Peces y panes

Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt coeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis

Sección Historia: 

Akita (Primera parte)

Si bien a lo largo de toda la historia de la cristiandad han ocurrido apariciones y fenómenos extraordinarios relacionados con la Virgen María (alguno de ellos, como el del Pilar, incluso con María viva en la Tierra), los últimos 150 años han sido particularmente productivos en el número y localización de las apariciones, invitándonos sistemáticamente a la conversión.

Sin dudas, uno de los ejemplos más categóricos es el ocurrido en una nación con minoría católica, como es el Japón, específicamente en Akita, allá por 1973. Se trata de apariciones estudiadas y avaladas por la Iglesia.  

Nuestra Señora de Todos los Pueblos (Akita)

Figura 1.- Nuestra Señora de Todos los Pueblos (Akita)

En realidad, cuatro años antes, en 1969, quien sería la vidente de María, la hermana Inés Sasagawa, fue visitada por un ángel mientras rezaba el rosario. El mensajero (pues eso son los ángeles) le dijo que al final de cada misterio rezara una oración («Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados; líbranos del fuego del infierno; lleva a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu Misericordia.»). La hermana Inés desconocía esta oración... que es la que la Santísima Virgen había enseñado a los pastorcitos de Fátima en 1917. Era sólo una muestra de la relación entre los mensajes de Akita y lo profetizado en Fátima.  

Hermana Sasagawa (vidente de Akita en 1973)

Figura 2.- Sor Agnes (Inés) Sasagawa, vidente de Akita

La mencionada hermana Inés nació en 1931 y había sido curada de una enfermedad invalidante en sus piernas con agua bendita de Lourdes, convirtiéndose al catolicismo en 1956 e iniciándose en la vida religiosa, sin que una severa hipoacusia se lo impidiera.

Volviendo al relato, en junio de 1973, la hermana pudo ver rayos luminosos que surgían del sagrario de la capilla, fenómeno que se hizo más evidente el domingo 24 de ese mes. El jueves siguiente, un estigma en la mano izquierda surgió en la mano de sor Inés, el cual se hizo marcada y progresivamente más doloroso, adoptando forma de cruz. Sería el viernes 3 de julio, en plena madrugada, cuando su ángel custodio nuevamente se le manifestó diciéndole: «No temas. Soy el que está a tu lado y te guarda. Ven y sígueme. No reces únicamente por tus pecados, sino en reparación por los pecados de la humanidad. El mundo actual hiere al Sacratísimo Corazón de Jesús con sus ingratitudes y sus ultrajes. La herida de la mano de la Santísima virgen María es mucho más profunda que la tuya. Ahora vamos hacia la capilla.»

En efecto, sor Inés se dirigió a la capilla para arrodillarse frente al sagrario en adoración... y advertir que la estatua de la Santísima Virgen presentaba un estigma semejante al suyo. Fue entonces cuando, pese a su trastorno de audición, escuchó una voz procedente de la imagen que le decía: «Hija mía, mi novicia, tú me has obedecido bien abandonándolo todo para seguirme. ¿Es penosa la enfermedad de tus oídos? Puedes estar segura que curarán. Ten paciencia. Es la última prueba. ¿Te duele la herida de la mano? Reza en reparación de los pecados de la humanidad. Cada persona en esta comunidad es mi hija. ¿Rezas bien la oración de las siervas de la Eucaristía? Entonces recémosla juntas: "Sacratísimo Corazón de Jesús, verdaderamente presente en la Sagrada Eucaristía, Yo consagro mi cuerpo y mi alma para que sea enteramente uno con tu corazón que esta siendo sacrificado en todos los altares del mundo y dando alabanza al Padre, rogando por la venida de su Reino. Recibe este humilde ofrecimiento de mi ser. Haz de mi como Tú quieras para la Gloria del Padre y la salvación de las almas. Santísima Madre de Dios, nunca dejes que me separe de tu Divino Hijo. Defiéndeme y protégeme como hija tuya. Amen". Reza mucho por el Papa, los Obispos y los Sacerdotes.»

Ese mismo día, el estigma de la estatua de la Virgen comenzó a sangrar, hecho que sería verificado a los pocos días por las autoridades locales eclesiásticas. Este hecho que hemos relatado sería el primero de los mensajes que sor Inés recibiría ese año, persistiendo con la dolorosa señal en su mano durante varias semanas más. Continuaremos con el resto de este maravilloso hecho histórico en la segunda parte de este partículo.

Revista Digital Fides et Ratio - Agosto de 2006

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