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Gawan descansó
esa noche en la casa del barquero. Por la mañana vislumbró a través de la ventana,
nuevamente, el castillo repleto de hermosas damas. Aunque reacio a
contestar, el barquero tuvo que ceder ante la insistencia del caballero, y le contestó:
"Estáis en Terre Marveile (Tierra de las Maravillas). Aquí está también la Lit
Marveile (Cama de las Maravillas). Señor, nunca ha intentado nadie desentrañar las
penalidades del Schastel Marveile (Castillo de las Maravillas). Vuestra vida desea la
muerte. Aunque tengáis experiencia en aventuras, todo lo que habéis luchado ha sido
sólo un juego de niños. Os acercáis a la cima del sufrimiento". Pero Gawan se
sentía tan cerca de esta aventura de la que ya había oído hablar antes, que no podía
apartarse cómodamente y sin luchar por esas damas; él quería descubrir lo que allí
sucedía. El día anterior
el barquero se había encontrado con Parzival, el cual le entregó valiosos caballos, de
aquellos a quienes había vencido en su búsqueda del Grial; pero se cuidó bien de no
contarle acerca del terrible sortilegio del Schastel Marveile. Si Gawan no hubiera
preguntado, no le hubiera dicho; el señor de la casa agregó; "Si con la ayuda de
Dios evitáis la muerte, seréis soberano de este país. Muchas damas están aquí
prisioneras, dominadas por un poderoso hechizo, que ningún famoso caballero ha conseguido
romper nunca. Muchos soldados y nobles caballeros lo han intentado. Si las liberáis vos,
os cubriréis de gloria y seréis honrado por Dios. Feliz reinaréis sobre muchas hermosas
damas de numerosos países". Entonces, Plippalinot le entregó su grueso y duro
escudo y su espada, advirtiéndole especialmente acerca de la Cama de las Maravillas. Ante la puerta
del castillo, Gawan encontró la tienda de un rico mercader al cual, según le aconsejó
el barquero, debía dejarle su caballo en prenda. Todas las riquezas de este mercader
serían para el caballero si salía vencedor de las pruebas. Gawan recorrió
el castillo magníficamente decorado y adornado tal como deseaba Clinschor; que, con
grandes conocimientos en magia había traído de muchos países todo lo que allí
necesitaba. Una de las maravillas era la cama, que yacía sobre un pavimento puro y liso
como el cristal; bajo ella giraban cuatro ruedas hechas de rubíes redondos y
resplandecientes e insertadas en las patas. Era más rápida que el viento. El pavimento
era tan liso que Gawan apenas podía mover los pies, y tan pronto como se acercaba, la
cama se movía del lugar en que estaba. "Le molestaba llevar el pesado escudo que su
anfitrión le había recomendado con insistencia. Pensó: ¿Cómo llegaré hasta ti
si te apartas de mí?. Te lo demostraré saltando sobre ti. La cama estaba delante
de él. Entonces dio un gran salto exactamente sobre el centro. Pero nadie puede
imaginarse con qué velocidad se movía la cama de aquí para allá. No perdonó a ninguna
de las cuatro paredes, sino que chocó con tanta violencia contra ellas que resonó todo
el castillo". Gawan se dirigió
al Altísimo en busca de ayuda. Pero cuando cesó el estruendo y la cama se detuvo en el
centro de la habitación, quinientas catapultas lanzaron su munición de duras piedras de
río hacia la cama en que el caballero estaba tumbado. Acto seguido dispararon sus
flechas, quinientas o más ballestas. A pesar de que Gawan no tenía miedo, y a pesar de
su resistente escudo; no se había visto libre por completo de flechas su escudo, cuando
entró a la habitación un fornido león tan alto como un caballo que casi le quitó el
escudo pues, en su primera acometida se lo atravesó con todas las garras. Gawan saltó al
resbaloso pavimento, se defendió y cortó una pata al león. Su sangre se esparció por
la habitación; pero no por eso la bestia dejó de luchar, y cuando saltó sobre el
caballero para derribarlo, éste le clavó la espada en el pecho hasta empuñadura y el
león cayó muerto. Gawan pasó las
pruebas, "pero su cabeza estaba tan aturdida por los lanzamientos de las piedras y
sus heridas empezaron a sangrar tanto que le abandonó completamente su valiente fortaleza
y se mareó y cayó al suelo. Su cabeza yacía sobre el león y su cuerpo sobre el
escudo". Las damas salieron de su escondite y encontraron el rastro de sangre. Cuidaron de Gawan, le prepararon un lecho junto al fuego, buenas medicinas y caros ungüentos sabiamente elaborados por Cundry, para sus heridas y magulladuras. |