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Sección Biografías:
San Pantaleón
San Pantaleón nació en la región de Nicomedia, actualmente territorio turco, en el siglo III. Según los registros históricos, si bien tuvo contactos tempranos con el cristianismo en expansión (era la religión de su madre), creció en el ambiente pagano de su familia paterna y llegó a ejercer su profesión de médico en la propia corte del emperador Maximiano de su Nicomedia natal. Merced a la acción de su contemporáneo Hermolaos, Pantaleón se convirtió al cristianismo y continuó su labor ayudando a numerosos pobres, tanto en su salud como en la evangelización.
En el año 303 se inició la persecución de Dioclesiano en territorio
turco. Por su condición de cristiano, fue delatado por sus propios compañeros
médicos. Las autoridades locales, ante la presión romana, le sugirieron la
apostasía como recurso para salvarlo. Pantaléon no sólo se negó, sino que
ejecutó su milagro más recordado, que fue la cura inmediata de un paciente
paralítico en ese mismo instante.
Como respuesta a esta manifestación de vida, fue ordenada la sentencia de muerte de Pantaleón, Hermolaos y otros dos cristianos... pero fue tan sólo el comienzo de una seguidilla de hechos notables que constan en las actas de su martirio, conservadas en un manuscrito del siglo VI en el Museo Británico.
Se intentaron sucesivamente la hoguera, la inmersión en plomo fundido,
el ahogamiento bajo agua, la exposición a fieras hambrientas, el
desmembramiento en el potro y la ejecución al filo de espada... saliendo ileso
de las seis oportunidades. Finalmente, el mismo Pantaleón permitió que se lo
decapitara al pie de un olivo, el cual floreció al instante al ser manchado con
su sangre, el 27 de julio de 305.
Parte de dicha sangre se conserva como reliquia en Ravello (Italia) y en Madrid, específicamente en el Real Monasterio de la Encarnación, fundado en 1616. La misma se encuentra en estado sólido, a excepción de cada víspera del aniversario de su martirio, cuando la sangre se licuefacciona desde hace 1700 años sin explicación científica posible.
Figura
1.- La sangre de San Pantaleón en su relicario
Es destacable saber que este médico dio su vida por la fe que alguna
vez en su juventud había negado, y constituye un ejemplo de cómo ejercer el
rol de hombre de ciencia al servicio de Nuestro Señor Jesucristo.
Revista Digital Fides et Ratio - Mayo de 2006