Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera
Sección Biografías: San Alberto Magno
Nació en Lauingen, hijo de un conde alemán, a orillas del Danubio, en 1206. Desde 1222 se formó en la Universidad de Padua bajo la tutela del Beato Jordán de Sajonia, maestro general de la orden de Santo Domingo, dando así sus primeros pasos en la orden religiosa de los dominicos. Esto motivó una crisis por la oposición de su familia a que su hijo ingresara al sacerdocio, por lo cual debió trasladarse a Colonia casi de incógnito.
Figura 1.- San Alberto Magno (grabado siglo XIII)
A
posteriori, ejerció su cátedra también en Friburgo y Estrasburgo, para
finalmente practicar la docencia en el centro cultural de la Europa del siglo
XIII: París. La conocida plaza Maubert de la capital francesa debe su nombre a
«Magnus Albert», ya que el santo debió dictar clases en la plaza pública
para permitir a la numerosa concurrencia tomar parte.
Vuelto
a Alemania, se convirtió en rector de la Studia Generalia de Colonia, en donde
contó entre sus discípulos al mayor teólogo de todos los tiempos, Santo Tomás
de Aquino.
Es de destacar que este monje dominico, además de abandonar los honores de la riqueza, fue probablemente el mayor hombre de ciencia de su tiempo, contemporáneo y colaborador de Roger Bacon. Se sabe de al menos treinta y ocho volúmenes escritos sobre distintas disciplinas, incluyendo astronomía, física, química y biología. Entre otras cosas, sostuvo doscientos cincuenta años antes del Renacimiento la esfericidad de la Tierra, explicó la influencia de la latitud en la meteorología y describió la orografía europea con detalle.
Figura
2.- Imagen reciente de San Alberto Magno
Por
otro lado, sembró el surco para que Santo
Tomás de Aquino sistematizara la teología católica en función de la lógica
de Aristóteles, al aplicar los métodos de la filosofía clásica griega en un
marco cristiano.
Como
anécdota fructífera, debió viajar a Roma al suscitarse un conflicto en su
estancia en París,
durante la cual, por una disposición, se evitaba a los dominicos contar con títulos
de doctorado. Allí no sólo defendió a su orden, sino que llegó a convertirse
en canonista del Papa. Este último terminó nombrándolo obispo de Regensburgo,
cargo que ejerció poco tiempo para volver a su cátedra en Colonia.
Finalmente,
y tras lamentar la muerte de su discípulo Santo Tomás, fue elegido para
participar del Concilio Ecuménico de Lyon en 1274, siendo uno de los motores de
la integración de los griegos cismáticos.
El 15 de noviembre de 1280 falleció en Colonia y
fue beatificado hacia 1622. Su canonización se concretó recién en 1931 por
parte de Pío XI, quien afirmó que «es exactamente el tipo de santo que
puede inspirar a nuestra época, que busca con tantas ansias la paz y tiene
tanta esperanza en sus descubrimientos científicos»
Ejemplo de la armonía entre ciencia y fe, el «Doctor Universalis», como le llamaban sus contemporáneos, es hoy el patrono de los estudiantes de ciencias naturales.
Revista Digital Fides et Ratio - Agosto de 2006