Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem,
factorem coeli et terrae, visibilium omnium et invisibilium.
Después
de la nueva forma de
catalogar a los cuerpos celestes, Neptuno pasó a ser el
último de los 8
planetas convencionales de nuestro sistema solar (Plutón
pertenece a la
categoría de planeta enano).
Neptuno es un
planeta
fundamentalmente gaseoso (similar a Júpiter, Saturno y
Urano), con una masa 17
veces mayor a la de
Neptuno
(imagen NASA, 1989)
Más
aún, a mediados de la última
década del siglo XX, el telescopio orbital Hubble
demostró que esas tormentas
eran dinámicas y cambiantes. Además, al igual que
otros planetas gaseosos,
Neptuno genera calor e irradia hacia el espacio el equivalente al doble
de la
energía que le llega del Sol.
Estas
características hacen que
resulte difícil encuadrar a Neptuno en los modelos
habituales de origen del
sistema solar y los planetas. En una recordada cita de una prestigiosa
revista
especializada (Birth of Uranus and Neptune, Astronomy
28(4):30,
2000), se afirmó textualmente que “los
astrónomos que estudian la formación del
sistema solar tienen un secreto oscuro: Urano y Neptuno no existen. O,
por lo
menos, los modelos de simulación por computadora nunca han
explicado como
planetas tan grandes como esos gigantes gaseosos pudieron formarse tan
lejos
del Sol. Los cuerpos orbitaban tan lentamente en las regiones
más externas del
disco protoplanetario que el proceso de agregación por la
gravedad debería
necesitar más tiempo que la propia edad del sistema solar
para permitir que se
formen cuerpos con masas 14.5 y 17.1 veces mayores que las de
Las pobres
hipótesis de formación
del sistema solar no permiten comprender la grandeza sorprendente de
(*) «Astronomers
who model the formation of the solar system have kept a dirty little
secret: Uranus
and Neptune don’t exist. Or at least computer simulations
have never explained
how planets as big as the two gas giants could form so far from the
sun. Bodies
orbited so slowly in the outer parts of the sun’s
protoplanetary disk that the
slow process of gravitational accretion would need more time than the
age of
the solar system to form bodies with 14.5 and 17.1 times the mass of
Earth.»,
traducción de Revista Digital Fides et Ratio.