Crux Sancta sit mihi lux, non Draco sit mihi lux, Vade Retro Satana,
numquam suadeas mihi vana, sunt mala quaea libas, ipse venena vivas
El ser humano es una realidad
compleja, que se manifiesta en diversas dualidades como son el cuerpo y el
alma, la voluntad y la inteligencia, la interioridad y la exterioridad, el
sujeto y el objeto, el individuo y la sociedad. Sin embargo, la vida del hombre
es una tarea personal a realizar, que tiene su origen tanto en la generación de
los padres, tanto en la acción creadora de su alma individual por parte de
Dios, convirtiéndose en co-causas de un único principio de la persona.
Las diversas ciencias, al tratar sobre los seres humanos, sólo abarcan un aspecto
de su compleja realidad que le rebasa; cada una es verdadera, pero insuficiente
para explicar lo que es la persona humana a la que no se le puede reducir solo
a alguno de esos aspectos, ya sea físico, emocional o espiritual.
Un ejemplo de una visión dualista del hombre es el maniqueísmo. Surgido en
Oriente fuera del ámbito bíblico y originado por el dualismo mazdeísta,
identificaba la fuente del mal en la materia, en el cuerpo, y proclamaba la
condena de todo lo que en el hombre la corporeidad se manifiesta, sobre todo a
través del sexo, y extendía la condena al matrimonio y a la convivencia
conyugal, además, de las esferas del ser y del actuar en las que se expresa la
corporeidad.
Actualmente se tiende a tener visiones reduccionistas de la persona humana. Hay
quien realza su naturaleza corporal, relegando sus facultades superiores
(inteligencia y voluntad) a segundo término. Se da una mentalidad materialista
o conductista, según la cual todos los estados humanos pueden ser provocados,
controlados o corregidos a través de intervenciones corporales. Como
consecuencia, vivimos una cultura donde se busca la comodidad, el
sentimentalismo, la espontaneidad, y se evita el malestar, el compromiso, el
dolor, etc., y se da un culto al cuerpo.
Otros opinan que nos reducimos a un determinismo genético. Es cierto que la
genética determina una serie de predisposiciones o factores innatos, pero no
por eso estamos determinados por la genética, ya que la personalidad es
producto de lo dado, de lo aprendido, de lo ganado, de lo vivido. Es decir,
somos producto de una vida biográfica que posee una intimidad diferente a la de
todos los demás, aunque compartamos una vida biológica semejante.
Así tenemos los que quieren reducir los estados mentales a procesos
fisiológicos, aunque están íntimamente relacionados y se afectan mutuamente, el
ser humano es más que químicos, también tiene problemas emocionales, que se
sitúan por encima de lo puramente fisiológico.
También se da el opuesto donde se considera al cuerpo malo y algo que hay
que soportar y se da primacía a lo espiritual, independiente del cuerpo, que es
algo añadido. Deja la afectividad como pasión irracional, y las relaciones
y experiencias personales como subjetivas y emotivas. Su consecuencia es una
primacía de los sentimientos donde el amor verdadero y la entrega generosa son
subjetivos. Se afirma que hay que tener la voluntad espiritual para dominar y
aplastar las fuerzas inferiores de la sensibilidad, dejando al hombre sin
sentimientos; que son un gran bien para la persona humana.
Sin embargo, para los cristianos, el ser humano se distingue del resto de los
seres de la creación por ser un ser personal encarnado, que posee una dignidad
particular por ser el único amado por Dios por sí mismo y por estar destinado a
la apertura a un diálogo con su Creador y con sus iguales, a través de un don
de sí. Esto es que, independientemente de la naturaleza heredada por nuestros
padres (cuerpo), también gozamos de un ser espiritual que Dios nos comparte voluntariamente
para que seamos el cúlmen de la creación e imagen suya (alma). Estas dos
realidades constituyen una unidad indivisible, donde la espiritualidad da al
cuerpo su dignidad, sentido y unidad.
La doctrina cristiana es la única que explica al ser humano como una unidad
funcional de cuerpo y alma, donde el cuerpo se adecua a la condición de persona
humana a través de la evolución, y que llegado el momento Dios crea a la pareja
primigenia Adán y Eva, como personas humanas, desde su concepción. Creados con
una conciencia e intimidad propias, que les permite distinguirse de los demás
seres, auto poseerse y tener la posibilidad libre de auto donarse por amor. En
la naturaleza (genética) Dios ha inscrito su voluntad sobre lo que ha de ser el
hombre.