Revista Horda
N° 1-Año 2000
Volver


LA PRODUCCIÓN INTELECTUAL
A PESAR DE UNA  CULTURA
POLÍTICA HOSTIL A TODA POLÍTICA CULTURAL DEMOCRÁTICA

Manuel Enrique Landsman
Lic. en Sociología
 

Estas anécdotas sobre censuras previas, amenazas y prohibiciones, descalificaciones y aprietes, a intelectuales y a hombres de la cultura y el arte en general por parte de un gobierno ya clásico, dejan de ser simples anécdotas (a esta altura) risueñas, para convertirse en condiciones estructurales de existencia de dichos actores sociales. Que bien o mal encaradas sus críticas u opiniones, deben vérselas con todo un aparato nepótico y represivo, que hunde sus raíces no sólo en el pasado histórico caudillista con acento ibérico; sino también con bases fascistas de la sociedad marginalizada del circuito ético capitalista y de las democracias socio-liberales, hoy en boga.
Gobierno y pueblo en estas latitudes parecen prescindir de las libertades expresivas. Nada más terrorífico contra este orden imperante que la acción “incontrolada” de intelectuales (incluyendo a maestros, profesionales, escritores, periodistas, artistas, etc.).
Al estudiar exhaustivamente la Producción Intelectual de los últimos cien años vemos algunos indicadores de este accionar represivo desde el aparato de gobierno (ya sea militar o civil), pero también surgen inhibiciones derivadas de la escasez de un circuito privado de consumo y de propagación sostenida de la producción de textos sobre problemáticas sociales y políticas.
Experiencias como La Brasa (1925-1945) no volvieron a conjugarse. Quizás porque aquella tenía entre sus “reglas” el recato de no hablar de política partidaria, entre otros temas punzantes para la sensibilidad patricia. “Con motivo de ciertas expresiones de carácter político escapadas en el transcurso de alguna de las conferencias últimamente ofrecidas, suscitando comentarios diversos en el auditorio, la institución nos pide hacer constar que de ningún modo puede responsabilizarse con ellas y ponerse a contradecirlas. Considera que corren por cuenta y riesgo exclusivo de los autores, quienes son llamados a la tribuna de ´La Brasa´ como representantes o servidores de la cultura y no como instrumento de ninguna facciocidad... ´La Brasa´, entidad de acción y propaganda exclusivamente cultural se abstiene de toda política y agrupa en su seno a elementos de opuestas tendencias...” (El Liberal 25 de sept. De 1936)
Los escasos e intermitentes períodos de “florecimiento intelectual” en Santiago del Estero estuvieron, casi siempre signados, por la capacidad de sus actores para desprenderse de las referencias políticas partidarias.
En este contexto se explica el marcado acento en la producción de obras de ficción, líricas e históricas con escaso contenido polémico extra-académico, y en el paulatino abandono de los géneros de investigación científico-social, crítica y opinión política.

La Producción Bibliográfica en Santiago del Estero

Los intelectuales considerados en este estudio, que abarcó a aquellos que publicaron al menos un libro de los 2325 registrados, nacidos o radicados en la provincia de Santiago del Estero terminaron sus días o viven actualmente fuera de la provincia en un 85 %. Lo que habla a las claras de una migración ya no sólo de mano de obra de baja calificación (como los clásicos “cabecitas negras”) sino también de una migración abrumadoramente amplia en proporción, de los sectores más “ilustrados” de la sociedad. Santiago encabezaría alguna lista de exportación de materia gris.

Consignamos para este estudio parcial de la intelectualidad santiagueña, las producciones bibliográficas desde 1900 hasta 1998 (2325 obras) .
Del estudio derivado del total general de las obras sorprende, a primera vista, dos tendencias generales: primero, la creciente publicación hasta mediados de siglo; segundo, la acelerada publicación bibliográfica en las décadas del 30’ y parte del 40’; tercero, la tendencia decreciente a partir de fines de la década del 40´ hasta fines de siglo.

