por Walter Isler

Indigentes porteños
La congelada vida en la calle

Valparaíso, Chile. Bastó caminar por unas cuantas cuadras de la Ciudad Puerto, para conocer un escenario oculto, en el que viven muchas personas desafiando al frío y la noche.
En sólo una tarde, pude conocer varios casos – unos más conmovedores que otros- de personas que viven en la calle hace algún tiempo en distintos lugares del sector, hasta en los sitios más insólitos. Aquellos por los que durante el día muchos pasan y ni siquiera creen que alguien haya hecho de ese solitario rincón y helado espacio, su habitación.
Todas son situaciones realmente impactantes. Sin embargo, quienes están en dichas circunstancias, prefieren bajarle el perfil al hecho de refugiarse en estos lugares, que son realmente inhumanos y dicen que han preferido vivir así a pesar de las oportunidades que les brindan las instituciones como el Hogar de Cristo y tantas otras más que han dejado atrás.
Es así como muchos han llegado a coexistir rodeados de basura, perros vagos y lo más importante, temperaturas bajísimas que se registran en la zona, en una forma muy particular. Incluso que en aquellos días y noches de temporales de viento y lluvia, aquellas personas su único albergue permitido y aprobado por ellos mismos es hecho sólo de puras latas, cartón y fuego, aun así esto no sigue siendo impedimento para que estas personas dejen la calle, sino que al contrario creen que esto es una de las cosas que les entrega la calle.
Uno pasea por las calles porteñas y pasa el lado de algún indigente piensa: “Pobrecito el curaíto”. Generalmente es un hombre de edad o son mujeres, que por vivir en la calle tiene algún trastorno mental o demencia senil. Ha perdido la mayoría de sus dientes por falta de higiene, no huele bien, su ropa está sucia (probablemente no tiene la oportunidad de cambiársela), a veces ni siquiera tiene zapatos en buen estado. No podría siquiera imaginar estar en una condición tal. Es una condición indigna, una de las condiciones más indignas del ser humano, pero a la vez la más libre como dicen aquellos que están insertos en esta situación. Una situación lamentable que se repite una y otra vez, en todos los lugares de la ciudad, como también en las muchas ciudades de nuestro país (y por qué no decir, en la mayor parte de las ciudades del mundo). Me pregunto ¿Cuáles son las causas que hacen que una persona llegue a tener esa vida tan miserable? Podríamos hablar que la falta de oportunidades, la incomprensión de parte de las familias… pero esas frases son tan siúticas. Por otro lado, el alcohol, se hace el mejor acompañante de estas personas, quizás sea una de las razones que llevan a esta persona a dejar el hogar, o una vez que se han sentido perdidos sea la morfina que necesitan para calmar el dolor, pasar el frío y el hambre… Se han quedado en la calle, con la edad que los acompaña y no les permite optar a algo en la sociedad, no tienen familia, están solos y perdidos en la ciudad. Se acercan pidiendo una moneda, con ojos que hablan de su pesar. No hay maldad en sus rostros, su iris brilla de la misma forma en que brilla el de un niño…
Por lo menos hay instituciones que ofrecen almuerzos para estas personas, que les brindan por lo menos un plato de comida digna para poder sobrevivir cada día como lo realizan en el lugar que los mendigos llaman el 421 (comedor de la iglesia La Matriz).

 
   

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