Ángeles adorando a Jesús Sacramentado  Ángeles adorando a Jesús Sacramentado

Adoro te devote, latens deitas, quae sub his figuris vere latitas: tibi se cor meum totum subicit, quia te conemplans totum deficit, visus, tactus, gustus in te fallitur. Sed auditu solo tuto creditur, credo quiquid deixit Dei Filius: nil hoc Verbo veritatis verius. 

Sección Anecdotario:

Sacerdote fallecido e incorrupto en la Argentina

 

En la edición anterior de Fides et Ratio, realizamos una breve aproximación al fenómeno de la incorrupción, carente de explicación racional secular. Pudimos asimismo conocer varios ejemplos de tamaño prodigio, siendo quizás el más impactante el de Santa Bernardette, la vidente de Lourdes, quien parece reposar en su sueño diario. 

 

Es interesante destacar que nuestro país no es ajeno a esta demostración divina de potestad sobre la naturaleza. Creo prudente  hacerles conocer una crónica publicada en el conocido periódico cordobés «La Voz del Interior», el 27 de septiembre de 2005.

 

Francisco Baeza, nacido en Málaga (España), había llegado joven con sus padres a la Argentina y transitó en el orden sacerdotal en la orden de los salesianos, fundada por San Juan Bosco. Desempeñó su labor como sacerdote en Alta Gracia y a los 30 años comenzó a sufrir los padecimientos de la enfermedad de Parkinson.

 

El trastorno neurológico lo llevó a una silla de ruedas, fruto del progresivo deterioro motor causado por la enfermedad. A los tempranos 50 años, el padre Francisco murió y fue sepultado por la congregación en la citada Alta Gracia.

 

Casi medio siglo después, buscando cumplir una promesa hecha a su padre (hermano del sacerdote), su sobrino Juan Carlos, único allegado vivo, obtuvo el permiso de los salesianos para trasladar el cuerpo del padre Francisco, previa cremación, al panteón familiar en Río Tercero.

 

Enorme fue la sorpresa de todos al realizar la exhumación del fallecido y encontrar ante los ojos impávidos de los presentes el cuerpo intacto, con cabellos, uñas y cejas impolutos, sin haber perdido masa muscular y con la piel losana

 

Los testimonios de Juan Carlos Baeza, de los sacerdotes y del personal de la empresa fúnebre fueron por igual coincidentes. Se tomaron fotografías, las cuales se encuentran en estricta propiedad de la congregación, y, en lugar de ser cremado, el cuerpo fue colocado en un nuevo féretro para ser sepultado junto a su hermano en el cementerio de Río Tercero, de acuerdo a la petición familiar.

 

Quizás sea momento de recordar a San Ignacio de Loyola, cuando afirmaba «Señor, si tan maravillosas son las pálidas imágenes tuyas, ¡qué insondable y admirable será tu misma grandiosidad!»

 

Revista Digital Fides et Ratio - Junio de 2006

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