Milagros
Se le llama el "Milagroso San Antonio" por ser interminable lista de favores y beneficios que ha obtenido del cielo para sus devotos. Entre los muchos milagros, con que San Antonio consiguió la conversión de herejes, los tres mas mencionados por sus biógrafos son los siguientes:El primero es el de un caballo, Quiso uno retarle a San Antonio a que probase con un milagro que Jesús está en la Santa Hostia. El hombre dejó a su caballo sin comer por tres días, y luego cuando la trajo a la puerta del templo le presentó un bulto de pasto fresco y al otro lado a San Antonio con una Santa Hostia. El caballo rehusó la avena puesta enfrente de el, hasta que se hubo arrodillado para adorar al Santísimo Sacramento, el cual era sostenido por San Antonio. Las narraciones del siglo 14 cuentan que este milagro ocurrió en Toulouse, en Wadding o en Brujas, la realidad, sin embargo es que ocurrió en Rimini.El segundo milagro importante es aquel que sucedió cuando algunos herejes italianos le dieron comida envenenada, la cual se desintoxicó al hacer él el signo de la Cruz.El tercer milagro digno de mencionar es el del famoso sermón a los peces en el banco del río Brenta, vecino a Padua.En una ocasión, cuando los herejes de Rímini le impedían al pueblo acudir a sus sermones, San Antonio se fue a la orilla del mar y empezó a gritar: "Oigan la palabra de Dios, Uds. los pececillos del mar, ya que los pecadores de la tierra no la quieren escuchar". A su llamado acudieron miles y miles de peces que sacudían la cabeza en señal de aprobación. Aquel milagro se conoció y conmovió a la ciudad, por lo que los herejes tuvieron que ceder. Cuando notó que todos sus esfuerzos resultaban vanos porque no le prestaban atención, se dirigió a la orilla del mar y llamó a los peces: "Peces del mar, vengan a oír la palabra divina, ya que los hombres no quieren escuchar". Poco a poco, centenares de peces comenzaron a sacar la cabeza del agua. "Sean ustedes benditos. El creador los ha colmado de bienes en las aguas que les dio por morada. Ustedes fueron los únicos preservados del exterminio del diluvio, sirvieron de alimento a Jesucristo y en las manos del Salvador fueron multiplicados. Sean benditos porque a diferencia de los hombres de corazón obstinado, ustedes escuchan la palabra del Señor". Los peces entonces se retiraron retozando por el mar en señal de alegría. Antonio se volvió hacia la multitud y, como buen franciscano, les dijo: "Aprendan de los mudos animales". Muchos, ese día, recuperaron la fe.También en Padua sucedió el famosos milagro del pie amputado, el cual los escritores franciscanos atribuyen a San Antonio. Un joven, llamado Leonardo, en un arranque de ira, pateó a su propia madre. Arrepentido, le confesó su falta a San Antonio quien le dijo: "El pie de aquel que patea a su propia madre, merece ser cortado." Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al cuerpo. Por donde anduviese Antonio, se multiplicaban los milagros. Había en Padua una niña de cuatro años que no podía caminar y sufría periódicos ataques de epilepsia. Un día, el santo se cruzó con el padre de la niña y éste, a pesar de su poca esperanza, decidió presentársela. Al verla, Antonio hizo la señal de la cruz sobre la cabeza de la niña y de inmediato, ésta pudo mantenerse de pie y comenzó a moverse libremente de un lado a otro de la casa.Grandes fueron los milagros de sanación realizados por Antonio, incluso después de su muerte. En todos manifestaba un profundo amor por todos los seres. Pero si había algo que el despreciaba era la usura, que en esos tiempos se extendía como una plaga y provocaba que unos pocos se volvieran cada vez más ricos a expensas de las necesidades de la gente.Cierta vez, en Florencia, aceptó por compromiso asistir al sepelio de un conocido usurero. En el momento de dar testimonio, dijo: "He aquí a este pobre miserable que vivió rodeado de riquezas injustas. No merece ser enterrado en un campo santo. Cristo dijo: 'Donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón'. Vayan a la casa de este hombre y lo verán". Extrañados, se dirigieron a la casa del usurero, abrieron el cofre donde guardaba su riqueza y, en medio de ellas, encontraron el corazón del hombre.Dos anécdotas más ilustran la incidencia de Antonio en las dificultades de pareja.Una mujer acudió a él para confiarle que su marido estaba distanciado del hogar, derrochaba su dinero, se emborrachaba y la golpeaba, acusándola de que el bebé que tenían no era de él. Antonio se dirigió al hogar y apenas entró, preguntó al bebé de meses: "¿Quién es tu padre?". El niño extendió su manita y señaló al marido de la mujer, y dijo: "Ese". De inmediato el hombre recuperó la fe, abandonó su conducta violenta y decidió reconstruir su hogar.En otra ocasión una viuda llamó a Antonio preocupada porque su hija, que ya estaba en edad para casarse, a pesar de su muy buen aspecto y de ser muy culta, no conseguía prometido. El santo recomendó a la hija que rezara durante dos semanas a la luz de unos cirios consagrados. Vencido el plazo y como nada pasaba, la joven enfureció y arrojó cirios y candelabros por la ventana, que fueron a caer sobre un caballero que por poco salvó su cabeza de un golpe. Irritado, el muchacho subió a quejarse. La viuda se deshizo en disculpas, pero el joven no se dio por satisfecho, pues reclamaba las disculpas de la hija. Cuando ésta apareció, el joven, se enamoró inmediatamente de ella y le dijo que si consentía, la quería en matrimonio. Poco después se celebró la boda.Tanta era su celebridad y tanta la contundencia de sus milagros, que el Papa Gregorio IV lo declaró Santo, es decir lo canonizó, apenas dos años después, y dispuso que su memoria fuese obligatoria. Ese día tocaron por sí solas todas las campanas de Lisboa.