La fiesta de unos pocos

Elecciones legislativas del 14/10/2001

Breve historia electoral

de la Argentina del Siglo XX

-¡Fraude electoral!-

Así protestaban nuestros abuelos y eran testigos de cómo cierto partido político triunfaba inexorablemente en todas las elecciones en que se presentaba, mientras saboreaban deliciosas empanadas, regadas por un generoso tintillo en las sedes políticas del seguro ganador.

En 1910, desde el partido ganador, cambió la historia. Asumió la presidencia don Roque Sáenz Peña y en poco tiempo (1912) se sancionó la ley que hoy lleva su nombre y nos obliga al voto secreto.

-¡Bendito sea!-

Gritaban nuestros abuelos y en 1916, llegaba al gobierno don Hipólito Irigoyen, un incansable luchador de la democracia y lógicamente pensaron que eso del fraude, jamás se volvería a repetir.

En 1922, asumen otros radicales, en 1928, vuelve don Hipólito, al que echan a patadas en 1930. Casi dos años de gobierno militar y vuelta a elecciones, pero con proscripciones:

-¡Fraude electoral!-

Volvieron a gritar nuestros abuelos y no se daban cuenta, de que en realidad empezaba una época, en que la ley Sáenz Peña, sería bien guardada y asumirían la responsabilidad de gobernarlos, “ciertos iluminados”, dueños de la verdad, elegidos por ellos mismos.

En el 30 Justo, en el 38 Ortiz, luego Castillo y paso a “los iluminados”.

En 1946, triunfa Perón y se dice que nuestros abuelos se dividieron, en peronistas y antiperonistas. En 1952, luego de modificar la Constitución, y permitir el voto femenino, volvió a ganar don Juan Domingo.

En 1955, regresaron “los iluminados” y mantuvieron un régimen que duró hasta 1983, luego de algunas interrupciones electorales con proscripciones, que duraron poco tiempo. Frondizi, Guido, Illia, Cámpora, Lastiri, Perón, Isabelita...

-¡Con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura... ¡-

Gritaban nuestros padres al unísono con don Ricardo Raúl, que aprovechó la volada, para agregarle un apéndice a la ley Sáenz Peña, en donde los partidos políticos se beneficiaban económicamente con cada voto que recibían. Nos enterró en la hiperinflación..., se tuvo que ir antes de tiempo.

Apareció un morochito, que luego se transformó al mejor estilo Michael Jackson y con la promesa del “Salariazo y la Revolución Productiva”, además del “Síganme...No los voy a defraudar”, o “Argentina, levántate y anda...” ganó las elecciones y vendió al mejor postor todas las joyas de la abuela que le quedaban a este grandioso País. Volvió a ganar en 1995, luego de modificar la Constitución.

Aparecieron cosas nuevas..., algo así como: manzaneras, servilletas de jueces, algunos que ofrecían remises para votar a determinado candidato, otros una suma de pesos, los punteros políticos y vaya a saber cuántas cosas más.

-¡Se va a acabar la fiesta de unos pocos!-

Gritamos todos nosotros, junto a don Fernando en 1999, a quien estamos esperando que asuma y haga algo.

Hoy, en vísperas de elecciones para senadores y diputados, todos los argentinos estamos pensando en no ir a votar, impugnar nuestro voto o bien votar en blanco.

Votemos o no votemos: a nuestros abuelos, padres y hasta a nosotros mismos nos fue “como la mona”, parece ser la conclusión a la que arribamos todos. Pero a mi me queda una pregunta:

-¡¿Cuándo nos devolverán las empanadas y el tintillo?!-

Parece ser que lo nuestro, ya superó lo secular y está tomando características religiosas.

Para que quede clara mi posición, quiero decir: que yo tengo fe en mi país, creo en la gente común, es mas, estoy seguro de amar a mis semejantes. Pero, desgraciadamente los políticos argentinos, se han encargado ellos mismos de quitarnos la credibilidad en los partidos políticos.

¿Cuáles son los logros que han obtenido?

Parece ser, según informaciones periodísticas que muchos de ellos han tenido logros personales muy importantes. Pero para beneficio del pueblo, ¿dígame que han hecho?

Establecer el día del salame, o el día de la flor, o la fiesta del chorizo parrillero... son los proyectos más distintivos de estos señores, sin olvidarme de que con un proceso aparentemente democrático, rompen el orden público al darle plenos poderes a un ministro.

¿Cómo tener fe? ¿Nos olvidamos de las servilletas...? ¿Nos tenemos que olvidar, de la deuda interna que tiene este País? ¿Nos tenemos que olvidar de los hechos de corrupción?.

Hoy circula una propaganda del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires donde dicen que la policía no les pertenece, pero le donan 100 patrulleros y otras cosas y yo me pregunto ¿en un País, con la crisis que tiene éste, ¿es oportuno gastar en publicidad?, ¿cuántos niños podrían haberse alimentado con el dinero gastado en esa propaganda?

Puedo citar infinidad de ejemplos: diputadas/os nacionales que mienten, senadores denunciados por corrupción, Ministros que contradicen al Presidente...

Hoy el pueblo se pregunta: ¿quién está detrás de cada político? Y, sabe...: el pueblo tiene razón, detrás de cada uno de ellos, seguro hay algún poderoso que se beneficiará con su gestión. Y esto no está del todo mal, sólo que el pueblo no recibe nada a cambio, y en ese caso ¡que los vote el poderoso!, pues yo como un gran porcentaje de argentinos no vamos a hacerlo.

