Lo que Dios quiera, cuando Dios quiera, como Dios quiera
Sección Biografías: la Beata Ana Catalina Emmerick
Anne Catherine
Emmerick nació el 8 de septiembre de 1774, en
Flamsche, diócesis de Münster en Alemania, siendo
además bautizada en ese mismo
día.
Desde muy
pequeña gozó del don de comprender el
latín
litúrgico y ya desde los cuatro años de vida fue
bendecida con visiones de
Sus visiones
eran lo suficientemente intensas para sentirse
verdaderamente transportada hacia los sitios y épocas en
cuestión, resultándole
hasta más familiares los rostros de Noé,
Elías o
Este don se vio
acompañado de enormes sufrimientos y un
estado de progresiva postración por enfermedad. Pese a la
oposición de su
familia, ingresó en
La guerra
contra las huestes de Napoleón llevó a la
supresión del monasterio por los gobernantes, donde fue
forzosamente
enclaustrada. Recibió entonces los estigmas de Jesucristo y
la enfermedad la
llevó a la inmovilidad definitiva, nutriéndose
durante 11 años solamente de
Fue sometida a distintas investigaciones por las autoridades de la diócesis y por las tropas napoleónicas. Durante este periodo final de su vida experimentó la pasión de Nuestro Señor, la cual describió con claridad en su alemán natal.
Su
compatriota escritor, Clemens
Brentano, al tener noticia
de ello, comenzó a transcribir los relatos de Ana Catalina
en sus diarios. Brentano,
reconocido ateo, se convirtió a la
fe católica y empezó a visitar diariamente a la
vidente, a quien releía los
textos para corroborar su fidelidad. De este modo, durante 6
años, el escritor
volcó al papel volúmenes sobre la vida terrena de
Jesucristo, de
El lunes 9 de
febrero de 1824, Ana Catalina volvió a la casa
del padre con sólo 50 años de vida. Al fallecer
la religiosa, Brentano ordenó
sus textos, preparando un índice y editándolos.
En primer lugar se publicó «
Entre otras
pruebas históricas, fue merced a una de sus
visiones que se logró encontrar la casa de
Fue declarada
Venerable a fines del siglo
XIX, pero su beatificación llegó
recién por Juan
Pablo II en octubre de 2004. «Llevó consigo los
estigmas de
Beata Ana
Catalina Emmerick, ruega por nosotros.