Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt coeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis
Sección Historia:
Fátima y la civilización de la acedia
Conferencia del padre jesuita uruguayo Horacio Bojorge, brindada en la casa de Nuestra Señora de Fátima en Rosario (Argentina) el 14 de mayo de 2000. Texto original disponible aquí.
El tema que pienso tomar en esta plática o conferencia es: Fátima
y la civilización de
Ya conocen muchos de ustedes los dos libros: «En mi sed
me dieron vinagre.
Abundan los diagnósticos sobre nuestras sociedades.
Diagnósticos económicos, socio-políticos, culturales, de las ideologías o las
ideas filosóficas que las orientan, etc. Pero el nuestro, es un diagnóstico
estrictamente espiritual, profético, acerca del mal espiritual de
nuestra civilización. Un diagnóstico espiritual que excede, por lo tanto, lo
que las ciencias humanas pueden alcanzar.
Un prominente norteamericano, William J. Bennett, que fue ministro de Cultura y Educación de Estados Unidos durante la administración del presidente Ronald Reagan, afirmó en 1995, en una conferencia, coincidentemente con nuestro diagnóstico, que la raíz de los males sociales y culturales que se señalan en la sociedad norteamericana, era de índole espiritual y consistía en la acedia. Una resistencia a tener en cuenta las realidades religiosas de la fe cristiana a la hora de tomar las decisiones que afectan el bien común.
En mis observaciones y reflexiones sobre la acedia, nunca me
había detenido a meditar sobre la relación existente entre las apariciones
marianas de Cova da Iría, (que se prolongan en los mensajes a Lucía en
Pontevedra y Tuy), conocidas como las apariciones de Fátima. No había reparado
en la patente relación que existe entre el mensaje que en ellas ha dado Nuestra
Señora del Corazón Inmaculado, y la acedia que aqueja nuestra civilización. He
caído, pues, en la cuenta, con sorpresa, que el mensaje de Fátima tiene
relación directa con el mal de acedia que aqueja nuestra civilización y apunta
a ponerle remedio.
En efecto, Fátima no es un mensaje devocional que se presente en forma ahistórica y de espaldas a los sucesos mundiales del siglo. Llamativamente, Nuestra Señora se ocupa, en sus mensajes, de hechos históricos tales como las dos guerras mundiales y Rusia, o lo que es lo mismo, de la revolución marxista.
1917: La revolución bolchevique
Se ha observado que 1917 es, en plena primera guerra mundial, el año del triunfo de la revolución bolchevique que instala en Rusia el primer gobierno ateo, antiteo. Un gobierno que se propone, por primera vez en la historia, como parte de su plan de creación de una nueva humanidad, la erradicación de la religión, que es, en los hechos y principalmente, la erradicación de la fe cristiana, ortodoxa y católica, empezando por el ámbito de las Repúblicas Socialistas Soviéticas Unidas. Pero no sólo en ese ámbito. Pronto comenzará a exportar la revolución anticristiana. Es conocida la participación que tuvieron, en las persecuciones sangrientas durante las revoluciones mexicana y española de las décadas siguientes, los agentes políticos revolucionarios rusos o de la internacional marxista. Recuérdese que Trotsky se asila en México, donde es, a pesar de todo, asesinado.
Las persecuciones multifacéticas al pueblo católico en el
siglo XX
El siglo XX podrá pasar a la historia como un siglo de
acedia, de odio a Dios en la figura de sus creyentes más pequeños (Mateo
25,31ss). Refresquemos un poco la memoria acerca de las persecuciones padecidas
por el pueblo católico en este siglo.
Etnocidios
Aunque todavía está por hacerse el balance total de las
persecuciones y de los mártires católicos y ortodoxos del siglo XX, es posible
recordar a vuelo de pájaro: la matanza de casi dos millones de armenios, a
manos del imperio otomano que, ya desde el siglo XIX había venido persiguiendo
a las etnias cristianas sometidas a la dominación turca en Siria y el Líbano.
Hay que recordarla persecución en México con la gesta de los Cristeros; la
opresión política en Francia, Uruguay y tantos otros países, por influjos
masónicos. La persecución de los católicos en el Tercer Reich y en los
territorios ocupados: Polonia, Austria y Europa Oriental. Luego de
La persecución en
Este siglo vio también instalarse el marxismo en China continental,
donde arrasó
A los martirios sangrientos hay que agregar otras formas de
persecución y discriminación mediante medios psicopolíticos.
