-¿Cuándo comenzaste a darte cuenta de tu problema y a recapacitar?

Fue un día que mi madre me llevó a tratamiento, ya que no sabía qué más hacer conmigo, yo ya ni tenía conciencia de mi problema, lo veía como algo normal. Entonces comencé a no tomar, pero a la semana, recaí y fui a la terapia en un estado etílico y justo me encuentro con mi madre, quien lloró al verme así. Entre mareos y nauseas logré ver el llanto de mi mamá, a quien abracé y le prometí que las cosas cambiarían, ese día no lo olvidaré jamás.

-¿Cuál fue tu pilar más grande para tu rehabilitación?

Mi madre y mi hermano, ya que ellos nunca me abandonaron, sobre todo él, que jamás me discriminó y siempre tuve su cariño, y de mi madre, qué te puedo decir, ha sido lo máximo, daría la vida por ella. Ahora que ya controlo mi vicio, miro atrás, los casi 20 años que estuve sumido en esa pudrición, ya que el vicio me mantuvo muerto toda una vida, pero gracias a Dios y el apoyo de los míos, logré salir de esto y ahora estoy muy contento.

-¿Quién es Juan Albornos en la actualidad?

Un hombre que lleva 3 años sin probar una sola gota de alcohol, que trabaja de conserje, ya que nunca ejercí mi profesión, pero soy feliz haciendo mi labor. Conocí a una mujer espectacular, a la cual quiero con todas mis fuerzas y con quien me voy a casar. En estos momentos he afirmado mis relaciones con mi familia, sobre todo con mi padre, pero lo que me hace más feliz, es ver la cara de mi madre y hermano contenta, quienes creyeron siempre en mí y supieron estar ahí, al lado de un alcohólico, lo que no es para nada fácil.

-¿Desea dejarle un mensaje a la gente que sufre de alcoholismo?

Más que a ellos, a sus familiares, ya que sin su apoyo, uno jamás saldría del vicio, ya que no se tiene la capacidad de razonar por uno mismo, se necesita que le abran los ojos y que se les acompañe en este duro caminar de la rehabilitación, más bien de la abstención, porque el vicio vive con uno y hay que aprender a controlarlo.

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