Considerando las tendencias según el criterio de sexo de los autores observamos que son las mujeres quienes adquieren, paulatinamente, mayor protagonismo. Presumiendo que en un período cercano (20 años) igualen, en cantidad a las obras publicadas por los varones. Los cuales acusan una brusca caída en la autoría de estas. Siendo dominantes y determinante para provocar el arrastre de la tendencia en baja general que se observa en la polinómica de Total de Autor.
En general podemos resumir las siguientes conclusiones: 1°. Período de apogeo o de las luces, de producción bibliográfica santiagueñas entre 1934 (25 obras), llegando a publicar en 1942 y 1943, 47 y 46 obras respectivamente (picos no vueltos a alcanzar nunca más), finalizando este período de alta producción, aproximadamente en 1953 donde se registraron 26 obras publicadas. Con una inflexión profunda en 1955, año coincidente con la caída del segundo gobierno de Perón.
2° Desde mediados de siglo la producción bibliográfica general acusa una disminución creciente. Siendo esta relación inversa entre los sexos.

Autores, Obras y Géneros

Con respecto al total de obras de autor registradas: 2.325 (que no es, ni por cerca el total real de las obras publicadas por autores santiagueños en el mundo, pero, si es una muestra bastante representativa y confiable), de 2217 casos de obras de autores unipersonales, sólo 216 les corresponde a las mujeres, es decir el 9,47 % de la producción total.
Entre los años 38’ y 49’ produjeron un primer grupo de obras importantes, como sucedió con en el grueso de la producción general de autores santiagueños, aunque recién a partir de comienzos de los años 60´ la producción bibliográfica de las mujeres está en aumento, que alcanzará en algún punto cercano al 2020, en magnitud, a la producción de los varones, habrá que decir caeteris paribus (si las condiciones se mantienen). Considerando la actual incorporación masiva de la mujer en el sistema de educación superior, se prevé un asegurado dominio pleno sobre la cantidad de textos publicados por los hombres.

(ANEXO 1)

La Producción de Ficciones

Comparando el tenor, las temáticas, las orientaciones o los intereses que subyacen en la elección de los géneros bibliográficos, pudimos agruparlos en dos grandes grupos.
Por lo que este capítulo podría llamarse la lucha de lo blando contra lo duro, o de lo objetivo contra lo subjetivo, del presente contra el pasado, de lo real contra lo imaginario, etc. Por diversas razones, que podríamos mencionar: a) La inestabilidad política y constitucional que atravesó la República: sin dudas, impactó en el cuerpo intelectual sensible a las cuestiones sociales, modificando su comportamiento tradicional, derivado del temor a sufrir proscripción, persecución o incluso desaparición (como de hecho sucedió con personas e instituciones); b) La radicalización ideológica y la ausencia de estímulos y confianza en los medios de acción a través de los canales ensayados (discursivos, bibliográficos, pedagógicos), llevaron a muchos intelectuales a la acción explícita, “Personalmente creo que los indoamericanos tenemos un papel fundamental en este momento histórico, y debemos darnos los propios instrumentos y los medios para ejecutarlo. Resulta desde todo punto inadmisible a esta altura de nuestras posibilidades cualquier tipo de supeditación o de contención”. (F. R. Santucho, 1959)

El gráfico es explícito en una tendencia que ya veíamos al considerar los géneros según sus grupos. Dividimos las obras según éstas fueran más próximas al género ensayístico o técnico, característico de los trabajos científicos, con aspectos teóricos y metodológicos críticos, objetivos, y sobre problemáticas contemporáneas, como los representados por el color oscuro en el gráfico: Ensayos de ciencias en general, publicaciones sobre salud; Derecho; Conferencia; Crítica; Epistolario; Informes.
Comparamos la producción de estos trabajos con aquellos ligados a consideraciones menos críticas, menos polémicos de la realidad, más subjetivos, donde la imaginación o la documentación sobre acontecimientos pasados, inhiben la problematización social en sus diferentes dimensiones contemporáneas, político, social, cultural, económico, etc. Este último grupo es el que se representa con tono claro en el gráfico: Biografía;  Historia; Homenaje; Memoria; Antología; Álbum; Teatro; Relato; Novela; Libreto; Coplero; Cuento; Oración; Verso. Temas que versan sobre el pasado y literatura en general.
De este modo vemos una clara tendencia a lo largo del siglo, hacia los trabajos de imaginación, subjetivos, sobre temas de bajo nivel de problematización directa y de escaso alcance argumentativo.
Si el grupo de los ensayos se caracterizaba por trabajos “duros” sobre el presente, lo real, etc., el segundo grupo, se caracterizará, en cambio, por los trabajos “blandos”, sobre el pasado o atemporales, por lo mismo, lo imaginario, etc.
La caída se registra casi exclusivamente en los géneros ensayísticos, científico-técnicos, de contenido social, cultural, político y económico sobre temas contemporáneos. Contrariamente a lo que sucede con los históricos y literarios. En los cuales el libro continúa siendo el soporte por excelencia de difusión de esos trabajos.
 

