Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera
Sección Biografías: la Beata Ana María Taigi
Ana María nació en 1799 en Siena (Italia), en el seno de una familia pobre. Su padre se vio obligado a partir a Roma, ubicando a la pequeña en una escuela que debió cerrar tras una epidemia de viruela.
Así,
casi analfabeta, Ana creció en el contexto de la pobreza extrema
en un arrabal de la capital italiana, donde su padre consiguió
un puesto como obrero. Víctima de violencia familiar, la joven
aprendió
a coser, con lo cual ayudaba a conseguir sustento
para los suyos. La extrema dureza que vivía encontraba consuelo
en
la oración.
Se
generó un día en el lugar donde trabajaba su padre un
puesto de sirvienta, y él
llevó para allí a Ana María y a su madre. Ambas
fueron admitidas en el trabajo con lo cual sus necesidades materiales
mejoraron; rápidamente Ana María se destacó
por su capacidad de trabajo alegrando sensiblemente a sus empleadores.
Allí conoció a Domingo Taigi, obrero que trabajaba en el
lugar, con quien se casó y tuvo 7 hijos.
Un
día en que Domingo y Ana María fueron a visitar
Guiada
sin dudas por el Espíritu Santo, la joven comenzó a
sentir un deseo
inmenso
de encontrar un sacerdote que la dirigiera
espiritualmente. Recorrió varios templos pero ningún
religioso parecía querer comprometerse a ayudarla.
Pero en una ocasión vio al padre Angel, el cual
al verla
llegar le
dijo: "Por fin ha
venido, buena mujer. La estaba aguardando.
Dios la quiere guiar hacia la santidad. No desatienda esta llamada de
Dios". Y le contó las palabras que había
escuchado el día que la vio por
primera vez en
Se
inició una nueva etapa en la vida de Ana María, bajo
la dirección espiritual del padre Ángel y su
lema "La mejor penitencia es la paciencia", que demuestra cuando
su marido estallaba iracundo con su mal caracter. Madrugaba desde
tempranas horas para organizar los estudios de los pequeños y
educarlos de la mejor manera posible.
A
partir de entonces, Ana María comenzó a percibir visiones
del futuro, en medio de la imagen de una suerte de globo de fuego que
se le aparecería con frecuencia. Cardenales,
sacerdotes,
obreros y gente de las más diversas profesiones comenzaron a
acercarse para consultarla, anunciando sucesos por venir o eventos ya
ocurridos... que ni siquiera podía transcribir a un papel.
Su marido dejó escrito: "Cuando llegaba a mi casa
la encontraba llena de gente desconocida que venía a
consultar a mi mujer. Pero
ella tan pronto me veía, dejaba a cualquiera, aunque fuera
un monseñor o una
gran señora y se iba a atenderme, y a servirme la comida, y
a ayudarme con ese
inmenso cariño de esposa que siempre tuvo para conmigo. Para
mí y para mis
hijos, Ana María era la felicidad de la familia. Ella
mantenía la paz en el
hogar, a pesar de que éramos bastantes y de muy diversos
temperamentos. La
nuera era muy mandona y autoritaria y la hacía sufrir
bastante, pero jamás Ana
María demostraba ira o mal genio. Hacía las
observaciones y correcciones que
tenía que hacer, pero con la más exquisita
amabilidad. A veces yo llegaba a
casa cansado y de mal humor y estallaba en arrebatos de ira, pero ella
sabía
tratarme de tal manera bien que yo tenía que calmarme al muy
poco rato. Cada
mañana nos reunía a todos en casa para una
pequeña oración, y cada noche nos
volvía reunir para la lectura de un libro espiritual. A los
niños los llevaba
siempre a
Por
meses y años tuvo que sufrir una gran sequedad espiritual y
angustias
interiores, que ofreció por los pecadores. Antes de morir padeció siete meses de dolorosa
agonía, sufriendo la pena de ver
morir a cuatro de sus siete hijos.
Anunció también
graves peligros y males que iban a llegar
a
Su cuerpo se conserva incorrupto en Roma.
Beata Ana María, ruega por nosotros.