Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt coeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis
Sección Historia:
los nicolaítas
Los nicolaítas constituían una secta
que tomó su nombre probablemente de Nicolás de
Antioquía, uno de los siete
diáconos designados por los Apóstoles en
Jerusalén (Hechos 6,5: “Pareció
bien la propuesta a toda la asamblea
y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu
Santo, a Felipe, a
Prócoro, a Nicanor, a Timón, a
Pármenas y a Nicolás, prosélito de
Antioquía”).
No obstante, la identificación entre el diácono y
esta herejía ha sido
discutida por distintos expertos, aunque data de tiempos de Tertuliano.
Los
nicolaítas se distinguieron en
sus tiempos por sus costumbres licenciosas, a las que no consideraban
impuras
desde el punto de vista de su condición herética.
De hecho, sus contemporáneos
denominaban “nicolaítas” a los perversos
religiosos y morales de toda índole.
Así, San Juan los menciona en el capítulo segundo
del Apocalipsis, cuando
describe la carta que enviaría al ángel de
Éfeso (interpretado por los Padres
de la Iglesia como la primera etapa de la historia de la Iglesia):
“Tienes en cambio a tu favor que
detestas el
proceder de los nicolaítas, que yo también
detesto [Apoc 2,6] (...) Pero tengo
alguna cosa contra tí: mantienes
ahí algunos que sostienen la doctrina de Balaam, que
enseñaba a Balaq a poner
tropiezos a los hijos de Israel para que comieran carnes inmoladas a
los ídolos
y fornicaran. Así tú también mantienes
algunos que sostienen la doctrina de los
nicolaítas. (Apoc. 2,14-15)”
La secta
tenía una fuerte influencia
de los gnósticos precristianos y de los primeros tiempos de
la cristiandad, en
especial en áreas sensibles como la resurrección
de la carne y el bautismo.
Asimismo, fueron las distintas corrientes gnósticas paganas
las que finalmente
absorbieron e integraron a los nicolaítas hacia principios
del siglo III.