Las Fronteras de la Investigación

De la observación de los gráficos surgen las preguntas inevitables: ¿a qué se deben estas tendencias?. ¿Qué criterios de selección o de elección concurren a los intelectuales en esta tarea?. ¿Responden a tendencias generales (mundiales, nacionales, regionales)?. ¿o bien a causas internas, locales, o a una conjugación de ambas?. Finalmente ¿incide y cuanto en la producción bibliográfica acontecimientos políticos, institucionales y económicos?.

Señalaremos aquellos que nos parecen, a simple vista, ser las causas o los factores que inciden en estas tendencias: Los golpes militares y la inestabilidad política; la guerra antisubversiva; la ausencia completa de una política cultural democratizadora; la emergencia de nuevos medios de comunicación, como los medios electrónicos; el nuevo papel del intelectual en la sociedad; la desaparición de los tradicionales problemas y temas de preocupación; las nuevas exigencias institucionales y académicas para los investigadores en ciencias, el papel de las revistas especializadas; el raquitismo de una sociedad instruida e independiente que funcionara como demanda específica.
Bien por inhibición (temor) o desánimo, por desaparición y migración de autores o por canalización por otros medios, la producción bibliográfica, intelectual ha disminuido, y continúa haciéndolo sobre todo en lo que atañe a la difusión de trabajos de investigación y de crítica social, en el formato público del libro. Lo que antiguamente, garantizaba una cierta difusión abierta a la sociedad y al alcance de los agentes involucrados en la resolución de los problemas, cuando no también para las propias masas (o al menos, letradas).
El alejamiento de los intelectuales de la política es visto hoy como una característica general de la sociedad, los candidatos delegan las funciones estratégicas, ideológicas y discursivas a equipos técnicos.
Un estudio más detallado de los temas y conceptos localizados podrán dar más pistas sobre esta especie de avatar de la producción intelectual en Santiago del Estero. Estudiando los factores externos, como la irrupción  de los medios audiovisuales de radio y televisión. Podremos, quizás, observar como los intelectuales locales vieron “suplantada” o diferida su función con respecto a ciertas áreas del conocimiento y de la información, de las que anteriormente daban exclusiva cuenta, la novedad, la noticia, el informativo, la “propaganda” y la “publicidad”, fueron sustraídas de la demanda social. La conexión directa e instantánea con el mundo fueron acortando las distancias entre los “hombres”, pero, paradójicamente, alejando al intelectual local de su voz pública, y por que no, de su propio interés y entendimiento. Transformando su objeto y su función, exigiéndole nuevas estrategias de adaptación que creemos deben ser las llaves para reencontrar su indispensable función en la sociedad: la de hacer inteligible el discurso del poder allí donde parece haber desaparecido, disimulado, encubierto, en su propia impotencia, en su legitimidad descarnada.
Es cierto, las masas nunca necesitaron del intelectual para saber, ni para tener conciencia de nada, ellas saben perfectamente lo que quieren. Le resta al intelectual, hoy, “luchar contra las formas de poder allí donde es a la vez su objeto e instrumento: en el orden del <<saber>>, de la <<verdad>>, de la <<conciencia>>, del <<discurso>>” (Foucault, Michel “Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones”, Alianza Editorial, Bs. As. 1990).
 

Fin.

Autor Manuel Enrique Landsman
Email: melandsman@yahoo.com
 

-----------------------------------------------------
 
 

ANEXO 1:

