LOS INICIOS DE LA LEYENDA DE CATHAL YSTRAT

Cathal, nació en "HolyVillage", un pueblecito de la región de Gondor, en el seno de una familia de bien; poco adinerada, pero enormemente rica en buenas intenciones, y sobretodo en fe.

Su infancia transcurrió en una Iglesia, ya que su padre era el Clérigo del pueblo, y su madre se encargaba de cuidar a los pobres desamparados que llegaban a ella, en busca de cobijo y algo que hecharse a la boca. Era un trabajo duro, pero los donativos del pueblo y la recolecta de comida eran abundantes. Así pues, nuestro pequeño paladín, empezó a ayudar a sus padres en estos quehaceres, y a pesar de su temprana edad, se encargaba con tesón de cuidar, animar y tratar a los heridos que llegaban a la Iglesia.

Era un chico feliz, muy unido a su familia, sobretodo a su padre, al cuál admiraba y que le inició en sus artes. Todo transcurría armoniosamente, hasta que llegó el fatídico día... La aparición en la zona de "El Mal Plateado".

Tras una noche de malos augurios y después de una tremenda tormenta, empezaron a ocurrir desgracias por la zona... Plagas, incendios, muertes... Y la causa de todas ellas parecía provenir de las "Minas de la Luz", donde se decía que había aparecido una extraña "criatura plateada", que según la gente era el mismo demonio, y había establecido allí su morada.

Este hecho, hizo enfurecer al valiente Ridroc, padre de Cathal, que tras despedirse de su familia, se encaminó hacía las minas, con el fin de erradicar el mal que esta horrible criatura había sembrado en la zona.
Las desgracias dejaron de suceder por completo, y la vida de la gente del pueblo volvió a su normalidad, excepto para Ridroc, del cuál no se supo nada más.

Cathal quedó muy afectado por la desaparición de su padre, pero éste juró y perjuró que acabaría encontrándole, porque en lo más profundo de su corazón, sabía que seguía con vida. Fue entonces cuando su madre decidió enviarlo a la capital (para evitar los recuerdos), donde su tío Ferdinandd, un paladín de la corte, cuidaría de él. Pero nuestro protagonista, no solo no olvidó lo acontecido, sino que además pidió a su tío que lo adiestrara en el arte de la guerra, par un buen día, embarcarse en la posiblemente peligrosa búsqueda de su padre.

Bueno, nuestro aprendiz de paladín cumplió su mayoría de edad.Y ese mismo día tomó la decisión de emprender la búsqueda... Tras despedirse de Ferdinandd, visitó la Iglesia de la ciudad, y tras pedir protección a los dioses, se encaminó hacía las puertas de la ciudad, que majestuosas se abrían ante él, dejando visible el camino a seguir y su destino... pero... esto ya es otra historia...

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