en la barbarie?
Una teoría habla de que la Tierra a través de su existencia tuvo cuatro lunas consecutivas, que orbitaron al planeta por milenios hasta finalmente caer (teoría de Hans Horbiger, desarrollada en el libro Secretos Develados).
Estos enormes icebergs capturados por la atracción del planeta, provenientes del espacio profundo ¿contenían vida latente?
¿No es posible conjeturar que sobre ellos pudieron sobrevivir algunos miembros de una raza alienígena arrastrados por algún cataclismo?

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Si considera que con esta deducción nos apartamos de lo argumentado por la antropología, permítanme decir que es tan improvable lo sostenido por la ciencia, como posible nuestra teoría.
De especulaciones lúcidas se fundamenta el camino de los descubrimientos. Sobre el origen de la especie humana nada es claro aún; por lo tanto no es inteligente cristalizar teorías cuando no tenemos ninguna prueba valedera que afirme una cosa o la otra.
Sin ir más lejos, la antigua cultura egipcia, sobre la que tanto se ha investigado y escrito y de la que se creía conocerlo todo, nos sorprendió durante los años 1997 al 2000 al realizarse inesperados descubrimientos que modifican muchas afirmaciones científicas incuestionables hasta ahora.
Piense que solamente estamos hablando de sucesos que tienen unos 3.000 años.
¿Entonces, que certeza tenemos sobre vestigios que tienen entre 5.000.000 y 100.000 años de antigüedad?

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Podemos estar equivocados; lo admitimos como hecho probable, pero ¿no es mejor especular partiendo de la base de la imaginación, que hacerlo desde encasillamientos ortodoxos, que siempre son superados por la realidad oculta?
¡La Imaginación al poder! Dijeron los estudiantes del Mayo Francés, y no se equivocaban al elegir la flexibilidad creativa en contraposición a la rigidez conceptual. La ciencia tradicional al igual que la Iglesia Católica tiene que pedir perdón retroactivamente por barbaridades creídas y cometidas.
Si bien, la Iglesia se retracta de sus tropelías de hace unos 400 años, la Ciencia corre el riesgo de hacer mea culpa por los últimos 100.000.

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Volvamos a nuestra libre deducción sobre el origen del Hombre; pensemos que si pudo llegar hasta la superficie del planeta algún náufrago estelar ¿fue algún polizón o cocinero castigado por su capitán y dejado a su suerte? Todo es posible.
Podemos suponer que se relacionó con los Homo Neanderthalensis y al tener descendencia con ellos, dió origen al Homo Sapiens.
¿Y porqué tuvo que ser un ser de sexo masculino?
¿No pudo haber sido una hembra la que fue abandonada en el primitivo planeta?
¡Por supuesto! Recordemos una sugestiva leyenda, como la de Lilith (Desarrollada en el libro Secretos Develados); la Biblia guarda memoria de ella, catalogándola como un demonio encarnado en cuerpo de mujer.
Ella trasciende las edades y se vincula con el origen arquetípico de la Humanidad, y se la refiere como la primera mujer de Adán.
¿Sería Lilith una mujer llegada de las estrellas y que por un destino aciago debió terminar su vida entre primitivos Neanderthalensis?
"Ella está en este mundo desde la primera hora. Este demonio asirio, tomando las formas de una hermosa mujer, según el Talmud, sedujo por vez primera a Adán, con quien tuvo varios hijos.
Madre de gigantes y demonios, que de acuerdo con las leyendas rabínicas, no quiso someterse a su marido, y luego de que Adán la abandonara, se fue a vivir en la región del aire.
En la Biblia este nombre aparece solo una vez, en Isaías 34,14. San Jerónimo, la tradujo como "Lamia". Lutero le dio el nombre de Kobold. La versión española de Nácar Colunga la llamó "Fantasma nocturno".
Siguiendo la tradición popular que desde muy antiguo la identificó con un demonio femenino, especie de súcubo asirio, la palabra en su sentido literal significa "ave nocturna".
Cuando Dios crea a Eva, Adán descubre en ella a un igual, repudia a Lilith y la abandona a su soledad y desdicha.
Con este acto, culmina la gesta heroica, en cuyo transcurso la humanidad estuvo emparentada con dioses y demonios. Es la ruptura del ciclo mítico, para comenzar el devenir del tiempo histórico.
Adán deja de estar preso de un amor eterno, para amar la dolorosa imperfección de su propia naturaleza.
Comienza aquí la gesta a dimensión humana. Juntos Adán y Eva conforman la pareja primigenia, generadora de una nueva estirpe". (extracto del Capítulo II Secretos Develados).

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Podemos quedarnos con estas suposiciones o seguir indagando; pero lo que no debemos es dar por sentado lo que afirman con tanta vehemencia los dictámenes científicos, a riesgo de que nos suceda nuevamente lo que en 1912; ¿no lo sabe? Fue así:
Al igual que ahora, los científicos estaban abocados a la búsqueda del inefable "eslabón pedido" ¿de qué eslabón hablo? De una especie de hombre simiesco que pudo vivir en la Europa del Pleistoceno.
Fue cuando el pícaro de Charles Dawson sorprendió al mundo científico al anunciar que había encontrado restos fósiles en Piltdown, una localidad ubicada a 70 km de Londres.
El cráneo era similar al de un hombre actual, pero su maxilar inferior y los caninos de gran desarrollo, eran netamente simiescos.
La revista científica Nature en su edición del 5 de diciembre de 1912 apoyándose en el "descubrimiento"daba por sentado el origen común del hombre con el mono.
Pasaron los años, hasta que recién en 1954, utilizando un novedoso sistema de fechado se constató la verdad: El cráneo pertenecía a un hombre moderno pero había sido"envejecido" tratándolo con bicromato de potasio; la mandíbula tenía igual tratamiento y manipulaciones para darle aspecto fósil, pero en realidad pertenecía a un simple orangután.
El famoso "hombre de Piltdown" pasó a la historia como uno de los fraudes más escandalosos del mundo científico.
Hoy el Museo de Ciencias Naturales de Londres, guarda el recuerdo de una de las tantas veces que la ciencia compró gato por liebre.
Y puedo asegurar que no será la última. Entonces, si hasta las evidencias pueden ser falsas, o auténticas pero mal interpretadas, o las verdades pueden ser amordazadas por intereses diversos; trate entonces de conectarse con sus verdades personales:
Imagine; solo la imaginación lo hará libre.

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