Persecuciones psicológicas y psicopolíticas
El comunismo ruso comenzó con los lavados de cerebro
mediante los cuales se buscaba, aplicando la psicología de los reflejos
condicionados de Pavloff, el fundador de la psicología conductista
materialista, manipular la conducta humana y determinarla, mediante la
aplicación de premios y castigos, para lograr la conversión de los
creyentes en buenos ciudadanos soviéticos. Esta reconversión o apostasía era la
meta que buscaban los tribunales del pueblo, los interrogatorios policiales,
las prisiones, campos de concentración, trabajos forzados, el estado policial.
Todo apuntaba a que los creyentes confesaran sus errores y los de
Esa técnica se aplicó luego, aún en el así llamado mundo
libre donde la ideología marxista se infiltró en los medios intelectuales y
académicos del catolicismo, sin excluir el clero. Se conoció entonces la
teología de la liberación marxista, que logró los objetivos psicopolíticos a
los que apuntaba: dividir a
Muchos fieles, sobre todo jóvenes, e incluso sacerdotes y
religiosos, se involucraron más o menos profundamente con los movimientos
revolucionarios violentos, inspirados por la ideología marxista y financiados
por
Esas eran formas de persecución psicopolíticas de las que
apenas si nos vamos haciendo conscientes y debido a las cuales se incurre
insensiblemente en cismas y apostasías.
Persecuciones legales y jurídicas
Para completar el cuadro de las multifacéticas formas de la
acedia anticatólica en este siglo, pueden agregarse las formas de
discriminación y de opresión jurídica de los católicos. En «En mi sed me
dieron vinagre» me he referido al así llamado Ateísmo estructural y
a
Francia lideró, con su ejemplo, desde el siglo XIX la
opresión jurídica y legal de los católicos. Prohibió las órdenes y
congregaciones religiosas. Los gobiernos de Uruguay y México siguieron su
ejemplo. Otras leyes francesas introducían vejaciones que dieron lugar a la
enérgica encíclica Vehementer Nos de Pío X, a comienzos del siglo.
La tiranía escolar
Pero quiero señalar una forma de persecución por lo general
poco tenida en cuenta, por revestirse de formas particularmente secretas e
insidiosas, y que, sin embargo, tiene graves y devastadoras consecuencias sobre
la identidad del pueblo de Dios. Me refiero a la dictadura escolar que
practican las democracias, uno diría que con buena conciencia y sin percibir su
olor a tiranía. Dictadura escolar a la que se ve sometido el pueblo católico en
la mayoría de los países latinoamericanos.
Si hay un sector de servicios que no se privatiza en ninguno
de los feudos del actual orden mundial, es el de la educación. Al respecto, los
estados siguen imponiendo sus programas en las disciplinas humanas: historia,
filosofía. La tendencia es también a abolir esas disciplinas. ¿Qué consecuencias
tiene esta política escolar para la identidad y la autoconciencia católica?
Sus consecuencias
Como consecuencia de esta tiranía docente, el pueblo
católico se ve impedido de transmitir de una generación a otra, en el ámbito
escolar, sus tradiciones doctrinales e históricas, las gestas de sus mayores,
la historia de su pueblo. Esta situación, sostenida a lo largo de más de un
siglo, ha ido produciendo una pérdida importante y extendida de la memoria y de
la identidad colectiva, un debilitamiento del sentido de pertenencia. El
conocimiento de la propia historia, de la figura y doctrina de los Santos
Padres, de los Santos, y ¿por qué no? también de sus pecadores, se va
convirtiendo cada vez más en el privilegio de unos pocos que van siendo cada
vez menos, incluso entre los clérigos y religiosos. La ignorancia católica
acerca de sí mismos es pavorosa.
La acedia como causa de la persecución
¿A qué se deben todas estas formas de violencia que apuntan
al etnocidio, al exterminio demográfico, o a la desaparición cultural del
pueblo católico? ¿A qué se debe este odio inexplicable contra un tipo humano
excelente como el que nace de la fe? ¿Cómo se explica que en vez de apreciar
sus virtudes, incluso ciudadanas, y de fomentar su existencia y su excelencia,
se esté siempre al acecho de sus defectos para pretextar los intentos de
exterminio o de desidentificación?