Los Géneros Registrados

 La clasificación de las obras por género o tipo de obra fue uno de los escollos más difíciles de abordar. Dado que cualquier tipo de categorización entraba en conflicto con los datos de la realidad. Por lo tanto el mejor método, o al menos el que usamos aquí fue el de clasificar de acuerdo a los criterios: a) los aportados explícitamente por el autor; b) por otro autor de obra similar; c) por especialistas (antologistas, prologuistas, críticos, etc); d) de no contar con ninguno de estos, aplicamos nuestro propio criterio examinando muchas veces la obra en cuestión.
 Estos son los géneros registrados y la relación porcentual que guardan entre si:
                     %
 1. Álbum /  0,68
 2. Antología /   0,68
3. Biografía /   5,17
4. Catálogo /  0,34
5. Ciencia, salud /  4,54
6. Compendio / 0,19
7. Conferencia /  2,66
8. Coplero /   0,43
9. Crítica /   0,68
10. Cuento y verso /  0,39
11. Cuentos /   2,08
12. Cuentos y relatos /  0,29
13. Derecho /  6,09
14. Diccionario / 0,24
15. Digesto /  0,19
16. Discursos /   5,08
17. Ensayo de C. Natural/  1,7
18. Ensayo de C. Social/  21,78
19. Epistolarios /  0,58
20. Historia /   13,81
21. Homenaje /  1,01
22. Informe /   0,72
23. Libreto /   1,06
24. Manual /   4
25. Memoria /   0,92
26. Novela /   2,42
27. Oración /   0,19
28. Plan, proyecto /  1,35
29. Reglamento / 0,39
30. Relatos /   2,27
31. Relatos y versos /  0,24
32. Teatro /   2,32
33. Poesía /  14,44
 
 

Los autores y las obras

Los autores santiagueños de obras unipersonales encontrados en esta investigación suman en total 643. De los cuales 97 son mujeres y 546 varones.
Los autores que llevan publicadas diez o más obras son los siguientes:
Escritor  Cantidad de Obras
Gramajo de Martinez Moreno, Amalia 14
Lorenzo de Noriega, Blanca 12
Beltrán Núñez, Rosario 11
Irurzun, Blanca 10

Gancedo, Alejandro (h) 209*
Rojas, Ricardo 57
Olmos Castro, Amalio 51
Di Lullo, Orestes 45
Canal Feijóo, Bernardo 39
Alen Lascano, Luís C. 36
Álvarez, Antenor 35
Gárgaro, Alfredo 31
Rava, Horacio Germinal 26
Ledesma Medina, Luis A. 26
Castiglione, Julio César 25
Bravo, Domingo A. 23
Abregú Virreira, Carlos 23
Pereyra, Nicandro 19
López Alzogaray, Eduardo 19
Oddo, Vicente 17
Molina Tellez, Félix 17
Olaechea y Alcorta, Baltazar 16
Carrillo, Ramón (Dr) 15
Arnedo, Rodolfo 14
Ríos, Ricardo S. 13
Ábalos, Jorge Washington 13
Gancedo, Alejandro 13
Figueroa, Marcos J. 13
Cáceres, Manuel C. 12
Argañarás, Manuel 12
Victoria, Marcos 11
Martínez Bertoli, Eduardo Pedro 11
Lami Hernández, José María 11
Moreno Saravia, Medardo 10
Maidana, Domingo 10
Castro, Mario Alejandro 10
 

* La prolífera obra de Alejandro Gancedo (hijo) llama poderosamente la atención, quien, a pesar de la brevedad de muchos de sus trabajos (folletos), la presentación de cada uno de ellos guarda el formato libro. También es necesario tener en cuenta que la familia Gancedo fue propietaria, durante un prolongado tiempo, de una importante empresa periodística, abaratando (posiblemente) los costos de edición. Salvedades que no deberán quitar mérito a lo substancial de su obra.

-----------------------------------------------------------

ANEXO 2:
 

