Cruz de San Benito, sacramental contra el Maligno

Crux Sancta sit mihi lux, non Draco sit mihi lux, Vade Retro Satana, 

numquam suadeas mihi vana, sunt mala quaea libas, ipse venena vivas

Sección Biología: la fotosíntesis (segunda parte)

 

En la primera parte del presente ensayo hemos mencionado que la fotosíntesis oxigénica es la gran fuente del vital oxígeno en la Tierra.

De acuerdo a la hipótesis evolucionista, las condiciones iniciales de la atmósfera del planeta habrían sido muy diferentes a las actuales. Se utiliza el término «atmósfera reductora» para hacer referencia a un mundo casi sin oxígeno, el cual habría empezado a producirse con la aparición de los organismos fotosintéticos, puntualmente algunas bacterias y algas unicelulares. Los organismos multicelulares como nosotros requieren mayor cantidad de energía para permanecer vivos, con lo cual la demanda de oxígeno es mucho mayor que la de aquella presunta «atmósfera reductora» de la Tierra primitiva.

Las citadas bacterias, en teoría, contarían solamente con la posibilidad de realizar fotosíntesis oxigénica; ¿cómo fue posible entonces la «mutación» que desembocó en el segundo sistema, aquel anoxigénico?

Por otro lado, es bien conocida la hipótesis según la cual los cloroplastos de las células vegetales modernas habrían sido alguna vez organismos independientes que en algún momento de la historia se convirtieron en simbiontes para vivir por siempre en armoniosa unidad con las plantas superiores.

El argumento clásico al respecto es que los cloroplastos cuentan con su propio ADN y se los homologa a pequeñas bacterias. Sin embargo, las cianobacterias y otros organismos similares son capaces de realizar fotosíntesis a través de organelas llamadas mesosomas.

Dicho de otro modo, organismos radicalmente diferentes (las plantas superiores como los árboles; las algas como el sargazo; las diatomeas de nuestros mares; las bacterias fotosintéticas) tienen capacidad de convertir la luz del Sol en energía química y paralelamente producir oxígeno en abundancia.

Sin embargo, la teoría de la evolución de las especies separa a estos organismos en el abismo de los tiempos y (curiosamente) no ha habido cambios en el genoma necesario para la fotosíntesis a lo largo de los milenios.

Este fenómeno es explicado con el concepto de “evolución convergente”, el mismo paradigma por el cual se intenta explicar que organismos “evolutivamente” diferentes tengan “adaptaciones” similares (el delfín y el tiburón, por ejemplo).

¿Cómo surgieron los genes de ambos fotosistemas, el oxigénico y el anoxigénico? Duplicación de uno de ellos seguido de mutación del copiado, es la explicación del caso. Sin embargo… ¿cómo puede una mutación agregar información, cuando en realidad lo que genera es pérdida de la misma?

Una explicación alternativa es el fenómeno conocido como transferencia lateral de genes o pasaje de plásmidos, un mecanismo conocido en microbiología por el cual una bacteria puede “transferirle” ADN a otra (este mecanismo explica muchos casos de resistencia a antibióticos).

Sin embargo, la “supervivencia del más apto” fruto de la presión de selección parecería no cumplirse en este punto, ya que en el contexto de la atmósfera reductora no resulta de mayor utilidad contar con ambos fotosistemas en lugar de uno solo.

¿No resulta más claro concebir que ambos sistemas fueron creados en un único acto y dispuesto para que organismos completamente diferentes compartan su utilidad? Un marco así no requiere explicaciones alternativas ni necesita hipótesis ad hoc y no satisfactorias.

Basta acaso contemplar la naturaleza con otros ojos para darnos cuenta de su asombrosa complejidad, diseñada por la gran Inteligencia de un Creador soberano.

 

Revista Digital Fides et Ratio - Agosto de 2007

 

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