La educación en Bizancio.

Debemos decir que no todo fue política, lujo, guerra y conjuras en Bizancio.

Sin duda hubo una gran diferencia en la edad media entre occidente y Bizancio, que fue la existencia de una administración.

Sin embargo hay que decir que hubo otra diferencia que está muy relacionada con la anterior y fue fundamental en la historia medieval: la existencia de una educación programada y sistemática a través de toda su larga existencia.

En Grecia, desde la época clásica existieron numerosas escuelas, y durante el periodo helenístico (desde Alejandro Magno hasta Cleopatra) se crearon las bases para una educación que, con los cambios lógicos de cada época, se mantuvo hasta 1453.

La educación se daba en tres niveles: elemental, gramatical y retórica.

Educación elemental.

Había en Bizancio una escuela elemental a la que asistían los niños y que en general tenían como maestro a un humilde ciudadano que enseñaba básicamente a leer y escribir y algunos rudimentos de aritmética, las letras, las sílabas, las palabras, algunas frases cortas, sustantivos, verbos, y luego pequeños textos en prosa, por ejemplo las fábulas de Esopo, que explicaba no solo gramaticalmente sino su parte moralizante.

No tenía libros de texto, era básicamente un aprendizaje de memoria, y se reforzaba esto con el castigo corporal.

La educación elemental parece no haber tenido grandes cambios a través de la historia de Bizancio, limitándose a preparar a los jóvenes para asistir al segundo nivel, el que daba el gramático.

Estos maestros elementales, que como dije eran de extracción humilde, no han dejado mayor huella en la historia de Bizancio, dado que pertenecían a una clase sin relaciones sociales importantes, entonces estaban toda su vida enseñando en el anonimato.

Distinto era cuando se trataba de los profesores de gramática o de retórica, miembros de una elite cultural, que si bien no era muy numerosa estaba muy bien asentada como clase en la sociedad, y solían escribir libros que aún se conservan.

La gramática.

El gramático enseñaba en el segundo nivel cómo leer literatura griega clásica, y solía explicarla y valorarla de manera crítica.

Enseñaba la gramática de un modo mucho mas profundo y tenía en cuenta los diferentes dialectos que en cada época se utilizaban y que alejaba al griego común del clásico, y como lo podremos suponer, el griego hablado en las calles era cada vez mas distante del clásico, los gramáticos tuvieron cada vez mas dificultades para su enseñanza; a pesar de ello no abandonaron el método, sino que lo fueron afirmando.

Utilizaban libros de texto, por ejemplo "El Arte de la Gramática", de Dionisio Tracio(s II a.C.), junto con muchos textos y comentarios que a través del tiempo estos maestros compusieron para explicarlo.

También utilizaron los Cánones de Teodosio de Alejandría (s VI d.C.), un tratado de reglas breves de gramática y conjugación de verbos, junto con un verdadero arsenal de comentarios a esta obra que fueron escribiendo a través de los años.

Se ejercitaba muchísimo la lectura, utilizándose preferentemente poemas clásicos, esencialmente Homero (La Odisea, la Ilíada), verdadera herramienta fundamental del gramático.

Es lógico pensar que la mente de un bizantino no comprendiera inmediatamente a los personajes mitológicos de la Grecia Clásica, por lo que el gramático pasaba horas explicando cada uno de los personajes y sus implicancias, además de tener que explicar las consabidas diferencias gramaticales con el griego común y los distintos dialectos.

Los libros eran algo muy especial y raro en esta época (en todas las épocas de Bizancio), por lo cual la enseñanza era básicamente oral, y los alumnos debían aprender de memoria los versos.

Seguramente los mas de 15.000 versos de la Ilíada no serían aprendidos en poco tiempo por los alumnos, por lo que se cree que el aprendizaje era lento, pero eficaz.

El tercel nivel: la retórica.

Como no había un cronograma específico ni leyes que hablaran de ello, los alumnos podían tener entre 13 y 15 años aproximadamente al llegar a este nivel, cosa que dependía de sus aptitudes.

El libro de texto por excelencia era un compilado de ejercicios que abarcaban los distintos géneros de la composición.

Lo llamaban progymnásmata y era su autor Aftonio de Antioquía, quien fue maestro de retórica en Atenas a fines del siglo IV, como vemos, un texto muy antiguo que se usó prácticamente hasta 1453.

Comenzaba por una breve descripción del género y luego daba el texto.

Los géneros estaban dados en un riguroso orden que se observaba desde hacía siglos, y que era el siguiente: fábula, narración, khreía (cuento que da un ejemplo sobre una afirmación por todos aceptada) máxima moral, refutación, confirmación, lugar común, encomio, insulto, comparación, prosopopeya(descripción de un personaje), descripción, cuestión de carácter general, y proposición de una ley.