Podrían darse, si se reconociese este hecho que tan pocos
reconocen, ensayarse muchas respuestas, de orden histórico, político,
ideológico o social. Nuestro diagnóstico, lo hemos dicho, es espiritual. Se
trata de acedia. Una acedia que ha adquirido dimensiones políticas, de
civilización, de legislación de teorías jurídicas, de ideas filosóficas
justificatorias... pero que es de naturaleza espiritual: demoníaca. Opuesta al
Espíritu Santo, con una forma de oposición que más que en una herejía doctrinal
consiste en una negación de sus obras.
Acedia y resistencia al Espíritu Santo
Este diagnóstico se ve confirmado por el Magisterio. En su
Encíclica sobre el Espíritu Santo Dominum et vivificantem Juan Pablo II
describe la acedia en términos de resistencia práctica al Espíritu Santo y se
la ubica, como hemos hecho en el capítulo séptimo de «En mi sed me dieron
vinagre», en el contexto de la resistencia de la carne al Espíritu Santo,
de la que habla San Pablo. Dice el Papa:
"Por desgracia, la resistencia al Espíritu Santo
que San Pablo subraya en la dimensión interior [...] que tiene lugar en
el corazón humano, encuentra [...] especialmente en la época moderna, su dimensión
externa, concentrándose como contenido de la cultura y de la
civilización, como sistema filosófico, como ideología, como programa de
acción y formación de los comportamientos humanos. Encuentra su máxima
expresión en el materialismo, ya sea en su forma teórica –como sistema de
pensamiento – ya sea en su forma práctica – como método de lectura y de
valoración de los hechos – y además como programa de conducta correspondiente.
El sistema que ha dado su máximo desarrollo y ha
llevado a sus extremas consecuencias prácticas esta forma de pensamiento, de
ideología y de praxis, es el materialismo dialéctico e histórico, reconocido
hoy como núcleo vital del marxismo".
Nótese que el Papa no dice que sea el único sino el más
radical. Porque también el régimen racionalista y liberal-naturalista se opone
al Espíritu aunque no tan violentamente. Y prosigue:
"Por principio y de hecho el materialismo excluye
radicalmente la presencia y la acción de Dios, que es Espíritu, en el
mundo, y sobre todo en el hombre, por la razón fundamental de que no
acepta su existencia, al ser un sistema esencial y programáticamente ateo.
Es el fenómeno impresionante de nuestro tiempo al que el Concilio Vaticano II
ha dedicado algunas páginas significativas.
"Aunque no se puede hablar de ateísmo de modo unívoco,
ni se lo puede reducir exclusivamente a la filosofía materialista, dado que
existen varias especies de ateísmo [...] sin embargo, es cierto que un
materialismo verdadero y propio entendido como teoría que explica la realidad y
tomado como principio clave de acción personal y social, tiene carácter
ateo.[...] De aquí se sigue que la religión puede ser entendida
solamente como una especie de ‘ilusión idealista’ que ha de ser combatida
[...] para eliminarla de la sociedad y del corazón mismo del hombre.
"Se puede decir, por tanto, que el materialismo es el
desarrollo sistemático y coherente de aquella resistencia y oposición [de la
carne contra el espíritu] denunciada por San Pablo" (Dominum et Vivificantem N. 56)
He aquí, descrita por el Papa, la acedia antitea
característica de nuestra civilización, exasperada en su versión soviética,
pero que permanece presente en su versión globalista del nuevo Orden Mundial
tal como lo concibe Fukuyama, teórico y asesor del Departamento de Estado de los
Estados Unidos.
El ataque a la fe. Declaraciones de Marx, Lenin y el Partido
Comunista
Veamos algunos textos que ejemplifican lo afirmado por el
Papa.
Como es sabido, el comunismo es, ante todo, una teoría
fundada en el materialismo ateo de Feuerbach, Marx y Engels, autores que a su
vez son tributarios de las críticas contra la fe cristiana de Kant y Hegel. De
estos autores, algunos negaron sistemáticamente la fe y la religión cristiana y
otros pasaron a combatirla activamente tratando de erradicarla, como dice el
Papa, de la sociedad y hasta del corazón mismo del hombre.
