Lo que Dios quiera,
cuando Dios quiera, como Dios quiera
Lo que Dios quiera,
cuando Dios quiera, como Dios quiera
Sección Biografías: San Pablo Miki
Pablo Miki nació en Japón en 1566,
en el seno de una familia acomodada y fue educado en la Fe por
los jesuitas, compañía en la que ingresaría en su juventud
para dedicarse a difundir el Evangelio en su pueblo.
Se trataba de una época de persecución contra los católicos en el Imperio, pese a lo cual Miki y sus compañeros jesuitas no abdicaron de la Fe. Fueron condenados a caminar casi mil kilómetros, con el objetivo de aterrar a la población y prevenirla de la conversión al cristianismo. Según sus contemporáneos, los próximos mártires iban cantando el Te Deum.
Al llegar a Nagasaki, los 26 sobrevivientes (incluidos, entre otros, el propio Pablo Miki, Juan Soán, Santiago Kisai y el mejicano Felipe de Jesús) fueron condenados, la mayoría de ellos a la crucifixión.
En pleno martirio, Pablo recordó que era japonés y cristiano y, de acuerdo a los registros de entonces, declaró: «Al llegar este momento no creerá ninguno de ustedes que me voy a apartar de la verdad. Pues bien, les aseguro que no hay más camino de salvación que el de los cristianos. Y como quiera que el cristianismo me enseña a perdonar a mis enemigos y a cuantos me han ofendido, perdono sinceramente al rey y a los causantes de mi muerte, y les pido que reciban el bautismo».
Así, mientras perdonaba a sus verdugos, el 5 de febrero de 1597 predicaba su último sermón. Finalmente, los verdugos concluyeron su tarea merced a las clásicas lanzas japonesas.
El camino de la evangelización de todos los pueblos, sostenido con el papel crucial de los misioneros en toda la Tierra, con las múltiples apariciones de Nuestra Señora en el mundo, es uno de los pasos previos a la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo, según nos narra Juan en el Apocalipsis. Estos santos hombres, ejemplo de vigorosa firmeza en la Fe, fueron canonizados por el Papa Pío IX en 1862.
