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EL PAÍS DEL MILAGRO
(Diciembre 2003)

Como dijo el paisano: no hay mal que dure cien años - ni cristiano que lo aguante. En algún momento alguien, sin anteojeras dogmáticas, tendrá que decidirse a poner algo de orden en este caos de ideologismos perimidos. En algún momento quedará en claro que no podemos seguir gobernando a las sociedades del Siglo XXI con las doctrinas del Siglo XVIII. En algún momento a alguien se le ocurrirá pensar con el cerebro propio y con un mínimo indispensable de sentido común.Hoy haría falta un milagro para que eso suceda. Pero no desesperemos. Para mantener y sostener por mucho tiempo más el actual estado de cosas hará falta un milagro bastante mayor.

 

EL REGRESO DE LOS QUE NO SE FUERON

Este mes Néstor Kirchner ha comenzado su presidencia.

En realidad, ya es presidente de los argentinos desde hace seis meses pero la cosa es que tuvo que asumir antes porque su antecesor se fue prematuramente después de llegar al cargo en forma anticipada porque su antecesor también se fue en forma anticipada siendo que el antecesor de este antecesor tampoco cumplió con su mandato.

¿Complicado? No. Simplemente democracia a la argentina. Nada más que eso. Es como otrora la hiperinflación: nadie en todo el planeta conseguía entender cómo funcionaba y cómo podíamos vivir con ella pero aquí, una vez que nos acostumbramos (y en la Argentina uno se termina acostumbrando a todo), la vida continuó y hasta brindó una nada despreciable prosperidad para algunos privilegiados.

Antes de que Kirchner accediera al cargo hubo elecciones. A las elecciones las ganó Carlos Menem pero el que accedió a la presidencia fue Néstor Kirchner. Fue algo parecido a lo de Bush y Al Gore sólo que, en lugar de una adecuada cosmética en el recuento de votos a manos del hermano del candidato ganador, aquí lo que tuvimos fue un arreglo caballeresco entre tres candidatos del mismo partido que decidieron no seguir con la interna partidaria librada en las arenas de unas elecciones presidenciales en donde el electorado, con tal de votar en contra del candidato ganador, hubiera seguramente votado a favor de uno de los candidatos perdedores del mismo partido político. Con lo que la Constitución previó una segunda vuelta que no se efectuó y la oposición principal quedó constituida por una facción del mismo partido al que pertenece el candidato que accedió al gobierno. ¿Complicado? No es para tanto. Nada tan tremendo después de todo, considerando lo habitual en la democracia argentina.

A todo esto, apenas unos meses antes de que se iniciara el trámite electoral, airadas voces se alzaron en la Argentina en medio de la síncopa acompasada del batir de cacerolas exigiendo a voz de cuello "¡que se vayan todos!", mientras entusiastas ciudadanos tecleaban ingentes cantidades de megabites en sus computadoras y la Internet se superpoblaba de hermosos proyectos diseñados por buenos ciudadanos de incuestionable honestidad y buena voluntad, tan sólo que imbuidos de ideas más que impracticables (por decirlo suavemente). El resultado, como era previsible, es que no se fue ninguno. Ahora los tenemos a todos de regreso y hasta certificados por la legalidad del sufragio popular. El único que faltaría sería Carlos Menem - el mismo que ganó las elecciones - pero calma radicales que, si Alfonsín todavía encuentra micrófonos para hacer declaraciones públicas, Don Carlos aún puede cultivar esperanzas...

Está visto que Lavoisier tenía razón: en esta democracia nada se pierde, todo se transforma.

EL PLAN CONSISTE EN NO TENER PLAN

Creo que debo pedir disculpas por tomar todo esto a la chacota - sobre todo considerando que, como resultado de lo anterior, muchos argentinos sufren y sufren mucho - pero es que tengo el afortunado privilegio de pertenecer a esa cada vez más rara casta de personas que (todavía) comen todos los días en la Argentina y, con el estómago lleno, uno puede perder muchas cosas antes de perder el sentido del humor. O, por lo menos, el sentido del ridículo.
Pero, sea como fuere, complicado, ridículo o increíble, ése es el "de dónde venimos" de la Argentina en este 2003 pronto a fenecer. Nos guste o no, eso es lo que cargamos en la mochila con la que entramos al 2004. El problema más grave es que el "hacia dónde vamos" tampoco se presenta como algo sencillo de desentrañar.

Este mes Néstor Kirchner ha comenzado su presidencia.

