Cruz de San Benito, sacramental contra el Maligno

Crux Sancta sit mihi lux, non Draco sit mihi lux, Vade Retro Satana, 

numquam suadeas mihi vana, sunt mala quaea libas, ipse venena vivas

Sección Biología:

las células madre (Primera parte)

 

En los últimos tiempos, ha sido reiterado el uso de la expresión «células madre» en distintos medios de comunicación, publicitándolas como la panacea para variadas dolencias, en general fruto del discurso de «comunicadores sociales» con el más profundo desconocimiento del tema (en el mejor de los casos) o de personas que en su afán de recibir dinero no vacilan en reivindicar a Maquiavelo de sus cada vez más ardientes cenizas.

Es prudente plantearnos aquí que es lo que llamamos células madre, cual es su origen, su eventual potencialidad en tratamientos médicos y que es lo que muchos esconden detrás de su eventual utilización.

 

Recordaremos inicialmente que, desde el momento de la fecundación, o sea, desde la unión de óvulo y espermatozoide, se conforma un nuevo individuo, único, irrepetible, con plena dignidad humana y sujeto de derecho desde ese preciso instante. Esa nueva persona al principio consta de una sola célula, con todo el material genético necesario para dar lugar a la totalidad de un niño al momento del nacimiento a la vida extrauterina.

 

Esa primera célula se divide sucesivamente en dos, cuatro, ocho, dieciseis... millones de células nuevas, todas ellas conservando el total del ADN de aquella célula primordial. Sin embargo, con el correr de los días, algunas de esas células comienzan a «especializarse» en distintas tareas. Entonces, algunas de esas células se prepararán para constituir el corazón del embrión; otras formarán sus miembros; otras, su tubo digestivo; otras, su cerebro; y así, daremos lugar a la multitud de órganos y sistemas que conforman la totalidad del ser.  

Diferenciación de las células madres (adaptación del esquema de la Universidad de Stanford)

  Figura 1.- Diferenciación de las células madres (adaptación del esquema de la Universidad de Stanford)

Es interesante remarcar que este proceso, que en ciencias biológicas se conoce con el nombre de diferenciación celular, posee ciertas características destacables:

 Ø cada célula conserva TODO el potencial genético de aquel fruto de la fecundación, pero EXPRESA SOLAMENTE una parte de ese potencial, específicamente aquel que es «útil» para el rol que ocupa en el organismo (por ejemplo, un glóbulo blanco posee todo el material genético de la primera célula embrionaria, pero expresa sólo la información necesaria para cumplir su función en las defensas del organismo)

Ø el proceso de diferenciación es IRREVERSIBLE, esto es, una vez que una célula se ha «especializado» en una función, no puede modificarse para cumplir otra (una neurona, por ejemplo, es incapaz de convertirse en un hepatocito, pese a que ambas células cuentan con la totalidad del mismo material genético)

 

Este proceso, como hemos narrado, ocurre precozmente en el desarrollo de la vida. Un grupo menor de células, sorprendentemente, conservan un estado de diferenciación muy primario y casi idéntico al de la célula embrionaria primordial. Estas son las llamadas «células madres», «células totipotenciales» o «células estaminales» (nombre que procede de la castellanización del anglicismo stem cell, o célula troncal).

 

Las células madres presentan, si bien no es la denominación estricta, una suerte de estado de «indiferenciación», por lo cual, rodeadas de un medio adecuado, conservan la capacidad de diferenciarse en distintos tipos celulares. El descubrimiento de las células estaminales, como es esperable, ha abierto las puertas a proponer soluciones para enfermedades caracterizadas por la degeneración o destrucción de tejidos:

 Ø enfermedades neurológicas fruto de pérdida neuronal (demencia tipo Alzheimer, enfermedad de Parkinson), en las cuales se postula que, colocando células totipotenciales en las regiones adecuadas del cerebro, estas podrían diferenciarse y cubrir el vacío de las neuronas faltantes

Ø la diabetes, en la cual las células pancreáticas productoras de insulina podrían sustituirse, al ser reemplazadas por células madres que se diferenciarían adecuadamente

Ø existe un largo etcétera de posibilidades, que incluye reemplazo de tejido cardiaco infartado, de pulmón dañado por tabaco, de piel destruida por quemaduras...

 

Al momento de escribir estas reflexiones, la inmensa mayoría de las situaciones descriptas son aún terreno de ficción, ya que las primeras experiencias en algunos de estos terrenos han sido algo desalentadoras. Sin embargo, el objetivo fundamental de este artículo es que consideremos cuales son las fuentes de las células madre disponibles:

Ø la médula ósea de adultos y niños. En efecto, en el interior de nuestros huesos se encuentran células estaminales con capacidad para diferenciarse en glóbulos blancos de distintas estirpes, en glóbulos rojos o en plaquetas. Estas son las células que permiten la realización de transplantes auto y heterólogos de médula ósea que han permitido salvar la vida de miles de enfermos hematológicos

 Ø el cordón umbilical al momento del nacimiento. El mismo contiene células troncales que pueden tomarse de allí sin el menor daño para el bebé o la madre

Ø la placenta; caben aquí las mismas consideraciones que las citadas para el cordón umbilical

Ø los embriones humanos en los primeros días posteriores a la concepción.

 

Y es aquí donde debemos detenernos para un análisis más profundo. En las tres primeras situaciones descriptas, no existe posibilidad de provocar daño alguno en el «donante» de las células madres. Sin embargo, para poder tomar células de un embrión es necesaria la DESTRUCCIÓN del mismo, esto es, el ASESINATO de una vida humana.

Como todos conocemos, existe una «superproducción» de embriones fruto de las técnicas actuales de fertilización asistida, por la cual se fecundan decenas de óvulos, seleccionando cuales serán implantados en el útero materno y cuales serán congelados (en términos concretos, cuales hijos llegarán a formarse por completo y cuantos permanecerán criopreservados para los siniestros fines que detallaremos en la segunda parte de este artículo).

 

«El afán de dinero es la raíz de todos los males del mundo» (1 Tim; 6,10)

Revista Digital Fides et Ratio - Octubre de 2006

 

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