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"Parzival cabalgó rápidamente hacia un gran bosque, en tierras inhóspitas, y se encontró a un forastero, rico y poderoso". "Su orgulloso corazón le llevaba a pelear por un noble amor. El joven, experimentado en la lucha, había anclado en el mar, en un puerto natural, al lado del bosque. Tenía veinticinco ejércitos, como convenía a su poderío, y ninguno de ellos entendía la lengua de los demás". "El caballero se separó de su ejército y se adentró solo en el bosque para moverse un poco, aunque en realidad buscaba aventuras".
"El pagano
dijo entonces lleno de felicidad: ¡Qué suerte tengo al ver al hijo del noble
Gahmuret!. Todos mis dioses se sienten muy honrados por ello. Mi diosa Juno puede sentirse
muy dichosa por esta gloria. Júpiter, mi poderoso dios, me ha concedido esta felicidad.
Dioses y diosas, siempre amaré vuestro poder. Bendito sea el fulgor del planeta bajo cuyo
signo partí en busca de aventuras y que me llevó hacia ti, terrible y querido caballero,
que casi me has hecho arrepentirme de mi viaje. Alabados sean el aire y el rocío que
cayó hoy sobre mí. ¡Eres la noble llave del amor! ¡Cuán felices se sienten las
mujeres que pueden verte!. Habláis magníficamente. Si pudiera hablaría
mejor y con la más ferviente amistad. Pero, por desgracia, no soy tan diestro como para
aumentar vuestra noble gloria con mis palabras. Dios conoce mi buena voluntad. Lo que el
corazón y los ojos pueden hacer en mi caso, lo hacen. Vuestra gloria habla primero, y
ellos la siguen como un eco. Ningún caballero me ha puesto nunca en tan grandes apuros
como vos. De ello estoy completamente seguro ", dijo Parzival. Feirefiz había
emprendido el costoso viaje a occidente sólo para seguir los pasos de Gahmuret. Cuando se
enteró del destino de su padre, se apartó de su hermano y lloró y rió en secreto.
Encontró tristeza y felicidad a un mismo tiempo. Mientras tanto,
Arturo había decidido que esperaría a Parzival una semana, sin moverse del sitio, pues
todos lamentaban que el noble caballero se hubiera marchado tan sigilosamente de allí.
Entonces llegó cabalgando a la corte un mensajero desde Schastel Marveile, quien
comunicó que en la columna mágica que había en la atalaya del castillo se había visto
un duelo, y que todos los combates que han realizado no eran nada comparados con éste.
Arturo supo enseguida que uno de los combatientes era Parzival. En ese momento, se
acercaron los dos hermanos guerreros, en sus caballos. Parzival había invitado a Feirefiz
a conocer caballeros de su estirpe y rango, y a muchas mujeres hermosas. Los hijos de
Gahmuret contaron en la corte parte de sus hazañas. El poderoso pagano juró entrar en la
sociedad de Arturo, la Mesa Redonda. Este acontecimiento se celebró con una gran fiesta
en la pradera. Al feliz círculo
llegó cabalgando una dama; en su abrigo resplandecían tórtolas bellamente bordadas
representando el blasón del Grial. Todos reconocieron a Cundry en cuanto se quitó los
espesos velos que cubrían su velludo rostro. Después de recibir el perdón de parte de
Parzival, le comunicó una importante embajada. "Empezó a hablar así: ¡Viva
el hijo de Gahmuret!. Me refiero al hijo de Herzeloyde. Tengo que dar la bienvenida
también a Feirefiz, el de las manchas blancas y negras, en nombre de Secundila, mi
señora, y también por el gran prestigio que ha conseguido luchando gloriosamente desde
su juventud. Y siguió diciendo a Parzival: " ¡Alégrate y sé
razonable! ¡Bendita sea tu buena estrella, dechado de la felicidad humana! En la
inscripción que apareció sobre la piedra se leyó que tú debes ser el rey del Grial. Tu
esposa Condwiramurs y tu hijo Lohengrin han sido designados también contigo. Cuando
abandonaste el reino de Brobarz, estaba en cinta, con dos hijos. Kardeiz tiene allí
muchas posesiones. Aunque tu dicha fuera sólo que tú, que siempre dices la verdad,
hablaras amablemente con el noble y bello Anfortas, ¿quién conseguiría semejante
felicidad? Tu pregunta curará al rey Anfortas, lo liberará de sus terribles
penalidades. " "Entonces
citó los siete planetas en árabe. El poderoso y noble Feirefiz, que estaba sentado con
su color blanco y negro delante de ella, los conocía muy bien. Cundry dijo:
¡Presta atención, Parzival!. Zuhal, el más alto de todos los planetas, y el
rápido Al muschtari, Al mirrih y el luminoso Schams te muestran la felicidad. El quinto
se llama Al zuhari y el sexto Al katib. El más próximo a nosotros es Al qamar. Lo que
digo no es un sueño. Son las riendas del firmamento y refrenan su velocidad caminando en
sus órbitas en sentido contrario. Tu desdicha ha desaparecido. Todo lo que abarcan esas
órbitas y lo que ilumina su resplandor ha sido acotado por ti. Puedes conseguirlo y
mantenerlo todo. Tu tristeza desaparecerá. Sólo la desmesura podría privarte de
pertenecer a la sociedad del Grial, pues el Grial y su poder excluyen cualquier mal
comportamiento en la comunidad. Hiciste crecer en ti las preocupaciones, pero ahora te
llega la alegría y te liberará de ellas. Has conquistado la paz de tu alma y has
esperado la felicidad en la tribulación ". "Parzival
estaba feliz por su mensaje. Lágrimas de alegría fluyeron de sus ojos, desde la fuente
de su corazón. Entonces dijo: Señora, si Dios me concede todo lo que me habéis
dicho, y si además de mí, pobre pecador, han de participar mis hijos y mi esposa en mi
felicidad, Dios se ha mostrado ciertamente generoso conmigo. Al resarcirme así de mis
sufrimientos, mostráis vuestra lealtad conmigo. Sin embargo, si no hubiera obrado mal, no
habríais tenido que enfadarme. Entonces mi salvación estaba aún lejos. Ahora me dais
tanto de ella que mi sufrimiento ha terminado. Vuestro traje da testimonio de la verdad.
Cuando estaba en Munsalwäsche con el doliente Anfortas, vi colgados muchos escudos con
los emblemas de vuestro vestido. Lleváis en él muchas tórtolas. Señora, decid ahora
cuándo y cómo partiré hacia mi felicidad. No me hagáis esperar demasiado tiempo.
Entonces respondió ella: Mi querido señor, sólo un hombre debe acompañarte.
Elígelo. Yo te guiaré. Date prisa, pues tienes que ayudar ". "Orgeluse
lloraba de alegría porque la pregunta de Parzival había de poner fin a los tormentos de
Anfortas". Mientras Parzival se preparaba para partir, Cundry pasó el tiempo con las
damas que Clinschor atormentó tantos años con la prisión. "Parzival tomó la palabra y contó a todos en francés lo que le había dicho Trevrizent, que ya habéis oído antes: nadie puede conseguir nunca luchando el Grial; sólo quien es designado por Dios puede alcanzarlo". "Esa noticia se extendió por todos los países. Muchos dejaron de esforzarse por alcanzarlo, por lo que aún hoy permanece oculto". El pagano repartió costosos y extraordinarios regalos a los presentes, traídos por los mensajeros desde sus barcos que lo esperaban en la bahía. Parzival le había pedido que lo acompañara, y Cundry los guió hacia Munsalwäsche. |