Prenda sus bocinas,
contiene música.

Cónica
de Marisol
O'Connor Koehne
-
Serrat me levantó la valla
Concierto: “Dos pájaros de un tiro”
Serrat y Sabina en Lima
Miércoles, 21 de noviembre de 2007
Con toda la emoción a cuestas, llegó por fin el gran
día del concierto tan largamente esperado desde que
en enero me enteré de que Lima figuraba en la gira,
y saqué la entrada que tenía bien guardada en la
Biblia hace más de dos meses. Algunos lo llamarán
herejía. Yo, simplemente, lo llamo “seguridad”.
Mi hija Denisse me esperaba ya en el Jockey Club,
sentada y expectante, porque si bien a ella le
encanta Sabina, a Serrat nunca lo había visto, salvo
en videos que la madre le ha mostrado hasta el
cansancio y por algunas canciones que ella ha hecho
suyas como la “Princesa” del Nano. Para lograr que
le compre una entrada me manipuló muy fácilmente con
un: “Mamá, yo sé que quieres que conozca más a
Serrat, ¿verdad? Entonces… ¡Llévame a ver a Sabina!

Y bueno pues, Serrat ya estaba en Lima, después de
tres años de esperarlo cual Penélope, luego de que
el año pasado me dejara “con los ojos llenitos de
ayer... sentada en la estación” ya que al final de
cuentas, eliminó Lima de su gira "Serrat 100%",
esencial para todo aquel que se precie de ser
serratiano. Por aquel entonces mi bronca fue total e
inicié los trámites de “divorcio” de mi fidelidad al
Nano, que obviamente no llegaron a término, por
razones que no hace falta explicar. El miércoles fue
mi gran día, y vaya que me lo merecía con creces.

El castellano es muy rico pero he demorado horas en
plasmar todo esto porque aunque no lo crean, me
faltaban expresiones y demás yerbas lingüísticas
para transmitir el sentimiento. Si me dicen:
Marisol, ¡qué exagerada!, yo contestaré que cuando
el amor es puro -como diría Felipe Pinglo- siempre
me seguirán faltando palabras cuando tenga que
hablar sobre el Nano.

No me he perdido un solo concierto de Serrat en Lima
desde el año 1971, y a pesar de mis precoces 10
años, lo mío fue amor a primera vista. En aquel
entonces lo vi guapísimo, sonriente y distante, con
una camisa blanca y jeans, cantando, entre otras,
“Poco antes de que den las 10”, “Mediterráneo” y
“Las moscas” de Machado. Él fue mi primer amor
platónico. Por tanto, es justo y necesario que
explique el porqué del título de esta crónica.

Serrat me levantó la valla de la expectativa, porque
dejó de ser ese Serrat poético, clásico y distante
al que ya me tenía acostumbrada. En esta ocasión fue
“sabinizado” por Joaquinito, y lo digo con alegría
porque para mi gusto, ésta ha sido una feliz
metamorfosis. Y es que en su nueva faceta, Serrat no
fue el mismo que yo esperé. ¡La maravilla! Me
encantó su cambio de personalidad. Por una vez lo he
visto más humano, más tangible, más real.

En cuanto a Sabina, ya se sabe que es “caserito” en
Lima. Se pasea como Pedro por su casa entre
nosotros, conoce a todo el mundo y se deja conocer
con la mayor sencillez y un carisma indiscutible.
Además, Jimena es su ‘Rosa de Lima’ que lo ha
“alimeñado” con muy buena escuela y es fantástico
verlo mimetizarse tan fácilmente con nuestros dichos
y que sea uno más entre la gente.
Muchos peruanos no solo cantamos las letras de
Sabina, sino también aceptamos de buen grado sus
ironías, su sarcasmo, su claridad expresiva. Y
cuando hace el intento de explicar cómo es la
idiosincrasia limeña, reímos, porque pareciera que
nos saca en cara esa endógena y permanente actitud
conservadora que no tenemos la menor intención de
cambiar. Y ojo que no estoy hablando de política.
Ahora, luego de los "previos", voy al grano: los
detalles del
concierto en Lima.

Vuelvo con este nuevo Serrat, de impresionante
plasticidad, que bromeaba con nosotros mientras
Sabina reía cuando le decía: “Ta', qué misio”
(popular jerga juvenil limeña que alude, en tono
quejoso, a una escasez fulminante de algo) La
traducción en este caso era: “qué pobre tu chiste”.
Fue desopilante escuchar al Nano repitiendo la
palabrita de marras: “misio”, aunque en ocasiones no
viniera al caso. Anda, hombre, “que ni tú eres Bryce,
ni yo, Chabuca” acota el flaco, riendo.