 Editoriales, Periódicos y Revistas

El libro santiagueño salió a luz, en su etapa inaugural, en las imprentas porteñas, como la Imprenta, Litografía y Encuadernación de Stillar y Laas, en 1884; Litografía, Imprenta y Encuadernación de Guillermo Kraft, en 1886; Compañía Sud  Americana de Billetes de Banco, en 1883; Imprenta, Litografía y Encuadernación M. Moreno, en 1889. A su tiempo, las prensas cordobesas contribuyeron a la difusión del libro santiagueño, como en el caso del "Manual del idioma general del Perú. Gramática razonada de la lengua quichua" del Presbítero Miguel Angel Mossi, editado en la Imprenta de Martín Biedma e Hijo, en Córdoba en el año 1889; hacían lo propio la Imprenta de Los Principios, en 1895, y la Tipo-Lito, en 1896. En tercer lugar, y no menos meritorio fue el esfuerzo de la incipiente tipografía local, en 1858 la Imprenta "21 de Octubre" estampa su sello en el "Mensaje del Poder Ejecutivo..."; la Imprenta de "La Opinión Pública" y la Tipografía "El País" que se fundaron junto a homónimos periódicos en 1882 y 1883 respectivamente.
Con el nuevo siglo empezaron a aparecer imprentas locales que tuvieron un rol decisivo en la producción bibliográfica, pero también en la de diarios, revistas y folletos, entre otros trabajos inherentes al oficio. Las imprentas locales más importantes de las cuales tenemos noticias son las siguientes: Amoroso (1934-1971); El Boletín oficial; Arcuri y Caro (1937-1938); Caro hnos.; El Liberal (imprenta del Diario); Iberia; J. Osés y hermanos; La Hora (imprenta del Diario); Molinari (1918-1943); P. N. Almonacid (1910-1915); R.Ribas y Cia. (1909-1942); Rodriguez y Cía. (1897-1908); Tipografía Estímulo y Defensa (1903-1904); O. Zampieri (1937-1938); S. Yussem (1933-1946) Mulky; Herca; Santiago Libros; Sigma; Marcos Vizoso; UCSE; UNSE, entre otras.
Al analizar los medios a través de los cuales la intelectualidad provinciana hacía conocer sus ideas y pensamientos resalta el papel primordial que tenían los folletos, periódicos y revistas. El periodismo, podría decirse, que fue la cuna de la intelectualidad en Santiago del Estero y posiblemente en todas las Provincias Argentinas, desde comienzos del siglo XIX.
El primer periódico santiagueño apareció allá por 1859, se tituló “El Guardia Nacional”, el que, como casi todos, tuvo corta vida.
José F. L. Castiglione   divide al periodismo, por su presentación, desde sus comienzos hasta 1948 en tres etapas: “Primero, las hojas que aparecían una o tres veces por semana, que abarca desde 1859 hasta 1896. Segundo, los cotidianos, que aparecieron todos los días, menos los domingos y feriados, de 1896 a 1932. Tercero, los que aparecieron todos los días, incluso los feriados –menos pocos días en el año- desde 1932 en adelante”.
Un rasgo característico de las primeras épocas parece haber sido la politización aguda del discurso periodístico “El periodismo... respiró un ambiente cargado de pasiones y enconos políticos; era violento, polémico, personal y exigía la capitulación del gobierno o del caudillo, única forma de tolerancia. Por eso cada gobierno, cada caudillo, tenía su diario, que era tan indispensable al gobernador como tener ministro...
La multiplicación de los periódicos, su corta vida, era índice de las cambiantes que sufría el ambiente político; los redactores eran casi los mismos y no había más que cambio de posición política; no cobraban sueldo ni los periódicos tenían venta callejera. El pago de una suscripción se festejaba como suceso. El anuncio comercial era pobre.
La proliferación de periódicos era fiel reflejo de la abundancia de esos ‘clubs’ cívicos, que crecían más a base del vicio ajeno, que de sus propias virtudes. Los periódicos eran sostenidos por los ‘clubs’ o las centrales de los partidos políticos. Un diario circulaba de casa en casa –cosa aún frecuente en nuestra época- tanto en la ciudad como en el campo, por lo que no faltó algún editor que pusiera este aviso, en lugar visible y con letras gruesas: No se lo preste al vecino...
Cada diario tenía su ‘editor responsable’ que no coincidía con el del director, en razón de que estos eran las ‘víctimas’ cuando se criticaba al gobierno, o hasta cuando aparecía una noticia sobre un crimen. Encarcelado el editor, era rápidamente sustituido por otro; era, por lo general, un obrero de la imprenta...
Todos los políticos eran redactores o colaboradores; el periodismo era una necesidad, un medio de subsistencia política; de ahí, aparte de su función social docente, que haya tintado de pasión todos los acontecimientos de nuestra organización institucional”. (Castiglione 1941)
Incluimos estos apuntes sobre el periodismo debido al peso real que tenía sobre la formación discursiva general.  Se editaron cerca de doscientos diarios, periódicos y revistas hasta mediados del siglo XX. Sólo en el año 1918 se registran 11 fundaciones de estos medios. Al estudiar la formación del discurso sociológico veremos a muchos periodistas emplear teorías, conceptos, como diferentes enfoque de esta disciplina. Algunos textos publicados son paradigmáticos en este sentido como “Orientaciones modernas” (1916) de J. Marcos Argañaras (Ex director de los diarios “La Mañana” y “La Razón”, ex redactor de “El Liberal”).

                                                           Volver