Cualquiera hubiera imaginado que el 10 de Diciembre del corriente Año del Señor, el Presidente de los Argentinos se dirigiría a las 37 millones de personas que dependen de sus decisiones para dar, aunque más no sea someramente, una pista de hacia dónde piensa el gobierno dirigir la nave de esta atribulada nación. Si es cierto que estamos construyendo un nuevo país, estimo que no sería mala idea tener alguna vaga noción de qué país estamos construyendo. O al menos, intentando construir.

Pues no. La histórica fecha pasó y todo lo que seguimos teniendo como pista son los antecedentes de estos últimos seis meses. La lista (no exhaustiva) de las principales acciones del gobierno incluye:

  • Descabezamiento de la cúpula militar
  • Desmembramiento de la Corte Suprema e inclusión en la misma del Dr. Zaffaroni
  • Descabezamiento de la Policía Federal
  • Reacomodamiento y presión sobre la Policía Bonaerense
  • Aplazamiento de pagos y administración del default con el FMI
  • Presión sobre las empresas privatizadas y negociación tarifaria.
  • Sostenimiento del crecimiento económico moderado de algunos sectores favorecidos por las posibilidades de exportación y por la sustitución de importaciones.
  • Presión sobre la interna del PJ con miras a superar, o al menos balancear, el poder representado por el aparato partidario de la Provincia de Buenos Aires.
  • Amenaza de utilización de la coparticipación federal como herramienta de presión sobre los gobernadores.
  • Aumento del control político sobre la región patagónica.
  • Alianza táctica con sectores de izquierda para capitalizar y controlar la protesta social en la medida de lo posible y lo políticamente conveniente.
  • Política Exterior en términos de un "no enfrentamiento expreso pero sin acompañamiento incondicional" en algunos aspectos de la política internacional norteamericana.

Nada mal para tan sólo seis meses de gobierno. Uno hasta diría que sorprendentemente bien para un presidente que, al momento de llegar al cargo, venía casi como "muleto" de un Duhalde que sabía que no se podía quedar pero que no sabía a quien poner como sucesor.

Pero analizando esta serie de acciones - y agregándole más detalles a la lista la situación no cambia nada en lo sustancial - el problema aparece casi de inmediato: más allá de un claro intento de "sumar" o de "construir" poder, no se observa en estas medidas ningún hilo conductor. Ninguna pista sobre cual podría ser la arquitectura estratégica en dónde estas medidas encajan como parte de un proyecto. El único denominador común que se puede deducir es un afán de conseguir poder por parte de Néstor Kirchner. No hay pista alguna sobre para qué se está juntando ese poder.

Se me podrá argumentar que en política no es necesario, en absoluto, tener algún motivo especial para la conquista del poder ya que, siendo la política una actividad en relación con el poder, la motivación en última instancia resulta circular: en política se adquiere poder porque sin poder no se puede hacer política. Por el mismo principio, un Presidente sin poder no es Presidente sino tan sólo una figura decorativa. Y está visto que ni Néstor Kirchner - y, por lo que pudiera significar, quizás menos aún la Sra. Cristina de Kirchner - difícilmente estarían dispuestos a desempeñar un papel decorativo.

Pero, si bien el poder es funcional a la política, esta política debe ser funcional a un proyecto. Y en las acciones del gobierno se observa tan sólo una política puntual orientada a coyunturas puntuales. En otras palabras: la política de Kirchner parece más un proyecto personal que un proyecto nacional. Es una acción política que actúa sobre temas específicos descartando lo conceptual que serviría de marco contextual para esos temas específicos. Consecuentemente, se reafirma nuestro primer análisis: el plan es no tener plan. Esto, ciertamente, permite una gran elasticidad y una gran capacidad de maniobra. Pero, al mismo tiempo y por desgracia, impide realizar cualquier política de real envergadura.

Lo único que Kirchner parece tener bien en claro es su necesidad de acumular poder. Más allá de ello, sólo existen imprecisos "lineamientos" vagamente formulados como el de combatir el desempleo, lograr la transparencia, eliminar la corrupción, introducir algunas reformas en el Estado, etc.etc. pero para ninguno de estos "lineamientos" se han declarado objetivos ni metas específicas que posibiliten evaluar a fondo el proyecto. Por lo tanto, no queda más remedio que pensar que se trata de simples deseos sobre los cuales el gobierno intentará avanzar si se puede, cuando se pueda, en la medida en que se pueda y, sobre todo, si electoralmente conviene hacerlo. El pronóstico es, así, más bien favorable a una acción limitada; a una "política del día-a-día". Algo que puede terminar en un mero "administrar el día-a-día".

