Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem,
factorem coeli et terrae, visibilium omnium et invisibilium.
Sin detenernos
en la larga
especulación del momento cronológico, el modo en que se
formó el sistema solar en el cual vivimos es un motivo de
controversia que aún
no ha sido resuelto.
La teoría más aceptada por la ciencia moderna es la llamada hipótesis de la nebulosa. En términos simplificados, una gran masa gaseosa formada en su mayor parte por moléculas ionizadas, en función de las leyes físicas, dio lugar al sol y el resto de los cuerpos celestes girando sobre sí misma.
Representación de la nebulosa protoplanetaria
Este modelo,
sin embargo, ha
fracasado en la simulación por computadora, debido a las
altas temperaturas y
la velocidad de rotación. Además, se presume que
el viento solar generado en
esas condiciones debió haber sido más intenso que
el actual, por lo cual la
mayor parte de las moléculas gaseosas que formaron a los
planetas como Júpiter
deberían haberse integrado al propio Sol.
Algunos
físicos, incluso, señalan
que esta hipótesis contradice al principio de
conservación del movimiento
angular. Si realmente una gran masa gaseosa en rotación
sobre sí misma dio
origen al Sol, la materia situada hacia el centro debió
girar a altísimas
velocidades a medida que el radio del Sol embrionario se reducía. En la
actualidad, el periodo de
rotación del sol es de cerca de 27 días en su
ecuador, mientras que los
planetas orbitan en torno al astro rey a una velocidad relativamente elevada. De hecho, el
Sol
tiene el 99% de toda la masa del sistema solar, pero sólo el
2% del momento
angular. Incluso científicos especialistas en el tema de la
talla del Dr Stuart
Ross Taylor han planteado sus dudas al respecto.
Si bien se han propuesto teorías alternativas, la mayor parte de ellas involucrando catástrofes, colisiones con protoestrellas o fenómenos semejantes, la ciencia no ha podido explicar con claridad el origen del sistema solar.
Representación artística del sistema solar
Incluso la
diversidad notable entre
los distintos planetas y los satélites agrega una mayor y
sorprendente
complejidad al tema, así como la falta de
«compañera» de nuestro sol, cuando en
realidad la mayor parte de las estrellas forman sistemas dobles.
Los nuevos y
progresivos
descubrimientos en los campos de la astronomía y de la
física no hacen más que
mostrar la grandeza de