
Credo
in unum Deum, Patrem
omnipotentem,
factorem
coeli et terrae,
visibilium omnium et invisibilium.
Sección
Astronomía y Física:
comprender
la datación radiométrica (segunda parte)
Hemos
concluido la primera parte de este ensayo describiendo la
fórmula que se utiliza para determinar, desde el punto de vista
teórico, cual es la antigüedad de un objeto considerado.
Recordemos que:
At = Ao . e - lambda x t
Donde:
At es la actividad actual de la muestra
Ao es la actividad INICIAL de átomos
t es el tiempo transcurrido
lambda es la constante de desintegración
Una de las rocas que ofrecen mejores chances de aprovechar los
métodos de datación radiométricas son aquellas que
proceden de erupciones volcánicas, ya que son ricas en
sustancias como la dacita; además, resultan un interesante
modelo ya que, si utilizamos fragmentos tomados en tiempos
históricos, conocemos con absoluta exactitud su fecha de origen,
esto es, de solidificación.
En las rocas ígneas, se suele utilizarse como par de
isótopos al llamado "potasio-argón": los átomos de
potasio 40 decaen por los fenómenos que explicamos en el
capítulo anterior a argón 40. El periodo de
semidesintegración es del orden de los 1 300 millones de
años: un gramo de potasio 40, en ese lapso, dejará como
resultado 0.5 gramos del citado elemento y otros 0.5 gramos de
argón 40.
Existe un detalle elemental: la cantidad INICIAL de potasio 40 presente
en la roca no se conoce, y, por lo tanto, se asume mediante "modelos
teóricos" que se consideran estandarizados.
Acaso el ejemplo más difundido es el ocurrido cuando, en junio
de 1992, se tomaron muestras procedentes de la erupción del
volcán Santa Elena ocurrida en 1980. Las rocas ígneas
tenían, por ende, doce años comprobados de
antigüedad. Los fragmentos fueron procesados de modo habitual y
remitidos al reconocido laboratorio Geochron
de Massachussetts con técnica ciega, esto es, sin informar su
procedencia, sino sólo su naturaleza química y la
"presunción teórica" de origen reciente.
Las cinco muestras separadas fueron informadas con estas características:
Muestra 1 (roca completa) --> Antigüedad 350 mil ± 50 mil años
Muestra 2 (feldespato) --> Antigüedad 340 mil ± 60 mil años
Muestra 3 (anfibola y otros compuestos) --> Antigüedad 900 mil ± 200 mil años
Muestra 4 (piroxeno y otros compuestos) --> Antigüedad 1.7 millones ± 300 mil años
Muestra 5 (ídem) --> Antigüedad 2.8 millones ± 600 mil años
Estos resultados revelan, en primer lugar, poca correlación
entre las cinco muestras, tomadas en el mismo sitio y al mismo tiempo,
y la falencia de la "presunción teórica" en cuanto al
CONTENIDO INICIAL de isótopos en la muestra. Vale recordar que
la totalidad de los ejemplares remitidos tenían sólo doce
años de formación. El cita del estudio completo es CEN Tech. J. 1996; 10(3);335-343, no disponible para su lectura directa en Internet.
¿Acaso se trata de una falla en el par de isótopos
elegidos? Resulta un planteo racional y claramente científico.
Una buena respuesta es remitirnos al trabajo original que
dató la antigüedad de nuestro planeta en aproximadamente 4
500 millones de años, el conocido ensayo de Clare Patterson
publicado allá por 1956 en Geochimica et
Cosmochimica Acta, el órgano oficial de la Geochemical Society de los Estados Unidos.
Patterson
realizó su conocido análisis examinando el contenido de
isótopos de plomo en rocas terrestres, en dos meteoritos de alto
contenido en hierro y en una muestra de sedimento del fondo
oceánico. Volcó sus resultados en un gráfico y
formó lo que se denomina un isocrono, en forma análoga a
las isobaras e isotermas de la meteorología. Mediante algunas
conjeturas y extrapolaciones matemáticas, Patterson
concluyó que la edad de la Tierra debía estar
próxima a los 4 550 millones de años

Entre otras
consideraciones, existe un error estadístico, por el hecho de
utilizar una sola muestra de sedimento oceánico en lugar de las
múltiples necesarias para minimizar el riesgo de error
fruto de las variedades regionales. Paralelamente,
geólogos de la misma talla (Hutchinson, Gale, Arden) realizaron
muestreos parecidos con resultados completamente diferentes; de hecho
al utilizar la misma línea de razonamiento de Patterson han
llegado a la conclusión irracional de... ¡una edad
negativa para la Tierra! (Nature 1972, 240; páginas 56-57)
Además, existe otra consideración que hasta aquí
no hemos mencionado: la siniestra seguidilla de detonaciones nucleares
provocadas por el hombre desde mediados de la década de 1940,
incluyendo tanto las pruebas como el uso de armamento nuclear en la
Segunda Guerra Mundial, han cambiado drásticamente el contenido
de radioisótopos de la Tierra, lo cual hace imposible la
medición (y menos aún la "presunción") del
contenido de isótopos de una muestra dada.
En resumen, los métodos de datación resultan poco
confiables para medir la antigüedad tanto de los fósiles
como de las rocas inertes, por lo cual cualquier estimación de
la edad de un objeto con esta técnica resulta por lo menos
temeraria.
Revista
Digital Fides et Ratio - Junio de 2008

