Comunicación
de Crisis y Cultura de Comunicación
La fuerza de las cosas
es imparable y a menudo va por delante de las voluntades. Esto
es típico de las empresas conservadoras (todas lo son en
alguna medida) que se caracterizan por su conducta reactiva
ante los acontecimientos.
A pesar de que estamos presumiendo de que nos encontramos en
la era del conocimiento, la mayor parte de las empresas
sólo conocen aquello que las circunstancias les obligan a
conocer. Mientras no haya urgencias (problemas, conflictos,
crisis), la mayoría de las empresas, incluidas grandes
corporaciones transnacionales, no muestran muchos deseos de
conocimiento, por ejemplo, de los recursos estratégicos que
ofrece la Comunicación. Pero se movilizan ante posibles
amenazas desconocidas, acontecimientos críticos imprevistos
que asedian potencialmente a las empresas. Entonces se
inquietan porque no están preparadas para las crisis, no
saben qué hacer, qué decir y no decir, cómo decirlo, cuándo
y a quiénes. No se sabe cuándo puede irrumpir el rumor, de
donde nace y se alimenta, qué dimensiones y qué duración
pueden tener las crisis, ni las consecuencias que pueden
llegar a alcanzar dentro y fuera de la organización. No hay
cultura de crisis.
Si hubiera en las empresas Cultura de Comunicación,
los problemas, los conflictos y las crisis estarían ya
resueltos en su 50%. La cultura de comunicación es tan estratégica
y previsional como instrumental. Ella integra la Identidad
Corporativa, la Comunicación Institucional, la Cultura
Organizacional, la Comunicación Interna, el Cambio
Cultural y la Gestión de Crisis.
Si bien cada una de estas diferentes actividades opera sobre
cuestiones específicas, todas ellas tienen un denominador común
en el paradigma de la Comunicación Institucional: la Cultura
de Comunicación. Y es curioso que este concepto global de
cultura de comunicación sea todavía tan mal comprendido por
las empresas, cuando ellas mismas cultivan otras formas
culturales, como la cultura técnica, por ejemplo, que es
herencia del ya periclitado paradigma industrial. La Cultura
de Comunicación es la cultura de la era de las
telecomunicaciones, la información y el conocimiento.
En el centro de esta confusión que existe en las empresas,
porque siguen suponiendo que la comunicación es
exclusivamente la publicidad y los media masivos, resulta
sorprendente el hecho que, de pronto, emergen y se extienden
dos fenómenos de comunicación aparentemente divergentes:
·
la proliferación de los cursos y másters de Dirección de
Comunicación Empresarial e Institucional (DirCom), que
atestiguan una preocupación, o por lo menos un interés del
mercado
·
el temor creciente de las empresas ante conflictos
imprevistos, que las impulsa a interesarse por la Gestión de
la Comunicación de Crisis.
El primer fenómeno va por delante de las necesidades
sentidas por las empresas. El segundo empuja por detrás y se
impone por la fuerza irrefrenable de las cosas.
Tal vez a causa de estos movimientos las empresas se darán
cuenta de que en nuestra era de la información y los
conocimientos, los progresos ya no se dan en el terreno de la
pospublicidad y los media masivos que están en declive, sino
en el nuevo horizonte de la Comunicación Empresarial
Corporativa o Global.
Joan Costa
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