TEOFILO

Teófilo fue una persona culta y refinada, con grandes conocimientos de ciencias y especialmente del mundo árabe, del cual era ferviente admirador, influenciado especialmente por la inimitable Bagdad de esos días.

Fue su profesor Juan el Gramático, quien le inculcó el amor por el arte árabe y la desaprobación de los íconos.

Por lo tanto durante su gobierno volvió con fuerza la iconoclastia y la influencia árabe se extendió por el Imperio.

Quería tener fama de gobernante sabio y justo, y por eso daba paseos por Constantinopla, hablaba con la gente en la calle, escuchaba sus reclamos y castigaba de manera ejemplificadora a los que él declaraba culpables, sin tener en consideración su posición en la escala social.

Administrativamente hizo un inteligente trabajo creando nuevos themas en el lejano este, Paflagonia, Caldea y muy especialmente Querson, en la lejana península de Crimea.

Además creó nuevas posiciones fronterizas en el límite de sus dominios orientales lindantes con el califato.

Con estos vecinos tuvo grandes problemas y se mantuvo permanentemente en guerra; a veces el emperador celebraba victorias, pero muchas veces eran vencidos sus ejércitos en una época en que el Islam todavía era de temer, como sucedió en el enfrentamiento cercano a Dazimon en 838.

El momento más difícil fue cuando el califato toma la ciudad de Amorium, fortaleza anatólica considerada por los bizantinos como inexpugnable y, lo que es más grave, ciudad de origen de la dinastía del emperador, que, desesperado, pidió ayuda a Venecia y a los francos, sin suerte.

A través del tiempo surgieron alrededor de Teófilo muchas leyendas, producto de su personalidad culta e inquieta, así como de su deseo de irradiar justicia a su alrededor, lo que lo hace un personaje más que interesante.

Con su muerte en 842 termina el segundo periodo iconoclasta, el que ya se había reducido apenas a algún sector de Constantinopla y solamente por voluntad del emperador, ya que en su mayoría el imperio había vuelto sin mayores dificultades a la práctica de la ortodoxia religiosa.

No se puede decir que haya sido un gran emperador, porque además de perder territorios con los árabes en oriente, también perdió parte de Sicilia en occidente, pero sí podemos afirmar que fue un buen gobernante, que organizó más eficientemente al Estado, y que favoreció el desarrollo de las artes y las ciencias, mal recordado por sus contemporáneos y las siguientes generaciones, al igual que emperadores mayores, como León III y Constantino V, solamente por sus convicciones religiosas, no olvidemos que la historia posterior la escribieron los ortodoxos partidarios de las imágenes, que también destruyeron todos los documentos y todo el arte iconoclasta.

R.C.

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