Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth. Pleni sunt coeli et terra gloria tua. Hosanna in excelsis
Sección Historia
otra Visión de las Cruzadas
El profesor del Departamento de Historia de la Universidad de San Luis (Estados Unidos), Thomas Madden, fue entrevistado en 2005 por la agente de noticias Zenit, después de la publicación de su libro "Una historia concisa de las Cruzadas", en el cual, a partir de datos objetivos, logró desmitificar algunos aspectos inherentes a esta leyenda negra de la historia de la Iglesia.
Reproducimos a continuación el contenido de esos comentarios, según fueron publicados en la edición 495 de El Observador En Línea, importante medio católico digital que se edita desde México.
Los cruzados no
eran ávidos
depredadores o colonizadores medievales, como afirman algunos libros de
historia, afirma un experto, Thomas Madden, profesor asociado de
Madden ha recorrido los mitos más difundidos sobre los
cruzados, y con los
nuevos descubrimientos históricos ha encontrado que carecen
de fundamento:
Mito número 1: Las cruzadas eran guerras de
agresión contra un mundo
musulmán pacífico
Esta afirmación es completamente
errónea. Desde los tiempos de Mahoma los
musulmanes habían intentado conquistar el mundo cristiano, y
a finales del
siglo XI ya habían conquistado dos terceras partes. Y los
imperios musulmanes
siguieron expandiéndose llegando hasta los mismos confines
de Europa. Las
agresiones provenían, por tanto, de la parte musulmana.
Llegados a un cierto
punto, la parte que quedaba del mundo cristiano no tenía
más remedio que
defenderse si no quería sucumbir bajo la conquista
islámica.
Mito número 2: Los cruzados llevaban crucifijos,
pero lo único que les
interesaba era conquistar riquezas y tierras
Hace tiempo se afirmaba que en Europa había un
número excesivo de nobles
segundones adiestrados en las artes de la guerra caballeresca, pero
privados de
tierras feudales. Las cruzadas, por tanto, eran como una
válvula de escape que
impulsaba a estos hombres guerreros a salir de Europa, hacia tierras
por
conquistar a expensas de otros. La historiografía moderna ha
destruido este
mito. Hoy sabemos que eran más bien los
primogénitos de Europa los que
respondieron al llamamiento del Papa en 1095 y a la consiguiente
cruzada. Ir a
una cruzada era una operación muy costosa. Los
señores se veían obligados a
vender o hipotecar las propias tierras para conseguir los fondos
necesarios.
Como los soldados de hoy, los cruzados medievales se sentían
orgullosos de
cumplir con su deber, pero al mismo tiempo deseaban volver a casa. Tras
los
éxitos espectaculares de la PrimeraCruzada, con la conquista
de Jerusalén y de
gran parte de Palestina, sólo una mínima parte de
los soldados se quedó para
consolidar y gobernar los nuevos territorios. Asimismo, el
botín era escaso;
aunque los cruzados hubieran soñado con grandes riquezas,
casi ninguno logró ni
siquiera recuperar los gastos.
Sin embargo, el dinero y la tierra no eran el motivo para lanzarse a la
aventura de una cruzada. Iban a expiar los pecados y ganarse la
salvación
mediante las buenas obras en una tierra lejana. Afrontaban gastos y
fatigas
porque creían que, yendo a socorrer a sus hermanas y
hermanos cristianos en
Oriente, habrían acumulado riquezas que ni el
orín ni la polilla las corroen.
Mito número 3: Cuando los cruzados conquistaron
Jerusalén, en 1099, masacraron
a todos los hombres, mujeres y niños de la ciudad, hasta
inundar las calles de
sangre
El principio moral aceptado en todas las civilizaciones de la
época era que
una ciudad que se había resistido a la captura y
había sido tomada por la
fuerza, pertenecía a los vencedores. Y esto no
incluía sólo los edificios y los
bienes, sino los habitantes. Por esta razón, cada ciudad o
fortaleza tenía que
sopesar si podía permitirse resistir a los sitiadores o
negociar los términos
de la rendición. En el caso de Jerusalén, se
intentó la defensa hasta el último
momento, y cuando la ciudad cayó, fue saqueada. Se dio
muerte a muchos
habitantes pero otros muchos fueron rescatados o liberados.
Hay que
observar que en las ciudades musulmanas que se rindieron a los cruzados
la gente no fue atacada. Se incautaban sus propiedades y se les dejaba
libres
de profesar la propia fe.
Mito número 4: Las cruzadas eran una forma de
colonialismo medieval
revestido de oropeles religiosos
Occidente en
Los europeos no
obtenían beneficios económicos de estos Estados;
por el
contrario, los gastos de las cruzadas gravaban fuertemente sobre los
recursos
europeos. Mientras los musulmanes combatían entre ellos, los
Estados cruzados estaban a
salvo; pero, cuando los musulmanes se unieron, fueron capaces de
derrumbar las
fortificaciones, tomar las ciudades, y en 1291 expulsar a los
cristianos.
Mito número 5: Las cruzadas se hicieron
también contra los judíos
Ningún Papa ha lanzado jamás una
cruzada contra los judíos. Durante la Primera Cruzada, una
numerosa banda de malhechores, no pertenecientes al
ejército principal, invadieron las ciudades de Renania y
decidieron depredar y
asesinar a los judíos que allí
residían. Esto se produjo en parte por pura
avidez y en parte por una errónea concepción por
la que los judíos, en cuanto
responsables de la crucifixión de Cristo, eran objetivos
legítimos de la
guerra.
El papa Urbano
II y los papas sucesivos condenaron enérgicamente estos
ataques
contra los judíos. Los obispos locales y los otros
eclesiásticos y laicos
trataron de defender a los judíos aunque con poco
éxito.
De modo parecido, durante la fase inicial de la segunda cruzada, un
grupo de
renegados asesinó a muchos judíos en Alemania,
antes de que san Bernardo
lograra alcanzarlos y detenerlos. Estas desviaciones del movimiento
eran un
indeseado subproducto del entusiasmo de las cruzadas, pero no eran el
objetivo
de las cruzadas.