Credo
in unum Deum, Patrem omnipotentem,
factorem coeli et terrae, visibilium omnium et invisibilium.
El asombro que nos genera nuestro conocimiento sobre el Sol es cada
vez mayor. Desde la óptica de la Fe, sólo nos queda admirar la perfección de
lo creado. A los ojos de la ciencia, la excepcionalidad del Sol en relación a
otras estrellas se hace notable y obliga a una lectura trascendente de la
realidad del Universo.
Como
hemos mencionado, una parte importante de la energía producida por el Sol (que
llega a nosotros fundamentalmente como luz, calor y rayos ultravioleta) se
genera a través de la llamada fusión nuclear. Tratando de ser simplista, lo que ocurre en este proceso es
que los núcleos de los átomos de hidrógeno, el elemento más abundante del
Sol, sometidos a gigantescas presiones y temperaturas, se fusionan unos con
otros dando lugar a núcleos de átomos de helio. Parte de la materia
involucrada en este proceso se convierte en energía, de acuerdo a valores
conocidos y establecidos, y parte de esa energía es canalizada a través de
unas partículas llamadas neutrinos.
Así,
sabemos que:
4
núcleos de hidrógeno
à
1 núcleo de helio, 2 positrones, 2 neutrinos
4
H+
à
He2+
+ 2 e+
+ 2 ve
Muchos
de nosotros recordamos a las partículas subatómicas llamadas protones,
neutrones y electrones. En realidad, el submundo de estas sorprendentes partículas
incluye casi una
veintena de integrantes además de aquellas tres, entre las que se destacan los
neutrinos. Estos son partículas que carecen de carga eléctrica y de masa; sus
propiedades fueron deducidas por Pauli en 1931 para explicar la conservación de
la energía en distintos procesos físicos. Las pruebas definitivas de su
existencia fueron documentadas en 1956 por Reines y Cowan Jr.
Figura 1.- Neutrinos procedentes del Sol
De
acuerdo a lo que podemos deducir de la ecuación de líneas arriba, se producen
cantidades inconmensurables de neutrinos durante la fusión nuclear en el Sol. Dado que carecen de masa y de carga
eléctrica, estas partículas viajan a la velocidad de la luz y en muchas
ocasiones atraviesan la materia sin interactuar con ella. De hecho, en el
momento en que usted lee estas líneas trillones de neutrinos
solares lo están atravesando de lado a lado sin tomar contacto con un solo
tejido de los que conforman su cuerpo.
Figura 2.- Experimento Kamiokande para la detección de neutrinos solares (Japón, 1998)
Como
pueden imaginarse, estas propiedades hacen que sea muy difícil lograr la
detección de los neutrinos. Sin embargo, con las técnicas más sensibles disponibles, se ha logrado determinar
que, al menos en apariencia, el Sol sólo produce un tercio de los neutrinos
esperables en su generación de energía. Esto ha sorprendido a los astrónomos,
sobre todo ante quienes dan por sentado que el mecanismo generador
de la energía solar por excelencia es la fusión nuclear.
Al
respecto, se han planteado al menos 3 hipótesis interesantes:
à
acaso el Sol tenga mecanismos alternativos de generación de energía. De hecho,
en el siglo XIX el conocido físico von Helmholtz había propuesto que
la energía solar procede de colapsos gravitatorios, esto es, pequeñas «implosiones»
generadas por energía potencial gravitacional. De ser así, el Sol debería
reducir su tamaño en forma lenta y progresiva, hecho
este que parece, al menos en parte, verificado por distintos trabajos científicos.
El gran inconveniente de esta hipótesis es que, si el Sol se está
«achicando» por estos colapsos gravitacionales, bastaría retroceder
en el tiempo unos pocos millones de años para encontrarse con un Sol
lo suficientemente grande para impedir la vida sobre la Tierra, aún cuando un
porcentaje importante de la energía proceda de la fusión nuclear y no del
colapso gravitacional. Este comentario vuelve a abrir las puertas sobre la real
antigüedad de nuestro mundo.
à
tal vez los neutrinos en realidad tienen una masa, aunque mínima y despreciable,
lo cual hace que tengan más interacciones con la materia de lo que pensamos.
Experiencias realizadas ya desde 1998 sugieren esta explicación, al objetivarse
que los neutrinos podrían oscilar entre al menos tres subtipos. Ocurre que, de
confirmarse esta hipótesis, la suma de todas estas pequeñísimas masas darían
lugar a una masa total para todo el Universo enormemente mayor a la
calculada, por lo cual se reforzaría la posibilidad de considerar al Big Bang
como un error y a la imposibilidad total de un Universo que se expande de
continuo... ya que por su propia masa terminaría colapsando y contrayéndose
à
quizás nuestros cálculos sobre la fusión nuclear estén equivocados, con lo
cual todas nuestras soberbias teorías sobre el Cosmos se estarían basando en
una irrealidad insostenible
Es claro que aún somos incapaces de comprender las maravillas de la Creación, en especial la de la estrella que ilumina nuestros cielos diurnos y nos permite mantener la vida sobre la Tierra. Acaso con una mirada más humilde, a los ojos de nuestra humana limitación, podamos admirar con real profundidad la obra de Dios para con nosotros.