Jamás imaginé que oiría a Serrat diciendo que lo
mejor que tiene el Perú son “las mujeres limeñas”.
Ni en el más hermoso de mis sueños hubiera pensado
que, como si nos conociera realmente, él formaría
parte de un contrapunto local de décimas y versos
con Sabina, y muchísimo menos, que lo escucharía
gritar nuestro peruanísimo: “Y que viva el Perú,
Carajo”.Me atrevo a decir que la impresión no solo fue mía
sino de toda mi generación, al oír estas palabras en
la boca del nuevo Serrat.
Me di cuenta de que cada concierto es personalizado,
ya que en éste, los pájaros se encargaron de tocar
las fibras más sensibles de nuestras querencias, en
versos solo comprensibles por los peruanos, por su
connotación.

¿Será Sabina el que le sopló en el examen? Por lo
menos yo no quiero saberlo, así que muchas gracias,
pero no es necesario que me “desduden” y me quiten
la ilusión.
En cuanto a la parte técnica y a la puesta en
escena, creo que éste ha sido el concierto más
elaborado, cuidado, espectacular y costoso que el
Nano nos ha ofrecido. Siempre había sido austero, al
menos esa era mi opinión porque para bien o para
mal, siempre me fijo en el mínimo detalle hasta el
hartazgo. De Sabina nada sorprende ya que siempre
nos lo ha dado todo. Una sentencia clarísima del
Nano al respecto fue: “Me alegra mucho que quieran y
aplaudan tanto al muchacho… él se lleva los aplausos
y yo, el dinero”.

Y sí, pues. Valieron, uno a uno, todos los soles
pagados por verlo y más aún, si el resultado que me
concierne fue que Denisse me diga: “Oye mami, qué
‘churro’ era Serrat y canta igualito que en tus
discos” y luego, que a la salida acote: “me
sorprende que haya logrado romper la brecha
generacional de quienes vinimos con Sabina en la
mente y salimos con Serrat en el corazón” (sic). Así
se expresa mi casi abogada cuando quiere ser
solemne, de modo tal que comprendan a la madre. Y un
babero, por favor. Denisse es una maniática de la
música. En eso la nena salió a mí. Detesta la voz
natural de los artistas en vivo, cuando no
corresponden a la voz perfecta de estudio. Bendita
música y bendita manía, digo yo. Con este concierto
creo que he cumplido la única misión musical que me
faltaba: que a mi hija le guste Serrat.

Y ahora, las canciones.
El espectáculo comenzó con la "alarmante" noticia
proyectada en un par de pantallas gigantes de
altísima resolución, de un periodista y un
reportero, ambos españoles, que nos informaban, muy
serios y preocupados, que estaban buscando a los
pájaros pues habían desaparecido y se estaba
haciendo todo lo posible por encontrarlos. Fue la
primera parte divertida de este espectáculo de
locura, y casi de inmediato, empezó el concierto.
Salen ellos cantando un rock “…ocupen su localidad y
presten todos atención, a punto está de comenzar la
función” mezclado con “Hoy puede ser un gran día”
que calentó la noche de un público serratiano
‘clásico’ -por fin encontré un buen eufemismo para
ocultar las canas, ¿verdad?- entremezclado con ese
público joven, tan acostumbrado a la buena onda y a
las letras de Joaquinito.
Y así, entre gerundios y adverbios, Serrat cantando
las letras de Sabina, y el flaco, las de Serrat,
transcurrió una noche mágica, francamente
sensacional y definitivamente, memorable. Ambos
hicieron una comunión perfecta, diría yo.
Las canciones van en desorden y no les explicaré
quién cantó qué cosa y porque además, seguro que me
olvido de alguna.
Princesa (la de Sabina); Y sin embargo; El tren de
la primavera; Algo personal; Quién me ha robado el
mes de abril; Rosa de Lima (que en esta oportunidad,
Joaquín no se la dedicó a su Jimena sino a la joven
y querida periodista Jimena Pinilla, quien amaba sus
canciones y falleciera hace tres años, a los 36); Tu
nombre me sabe a Yerba; Penélope; Pueblo Blanco;
Esos locos bajitos; Aquellas pequeñas cosas, en una
fusión genial con la rumba flamenca del Muerto Vivo
(de Peret) y baile incluido. Sabina tocó el bombo y
Serrat, los platillos, otra ocurrencia más de este
par de locos. Sigue Mediterráneo; No hago otra cosa
que pensar en ti; Para vivir; 19 días y 500 noches;
Noche de bodas; Y nos dieron las 10; Por el
boulevard de los sueños rotos; Contigo; Señora; Que
se llama soledad; Lucía; Aves de paso; Ruido.
Mención aparte merece La del pirata cojo, para la
cual se disfrazaron de filibusteros, y por supuesto,
ya casi para concluir, Fiesta, antes de los
infaltables “bises”, terminaron la función con el
mismo rock con el que empezaron.
¡Vaya! Con lo difícil que es graduarse en Felicidad… Esta vez el Nano me dio todas las respuestas.
Marisol Lima, Perú Noviembre de 2007

|