Para Karl Marx, siguiendo a Feuerbach, "es el hombre el
que crea a Dios, como producto de su mente, y no Dios el que crea al
hombre". En un texto clásico afirma Marx:
"La lucha contra la religión es, por lo tanto [...]
lucha contra el otro mundo, del cual la religión es el olor espiritual [...] la
religión es el suspiro de la creatura oprimida; es el corazón del mundo sin
corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el
opio del pueblo. La abolición de la religión, como felicidad ilusoria del
pueblo, es necesaria para su verdadera felicidad. La exigencia de quitar
las ilusiones sobre su situación es la exigencia de quitar una situación que
necesita ilusiones. La crítica de la religión es, pues, en germen, la crítica
de este valle de lágrimas, del cual la religión es la aureola".
Las apariciones del Corazón Inmaculado de María,
coincidentes con la revolución rusa, parecen una refutación de la negación
marxista del corazón creyente y de su negación del Espíritu santo.
Lenin, que instaló el régimen marxista en Rusia con la
revolución bolchevique de 1917, afirmaba:
"Nosotros debemos luchar contra la religión [léase siempre ‘la fe cristiana’
ortodoxa y católica en Rusia y Ucrania]. Este es el ABC de cualquier especie
de materialismo; y por lo tanto del marxismo. Pero el marxismo no es un
materialismo que se detenga en el ABC. El marxismo va más allá. Es preciso
saber luchar contra la religión y poder dar a las masas una explicación
materialista de los fundamentos de la fe y de la religión"
Esta misma fue la doctrina del PCUS, el Partido Comunista de
El régimen marxista instalado en Rusia, es decir en
Por eso, la referencia, en Fátima, a la conversión de Rusia
si ésta le es consagrada al Corazón de María por el Papa y todos los obispos,
es decir por los representantes jerárquicos de todo el pueblo de Dios
perseguido, so pena de que sus errores se difundan y sobrevengan terribles
guerras y persecuciones sangrientas, es también un hecho espiritual de lucha.
Es una cruzada mariana. Nuestra Señora misma reconoce el carácter de guerra
espiritual que reviste este enfrentamiento con los poderes demoníacos, cuando
afirma: "Finalmente, mi Corazón Inmaculado triunfará y habrá un tiempo
de paz".
El Corazón y las Espinas
Ante la acedia organizada ideológica, política y culturalmente,
¿Qué puede oponer al empuje del cerco de espinas el corazón
desnudo de la caridad? ¿Ese corazón sin corazas ni defensas de Dios? ¿Qué puede
oponer a la ofensa de los pecadores? Fácil le sería al fuego quemar las
espinas. Pero el fuego de la caridad, el de la zarza ardiendo no es un fuego
devorador de los pecadores. Al cerco de las espinas, el fuego de
Los niños quedaron inflamados de caridad. De amor a Dios. De
compasión por los pecadores. De amor que sufre, sacrifica, no juzga y perdona,
no toma nada a mal. Ellos reflejan el amor de Jesús y de María por la salvación
de todos los hombres.
Contra la acedia organizada en forma de gobierno y planes
quinquenales, en forma de proyecto antiteo que se proponía abolir la fe y
arrancarla del corazón de los pueblos cristianos, los Corazones de Jesús y de
María, inflamados en el fuego de
Fátima no es, pues, solamente un acontecimiento de devoción
puramente privada e intimista. Es una especie de jaque mate divino, dado en el
tablero de la historia, a las insidias de la acedia de los príncipes de este
mundo contra el Señor y su Ungido (Salmo 2).
Fátima es una respuesta divina en la que, imitando a Dios,
los suyos podemos aprender cómo se ha de responder a
Vigencia de Fátima
Fátima no ha perdido su vigencia con la caída de
El Mensaje de Fátima sigue siendo actual y su pastoral,
centrada en las virtudes teologales y principalmente en la caridad, parece
constituir lo que el Papa Todo suyo Juan Pablo II, nos propone y
recomienda.
La resistencia al Espíritu, como
Dios viene, pues, a dar respuesta a la civilización de la
acedia con el movimiento que arranca de Fátima y pone en movimiento a los
humildes, a los creyentes, a los pequeños, a los inflamados por la caridad, a los
pacientes, a los que se sacrifican por los pecadores, a los que oran como les
enseñó a los niños el Ángel de
Es la oración de la caridad, que no se conforma con el
ejercicio de la virtud de religión sólo para sí, sino que desea que todos los
hombres se salven. Es el anhelo apostólico diametralmente opuesto al de Marx y
Lenin, que desean que los hombres dejen de querer, de adorar, de esperar y de
amar a Dios, como quien se sacude un yugo de infelicidad.
En la oración que el Ángel de