El bizantinista escocés Robert Browning nos muestra en uno de sus trabajos este ejemplo sobre cómo se estudiaba en él la refutación:

"Refutatio es el hecho de rebatir algún asunto. Se puede refutar lo que noes obvio del todo ni totalmente imposible, sino que ocupa una posición intermedia. Aquellos que pretenden refutar deben antes que nada desacreditar a quién haga el aserto y después atacar el modo en que se ha expuesto la cuestión utilizando los siguientes epígrafes de argumentación: primero, que es confusa e improbable; después, que es imposible o inconsecuente con sus premisas, o que es impropia; finalmente, hay que añadir que carece de ventajas. Este ejercicio preliminar contiene en sí toda la fuerza del arte de la retórica."

Luego de esta explicación da un ejemplo de refutación a la historia de Dafne, la ninfa perseguida por Apolo y convertida en laurel. Cuando le llega el turno al siguiente ejercicio, la confirmación, luego de la explicación del género dará todos los argumentos a favor de esta historia.

Hay otro libro que contiene una colección diferente de progymnásmata y el autor es Nicolás de Mira, profesor de retórica de Constantinopla en el siglo V, pero no fue tan popular.

Podemos darnos cuenta de la popularidad del maestro ateniense Aftonio por la cantidad de comentarios que los profesores añadieron a su obra, muchísimos mas que los del maestro Nicolas de la capital, aunque según el juicio del mencionado Robert Browning, la mayoría de estos comentarios son faltos de imaginación y un poco tediosos.

El profesor tenía otra arma que se utilizó durante todos los periodos y eran los cuatro tratados de Hermógenes de Tarso, que vivió entre los siglos II y III de nuestra era, Sobre las posiciones, Sobre la invención, Sobre las formas y Sobre la técnica de la grandeza, tratados que hablan de los procedimientos que se utilizan en un discurso y los efectos que se logran con ellos.

Si bien hubo profesores bizantinos que han compuesto manuales similares, ninguno se le compara, y lo que sí hicieron los profesores fue escribir una cantidad infinita de comentarios a esta obra, lo que atestigua su gran popularidad y la cantidad de veces que han recurrido a ella para enseñar a sus alumnos.

Los libros y los profesores de retórica.

Hay que hacer una aclaración para comprender las costumbres de la época: así como los libros eran raros y es de suponer que solamente el maestro tenía alguna copia de cada uno (o tal vez se los supiera de memoria), otra particularidad se da en que la importancia del discurso en esa sociedad era enorme comparada a la que hoy tiene; dado que la lectura era algo rarísimo, la persona que hablaba con elegancia, con estilo, y que lograba atrapar a un auditorio era altamente valorada, de allí la importancia que tenía este tipo de estudio.

Desde los primeros siglos de nuestra era los profesores de retórica fueron buscados por la sociedad para pronunciar un discurso allí donde la necesidad obligaba: bodas, oficios fúnebres, festejos, celebraciones religiosas, eran el teatro de operaciones de estos personajes que hacían del idioma griego una ciencia.

Además un dato muy importante: en los primeros siglos de vida de Constantinopla y de otras ciudades romanas el profesor de retórica solía hacer de intermediario entre sus conciudadanos y las autoridades, incluso podría entrevistarse con el emperador en persona, buscando convencerle en nombre de una ciudad entera de solucionar tal o cual problema o de que hiciese de árbitro en algún litigio.

Con el correr de los siglos y la consecuente centralización del poder, que trajo mayores dificultades para acceder a los funcionarios (el gobierno se transformaba en un ente frío y remoto), no fueron ya el nexo de antaño entre una ciudad o barrio y el gobierno central, pero no perdieron protagonismo en los festejos públicos y sus discursos eran muy esperados por todos los ciudadanos, aún hasta la mismas vísperas de la caída.

Solía ser muy importante para ellos esmerarse en el discurso y poder convencer a los oyentes de lo que se decía, porque de esto dependía la fama futura del profesor, su aprobación por parte de los ciudadanos como un buen maestro y su éxito en la tarea podría llevarlo a relacionarse con personajes muy importantes.

Había dos características fundamentales que tenían todos los profesores de retórica: primero, enseñaban a los hijos de la nobleza, los ricos y los poderosos, y segundo, consecuencia del primer punto, se movían en un círculo de poder muy importante, quizás muchos se hayan codeado con la crema y nata del poder de Bizancio.

Eran, por las dos características anteriores, una especie de bichos raros en la sociedad bizantina: no tenían ni riqueza, ni poder, ni influencia por sí solos, pero tenían íntima relación con los personajes que eran la mayor fuente de poder, riqueza e influencia en todo el Imperio.