Se habla de suicidio político por impugnar un voto y yo le pregunto: ¿qué diferencia hay entre matarme o que me maten?, políticamente hablando. ¿Morir peleando?, me dirán algunos con pretensiones de héroes y yo les contesto: ¿cuánta gente dio su vida, abrazada a ideales de derecha o izquierda, sin darse cuenta de que eran manejados por el mismo titiritero?.

De verdad, prefiero el castigo pacífico, me conformo con no votar a quienes desprecio y lo único que hago es usar una herramienta legal y legítima.

Esta acción no es atentar contra el sistema, es restarle legitimidad a sus cargos. Simplemente, es decirles que me están vendiendo algo que no quiero comprar, que lo tuve pero no me sirvió y por ello, no lo compro.

Respeto la decisión de mis connacionales y por ende a las investiduras que ostentan ciertas personas. Pero a los que los votaron y no me refiero sólo a este gobierno, les pregunto:

¿Se sienten o sintieron representados?

¿Las expectativas que tenían al momento de votar, fueron satisfechas?

¿No se sienten engañados?

¿No son siempre los mismos los que andan rondando, a la pesca de determinados cargos?

Hablan de clase política. Que lo hagamos nosotros que somos vulgo me parece tolerable, pero lo hacen ellos mismos. Y ahí está el problema, no en el pueblo.

¿No estará en crisis el sistema de partidos políticos, que está implementado en el País?

¿No nos han mentido, con falsas promesas para que los votemos?

¿No habrá que dejar los acomodos que reinan dentro de ellos?

¿No habrá que dejar de privilegiar a los amigos y familiares y que ocupen los cargos gente realmente preparada y honesta?

¿No tendrían que dar un paso al costado, luego del desprecio de la gente?

¿Cuáles son las propuestas? Bla...Bla...Bla...

Resulta que un puntero político, tiene mas “poder” dentro del partido que muchos hombres con grandes conocimientos sobre distintos temas de interés para la gente.

Y no quiero recordarle que un día fueron como hermanos para otro político y al tiempo ese mismo político fue el tipo mas odiado y vil sobre la tierra. Que se denuncian públicamente de inmoralidades e ilegalidades varias y al día siguiente forman coaliciones, para que los votemos. Que existieron pactos, que a la gente común no les gustó nada.

Que la carrera de sindicalista, termina en la Honorable Cámara de Diputados, para no hacer nada.

Que formaron alianzas, para ganar una elección y luego por intereses mezquinos se distanciaron y denunciaron públicamente de delitos varios. Que acusan a otros políticos de los males del País, pero no vemos que se prueben judicialmente los cargos que Uds. imputan en sus discursos.

Nos sentimos manoseados, tratados como trapos de piso y sabe lo que es peor: que votemos o no, para lo único que servimos es para darles legitimidad.

Claro que es malo dejar de que otro decida por mi, pero en realidad, lo que me gustaría es encontrar a alguien que me haga sentir representado y al no haberlo, dejo que otro decida por mi.

Cada vez que voté a alguien, me sentí engañado como un chico y la decepción fue muy grande. Daría la impresión de que nuestro voto, sirve para Uds. y no para nosotros. Que usan nuestro voto para llegar al poder y luego se limpian el culo con él.

Hagan autocrítica y busquen la verdad, no culpen más al pueblo, que es víctima de un despojo inhumano.
A lo máximo que podemos aspirar hoy, como pueblo, es a conseguir los favores de algún político que nos convierta en “ñoqui”.

La verdad, son magos de la confusión. Verdaderos alquimistas, ya que lo que tocan, sea lo que sea, lo hacen mierda.

No quieren reconocer la verdad y ¿sabe cuál es?

La gran mayoría de este País, no se siente representada por sus políticos y hasta los que voten, lo harán pensando en el menos malo y no en alguien que confíen (como debería ser).

Ya sé que el día 15, vote o no, tendré que soportar a algunos, pero otros se darán cuenta de lo que tienen que hacer para recuperar la confianza de la gente, ya que el mensaje que les enviamos es:

que no nos representan,

que no confiamos en ustedes,

que estamos cansados de las mentiras,

que se acabó el verso,

que tendrán que obrar en beneficio del pueblo,

que queremos trabajo,

que queremos educación,

que no sea necesario ir a Harvard,

que estamos cansados de tanta injusticia,

que vivimos con miedo porque no tenemos seguridad,

que mueren niños por desnutrición y por falta de atención médica,

que estamos cansados del acomodo y que sean los políticos los acomodadores.

que queremos un País solidario,

que queremos un País justo, libre y soberano.

Pero el día 15, si triunfan los votos impugnados, para los nuevos representantes legalmente constituidos, flotará en el aire una pregunta de difícil respuesta: ¿hasta dónde la legitimidad de mi cargo?

Deberían obrar más, hablar menos..., y para ayudarlos, les recuerdo que durante el Cisma de Occidente, hubo un curita menesteroso que bajó de la montaña con sus pies descalzos y destronó a los poderosos y corruptos.

Dejen descansar en paz a Don Nicolás Maquiavelo y obren para la gente que los necesita, les digo a los políticos.

Y a mi pueblo, que en paz nos unamos para producir el cambio y sólo les pido que dejemos de lado al viejo Vizcacha y sigamos los consejos de Martín Fierro.

 

Derechos Registrados

Datos del autor: Juan Antonio de Buenos Aires, Argentina