Fotos del Santuario y alrededores
Fotos de la Virgen
Fotos del Centenario
Centenario
Cuando la oscuridad era reinante en esta zona, cubierta de peligros, manteniendo la vida de los pobladores al límite con la muerte, brilló una luz de esperanza y protección, un misterio de amor irrumpió marcando un antes y un después en la historia de este pueblo.
La noche se hizo clara como el día, las aguas turbulentas se aquietaron, los caminos escabrosos se allanaron y se unificaron en un solo rumbo. Rumbo zigzagueante, que conduce hacia la Madre de la Peña ... "senderito luminoso, que se eleva hacia lo alto de las cumbres entre selvas, peñas y quebradas..."
Fotos del Centenario
Reza el dicho popular: "Jamás se ha oído decir que la Virgen de la Peña desoyera los ruegos de quien le suplica."
¡Por eso hoy te pedimos Virgencita que bajes de tu Peña Santa hasta nosotros, para que podamos manifestarte nuestro amor y nuestro cariño! ¡Para sentir en nuestras mejillas tu cálida caricia de Madre! (ingresa la imagen con los gauchos y el ballet).
Tu eres la Moradora del Cerro, que ve desde lo alto de las cumbres las necesidades de tus hijos. Tu voz resuena con fuerza en las alturas y tu eco llega hasta Tartagal diciendo: " SOLO EN JESÚS HAY SALVACIÓN ".
Junto con vos, Madrecita del Cielo, nos sentimos hijos de un mismo Padre, hijos de nuestra iglesia, hermanos entre todos... Por eso hoy queremos decirte: ¡MADRE, AQUÍ ESTÁN TUS HIJOS, SOMOS TUYOS!
Llegamos a Ti Madrecita de la Peña empujados por una mano misteriosa, a rendirte culto, a pedirte favores, y a darte gracias... A descansar nuestro corazón fatigado por las vicisitudes de la vida en tu regazo Madrecita del Cielo, al igual que lo hace un niño en el regazo de su madre, "a depositar en tus plantas la flor perfumada de nuestro corazón".
Tu eres la Madre del pueblo, la Madre de todos: del pequeño y del grande, del pobre y del rico, del enfermo y el desamparado, Madre del que todo lo espera de Dios, Madre del caminante...
Hoy ya hace 100 años de tu visita a este pueblo. Queremos darte gracias por haberte quedado en medio nuestro, por habernos cobijado bajo tu manto.