Eran personajes admirados por los discursos que daban pero no por ello tenían (sobre todo en los últimos siglos) alguna oportunidad de participar de poder e influencia alguna, a pesar de que su éxito les valió en muchos casos un cierto renombre, y de que entre ellos consideraban a su profesión como la mas importante para el Estado.

Hay algo que no podremos saber jamás, y es de qué manera se enseñaba y cómo los alumnos respondían a sus maestros, pero Browning nos da una idea aproximada de esto: el profesor, dado que los libros eran un artículo muy limitado en la edad media en Bizancio, debía leer en voz alta la definición del género, y mediando las aclaraciones que hicieran falta, luego procedería a leer el ejemplo, como dijimos en otros mensajes, todo oralmente, ya que era una sociedad eminentemente oral.

Evidentemente han tenido bastante éxito los profesores de retórica, ya que las discusiones en Bizancio estaban a la orden del día, y podían discutir los mas variados temas por siglos (por ejemplo, la iconoclastia) o podían discutir por el mero hecho de darse el gusto a ver quién ganaba la discusión.

Renovación de la enseñanza.

Nicéforo Basilaces.

Hay quienes dicen que Bizancio fue un Imperio ultraconservador, que sus instituciones no cambiaban con los siglos, ni sus costumbres, y además que esa fue la causa de su lenta e inexorable decadencia.

No se puede discutir que el Imperio estaba estructurado de una manera muy firme y que el ánimo de su gente era mayormente conservador, inclusive en el ámbito de la educación, se puede ver que a través de los siglos los textos que se enseñaban eran básicamente los mismos, pero no todo era así, a pesar de las resistencias que encontraban los innovadores, a veces estos se imponían y lograban importantes cambios de actitud en la sociedad.

Este es el caso de Nicéforo Basilaces, un profesor de retórica de la Escuela patriarcal de Constantinopla en el siglo XII, quien se consideraba todo un innovador en cuestión de libros de texto.

Fue autor de muchos discursos famosos en su época, pero su obra cumbre fue una nueva colección de progymnásmata, que tuvo mucha resistencia al principio, pero que logró imponer.

No es la forma lo que cambia, manteniendo el orden de los géneros explicados, sino que cambia los autores de los textos, utilizando los de Calístrato y Procopio de Gaza, famosos por un estilo de griego muy rico en el uso de palabras y frases variadas e imaginativas.

Pero mas allá de la "audacia" de incluir estos autores, la gran innovación de Nicéforo Basilaces es el uso de frases y escritos cristianos, que hasta aquí (aunque nos parezca extraño) no habían hecho su aparición en los manuales de retórica.

Entonces nos encontramos con varias referencias bíblicas que los alumnos deberán estudiar si el profesor elige a este autor.

Ahora casi nos puede parecer tonto tener por renovador a este profesor, pero si nos ubicamos en la época y tenemos en cuenta la mentalidad del bizantino medio, podemos afirmar que Nicéforo Basilaces fue, en su época, un verdadero revolucionario de la educación, que definía él mismo a su obra como "nueva retórica".

Renovación de la enseñanza II.

La esquedografía.

Hablando de innovaciones, otra muy significativa es la esquedografía, aunque en el ámbito de la gramática: que era lo que sucedía? pues que el griego era un idioma que tenía una ortografía estática y una fonética cambiante, de resultas que muchas frases que sonaban parecido querían decir otra cosa, entonces la esquedografía era una forma de hacer ejercicios (dictados) para que los alumnos reconocieran lo que se les decía: el alumno que copiaba correctamente según el significado de la frase "tramposa" era el mas habilidoso en cuanto a la interpretación del idioma.

Explicándolo en otras palabras, eran ejercicios de dictado de construcciones gramaticales que fonéticamente eran parecidas pero tenían un significado distinto por lo que se escribían de distinta forma, entonces la esquedografía tenía por finalidad perfeccionar gramaticalmente al alumno y salvar las diferencias entre el griego hablado y el escrito.

Se introdujo no sin dificultades causadas por los tradicionalistas, a fines del siglo XI o principios del XII sobreviviendo muchos de estos escritos cuyos autores eran profesores muy conocidos, aunque su autor mas famoso fue Manuel Moscópulo, profesor de principios del siglo XIV.

Conclusión.

Es algo muy importante para quien quiera entender la supervivencia del Imperio, poder llegar a comprender que la educación que formaba hombres importantes, preparaba a los funcionarios y elevaba los espíritus, fue uno de los pilares sobre el cual descansó el Imperio durante los mas de mil años de vida, tan importante que sobrevivió al mismo Imperio cuando huyendo de la marea turca muchos maestos y profesores viajaron hacia Italia, Hungría y otros destinos, llevando consigo todos sus conocimientos, y colaborando con el renacimiento europeo de una forma e importancia sobre la cual los historiadores no se ponen de acuerdo y que bien vale una nueva investigación.

Rolando Castillo.

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