SUPERTRAICIONES

El Súper Clásico ha generado sus historias de odios, broncas, traiciones y cambios de vereda. Seguramente la última gran conmoción fue la transferencia de Claudio Caniggia, nacido futbolísticamente en River, pero hincha de Boca. El rubio tuvo su noche de gloria cuando decoró un 4 a 1 con tres perlas que dejó como recuerdo en el arco de Germán Burgos. Aunque, finalmente, el delantero se alejó de Boca por la puerta de servicio.
Anteriormente, Rubén Fernando Da Silva, ídolo de River, club en el que se consagró campeón en 1990, y fue goleador en mas de dos oportunidades, decidió pasarse a la vereda de enfrente en 1993. Está de mas contar como fue la recepción de los hinchas millonarios cuando el uruguayo volvió al Monumental. Sin embargo, el “Polillita” también tuvo su jornada feliz cuando en 1995, vulneró a Burgos y corrió a festejar con la gente de Boca, besándose su camiseta. Esa tarde, los xeneises ganaron 4 a 2. Pero como la tradición dice, la traición paga. Al tiempo, Da Silva se tuvo que ir a Rosario Central y hoy transcurre su otoño futbolístico en el Danubio del Uruguay.
Ninguna historia es tan gráfica par explicar hasta donde suelen llegar las secuelas que dejan el paso por el rival de siempre. Juan José López, símbolo de un River que cortó la anemia de títulos en el 75, y baluarte de la andanada de campeonatos que consiguieron los millonarios hasta 1981, integrante del mediocampo más famoso de la historia de River, que se podía decir de memoria: J.J., Merlo y Alonso; un día se le ocurrió pasar a Boca. La leyenda dice que su madre estuvo mucho tiempo sin dirigirle la palabra.
Otro caso es el de Sergio Berti, que se inició en Boca, de la mano de Pastoriza. Al poco tiempo el santafesino brillaba en las inferiores xeneises, pero no tuvo mucho lugar en la Primera División. De la mano de Passarella llegó a River en 1990, y con la Banda se cansó de ganar campeonatos. Tres veces se fue y otras tantas regresó a la Casa de la Banda Roja. En 1996, Carlos Salvador Bilardo lo pidió para el Boca que estaba armando. Pero al club llegaron 800 faxes pidiendo que no lo contraten. ¿Por qué tanta bronca? Por varios puntos. Primero por el mero folclore, que no admite el paso por el rival de toda la vida. Después, porque en un partido del año 1991, “La Bruja” saludó a los hinchas de Boca con su dedo mayor elevado y el resto de la mano cerrada. También puede ser porque Berti jugó siempre bien en los clásicos.
Pero sin lugar a dudas, los pases más traumáticos fueron los de Ruggeri y Gareca a River a cambio de Tapia y Olarticoechea a Boca en el año 1985.
En medio de una fuerte crisis institucional, que incluyó un paro de futbolistas, los dos jugadores de Boca fueron dejados en libertad de acción. River ya había declarado sus intenciones de contratarlos y ofreció el pase de Tapia y del Vasco, más una suma de dinero. La transacción se hizo (Boca recibió los pases y la plata en carácter de compensación) y las especulaciones empezaron a rodar en torno a la reacción de los hinchas de Boca cuando llegara el momento del Súper Clásico. Lo que se vivió en Mar del Plata fue tremendo, durísimo, brutal. “Gareca tiene cáncer y se tiene que morir” era el canto de los boquenses. Esa noche, el flaco delantero marcó un gol, pero no lo gritó. River se impuso 3 a 2. Sin embargo, el choque por el campeonato fue más agresivo, porque Roberto Pasucci, quien había sido compañero de los dos en Boca, y había liderado una corriente opuesta a la de los ellos en el conflicto antes mencionado, entró a sacar de la cancha a Ruggeri. No lo hizo, se tuvo que ir expulsado por un tremendo planchazo al defensor, River ganó 1 a 0 y Oscar salió en andas de sus compañeros, ovacionado por todo el estadio.
Pases y más pases. Rambert, Cedrés, Villarreal, Toresani, el coqueteo de Passarella para ser el entrenador de Boca, Veira, y más atrás Di Stéfano, Pipo Rossi, Moreno, Pedernera. Jugadores que se animaron a cruzarse a la vereda del más odiado. Hombres que quedaron en el olvido y otros que hicieron historia, como el Héber Mastrángelo, Salinas, Tarantini, Morete, el Beto Menéndez, tri- campeón con River y tricampéon con Boca. Los que se animaron a ser símbolos de uno y pasarse al otro.
(Fuente:El alargue web site / www.migueldalesio.com.ar)