La iconoclastia.

Si hay algún asunto que se conoce popularmente sobre el Imperio Bizantino, además de Justiniano y Teodora, Santa Sofía, y Constantinopla, es sin dudas la iconoclastia.

A todos les parece conocido el tema, aunque no sepan bien de que se trata, y aquí podemos empezar a tratarlo poco a poco.

El asunto es complejo, se trata de entrar en una época de la que se tiene conocimiento casi exclusivamente por las fuentes iconódulas, o sea la oposición a la iconoclastia, por eso hay que ser cuidadoso con las interpretaciones de los textos antiguos, ya que una vez derrotados los iconoclastas, con la muerte de Teófilo en 842, los iconódulos quemaron los escritos rivales, incendiaron sus monumentos y rompieron todo lo que se relacionara con este movimiento.

Todo comienza aparentemente con una decisión de León III, originario de Germanicia, al norte de Siria, emperador, militar de carácter fuerte y según su propia forma de presentarse, sacerdote.

Hay que tener en cuenta la época que se vivía, en ese año, el 726, el cristianismo ortodoxo era ya predominante en un Imperio reducido a Tracia, que había quedado pequeña por los territorios ocupados por los búlgaros, algunas regiones de Grecia que aún no habían sido ocupadas por los eslavos, que llegaban hasta el Peloponeso y se instalaban en casi todo el país, y Asia Menor, hasta los Montes Tauro, región que difícilmente podían atravesar los árabes.

En esas difíciles circunstancias el Imperio estaba encerrado en sí mismo, la
ortodoxia era practicada con una devoción casi imposible de comprender en
nuestros días, los ritos eran observados con una obsesión que buscaba la
perfección.

Entonces, los íconos se transformaron poco a poco en un instrumento de
adoración; al principio eran patrimonio de la Iglesia, luego con los años fueron muy comunes en los lugares públicos, y finalmente cada casa particular se convertía en depositaria de los mismos, de tal forma que habían llegado a invadir la privacidad de los habitantes del Imperio.

A los íconos se les rezaba, se les pedía por la salud de la familia, de los
amigos, se pedía por la suerte del Imperio en las batallas, y todo otro tipo de
cosas.

La gran discusión se planteaba sobre el objeto de dicha adoración, ¿eran Cristo y María los receptores de semejante devoción, o eran sus figuras pintadas sobre madera las que se habían transformado en una especie de símbolos paganos a los que se les rezaba y se les atribuía poderes especiales?

¿Por qué los ciudadanos del Imperio tenían esas pinturas colgadas de las paredes de sus casas, por que les atribuían poderes sobrenaturales y por qué las adoraban de tal forma?

Difícil es reconstruir la situación de la gente en esa época, porque se plantea la pregunta sobre a qué le rezaban, si al ícono en sí, o a lo que representa, que puede ser la Natividad de María, la Exaltación de la Cruz, la Presentación de María en el Templo, la Natividad, el Bautismo, y varios motivos más que se evocaban mediante ellos.

El problema era que la gente común podía no llegar a entender los motivos de los íconos, y solamente veía a los íconos como figuras de ídolos, motivo por el cual los que habían estado en contacto con el Islam, entre los cuales podría contarse a León III, que provenía de Siria, ocupada hacía muchos años por los árabes, veía con malos ojos esta actitud.

Tanto las religiones judía como la islámica eran muy poco afectas a representar con imágenes las figuras de sus profetas y personajes más ilustres, el fenómeno de las imágenes se da con el cristianismo temprano y va evolucionando sobre ello, llegando a aceptarse oficialmente la representación de imágenes en el Quinisexto Concilio presidido por Justiniano II.

El bizantino es un pueblo básicamente heleno, y así como bajo Grecia y Roma adoraban varias imágenes de Dioses paganos, no pudieron evitar a pesar de ser monoteístas la tentación de tratar las imágenes como ídolos.

A pesar de ello, no podemos negar la existencia de una población bizantina que está influenciada por lo oriental, que esencialmente habitaba la meseta anatólica y Capadocia, y que se diferenciaba de la parte europea del Imperio, además de que estaba muy influenciada por el Islam, que recordemos había prohibido la representación de las imágenes alrededor del 700.

Si bien León III fue el iniciador del movimiento iconoclasta, con su particular forma de verse como emperador-sacerdote, nunca fue especialmente violento. 

Si bien todo comenzó en 726 con el retiro de la famosa imagen de Cristo que se alzaba en la Puerta de Bronce del Gran Palacio Real, en donde la gente protestó y asaltó literalmente a los soldados que la estaban removiendo de su lugar, llegando a matar incluso a uno de ellos, hubo cantidad de heridos y se armó una gran revuelta, el emperador, haciendo uso de su sabiduría e inteligencia, no forzó las situaciones más de lo que convenía, actuando cautelosamente, paso a paso, emitiendo decretos y procediendo en consecuencia, pero de manera casi natural.

Obviamente sabía que en Grecia (de donde vino a Constantinopla una flota al mando de Kosmas, proclamado emperador por los suyos, pero luego derrotado por la flota imperial y ejecutado) y en el sur de Italia sus ideas no eran muy bien vistas, allí se profesaba una ferviente adoración por las imágenes (o por lo que estas representaban), entonces allí no fue muy estricto y permitió una cierta libertad mientras se guardaran las formas en cuanto a la ley. 

Distinto fue en Tracia, en la capital, en Anatolia, Capadocia, Bitinia y otras regiones de Asia, donde el pueblo se identificaba un poco mas con la iconoclastia. 

Fue su hijo, Constantino V, que fue nombrado emperador muy joven a la muerte de su padre en 741, quién tomo las ideas iconoclastas con un ímpetu casi desmedido y persiguió cruelmente a sus contrarios. 

Las persecuciones se sucedieron y corrió mucha sangre, pero el emperador obtuvo muchos éxitos militares (fue un excelente militar, mejor que su padre aún) y nadie lo hubiera convencido de que estaba en el mal camino. 

Pero la violencia se detuvo en 775 con su muerte y la ascensión al trono de su hijo León IV.

Rolando Castillo.

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