Crux Sancta sit mihi lux, non Draco sit mihi lux, Vade Retro Satana,
numquam suadeas mihi vana, sunt mala quaea libas, ipse venena vivas
Uno de los mecanismos más sorprendentes de la Creación toda es sin dudas el de la fotosíntesis, acaso la maquinaria que permite la existencia de todos los ecosistemas del planeta tal como lo conocemos.
Se llama fotosíntesis a un proceso por el cual algunos organismos (específicamente todas las plantas verdes, la mayoría de las algas y un gran número de bacterias) son capaces de transformar la energía lumínica en energía química. En términos sencillos, convierten los rayos del Sol en alimentos.
El color verde de estas formas de vida se debe a la presencia de un pigmento llamado clorofila, el cual es capaz de captar la luz del Sol para utilizar la energía allí presente. Este pigmento está contenido, en las plantas y algas, en unas estructuras presentes dentro de las células llamadas cloroplastos. Puntualmente, la clorofila y otros pigmentos emparentados se encuentran integrados en un grupo de proteinas que se conocen en Biología con el nombre de fotosistemas (PS I y PS II, por sus siglas en inglés).
Estos 2 sistemas necesitan, además de la necesaria presencia de luz, una sustancia capaz de aportar átomos de carbono. Esta molécula no es otra que el CO2, presente en la atmósfera de nuestro planeta y producto de desecho de nuestro proceso de respiración.
Puntualmente, el CO2 es fijado durante la noche por algas y plantas a través de una serie de enzimas. Además, el aporte de otros átomos es logrado básicamente por el aporte de sustancias presentes en el suelo o en el agua. La más importante de ellas es el agua, captada por las raíces de las plantas superiores. Como recordamos, cada molécula de agua está formada por H2O, por lo cual existe aporte de hidrógeno.
Así, mediante el uso del CO2 procedente del aire que nosotros exhalamos y del H2O, estas formas de vida capturan la energía presente en la luz del Sol mediante la siguiente ecuación simplificada:
6 CO2 + 6 H2O >>>>>>>>>>>>>>>>>> C6H12O6 + 6 O2
dióxido de carbono + agua >>>>>>>>> glucosa + oxígeno
energía lumínica >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> energía química
Como puede observarse, las moléculas inorgánicas se convierten, en este caso, en glucosa y como desecho se obtiene oxígeno, esencial para la vida de aquellos seres vivos que no somos capaces de efectuar fotosíntesis. Es por ello que esta forma de fotosíntesis se denomina oxigénica (existe por parte de otros organismos una forma anoxigénica de fotosíntesis que detallaremos en la segunda parte de este ensayo).
En este detalle harto simplificado del proceso de fotosíntesis, advertimos como es posible obtener energía química, estable y de reserva, a partir de la energía lumínica producida por el Sol a cientos de millones de kilómetros de distancia. Por otro lado, debemos destacar que la fotosíntesis es la gran productora de oxígeno en nuestro mundo (por ello se menciona a las grandes extensiones selváticas y boscosas de la Tierra como pulmones del planeta).
Es digno de mencionarse que los mencionados cloroplastos, presentes en las células de plantas verdes y algas, al igual que las mitocondrias, contienen su propio ADN, lo cual ha suscitado especulaciones macroevolucionistas según las cuales los cloroplastos han sido otrora organismos independientes, ahora en simbiosis con las plantas superiores.
Este segundo aspecto de la fotosíntesis (su origen) y las formas no productoras de oxígeno serán el motivo central de la segunda parte de este texto, en el que no dejaremos de maravillarnos de la Creación.
Revista Digital Fides et Ratio - Julio de 2007