Kirchner ve claramente las posibilidades de aumentar su propio poder. Lo que parece no haber descubierto todavía es cómo aumentar el poder de la Argentina en cuanto nación. El poder de Kirchner ha aumentado de un 20% a un 75% - El poder de la Argentina no ha aumentado ni siquiera aproximadamente en la misma proporción.

El riesgo que corre el Presidente es el de convertirse, como muchos de sus símiles empresarios, en el gerente exitoso de una empresa quebrada. O bien - en el mejor de los casos - en el símil de lo que hasta ahora ha conseguido su colega Lula en el Brasil: ser un gerente medianamente exitoso, aunque algo contestatario, de una simple sucursal que no tiene en realidad poder de decisión por cuenta propia.

EL SISTEMA

Con todo, para ser ecuánimes, tampoco hay que ser demasiado severos. Criticonear es fácil, especialmente desde el llano en dónde siempre se verifica el Teorema de Baglini que establece que la capacidad de un político para decir estupideces se halla en proporción inversa a su cercanía del poder. Hay que aceptar que el sistema político realmente imperante en el país no favorece - en absoluto - la concreción de proyectos de real envergadura.

En las encuestas confeccionadas con motivo del vigésimo aniversario de la implantación del actual sistema en la Argentina, todos los medios masivos llegaron a la políticamente muy correcta conclusión de que los argentinos valoran la democracia. Lo que ningún medio se atrevió a analizar es que en esta valoración intervienen (entre varios otros) por lo menos dos factores: A)- El constante pregón que el establishment hace de las bondades de su sistema, pregón que por su machaconería ya se ha convertido en un verdadero "lavado de cerebro" y en un maniqueísmo que manda al destierro a todos los "políticamente incorrectos" y B) La ausencia de alternativas que podrían servir de opción debido al monopolio exclusivista que el establishment hace de los resortes del poder, tanto los formales como - sobre todo - los informales. Porque, aparte del constante martilleo ideológico que destaca a la democracia como "el menos malo de los sistemas", existe un postulado permanente - implícito o explícito - que pone al ciudadano común frente a la por lo menos discutible disyuntiva de "o (esta) democracia, o dictadura militar".

El análisis más superficial revela ya que el actual sistema no es lo que dice ser. De hecho, no funciona por la voluntad popular sino por el dinero que paga la actividad política, al punto en que sin dinero no se puede realizar ninguna actividad política de envergadura relevante. La democracia actual, estructuralmente hablando, es sencillamente una plutocracia: es el gobierno de los dueños del dinero que pagan las campañas mediante las cuales los políticos llegan y se mantienen en el poder. En virtud de ello, la democracia argentina no es un régimen institucionalmente moral y accidentalmente corrupto. Es un régimen institucionalmente corrupto y solo accidentalmente moral. Y es corrupto porque la fuente de su poder, la fuente inconfesada pero real y decisiva, es el dinero que permite en absoluto realizar la actividad política.

Dentro de este contexto, hay que admitir que no es fácil proponer un proyecto alternativo con razonables probabilidades de éxito. Quienes tenemos ideas para una alternativa válida caemos irremediablemente en el postulado del Teorema de Baglini: podemos expresarnos con sinceridad en la medida en que estamos lejos del poder. En la medida en que nos acercamos, la más elemental regla de supervivencia exige usar dosis progresivas de prudencia respecto de aquello que el sistema ha definido como "políticamente correcto". Y a fuerza de ser sincero, debo reconocerlo: si yo estuviese en el lugar de Kirchner, no sé si expondría mis ideas con lujo de detalles. Porque una cosa me queda totalmente clara: si lo hiciese como lo hago aquí, al día siguiente ya no estaría en el lugar en que Kirchner está ahora...

Por consiguiente, tampoco dejemos de considerar una posibilidad: quizás haya un proyecto a pesar de todo. Sólo que, para explicitarlo, Kirchner no tiene el poder suficiente. Y, si esto es así - y es solamente una posibilidad - entonces la clave de la política argentina de los próximos años no está tanto en los acontecimientos internos sino en los externos. Porque muy difícilmente en el ámbito interno se pueda juntar poder suficiente como para hacer viable un proyecto político realmente ambicioso y diferente al admitido por el sistema.

EL ESCENARIO MUNDIAL

El actual ámbito internacional presenta, por lo menos, cuatro polos de riesgo que cualquier Política Exterior debe, por fuerza, tener en cuenta: Medio Oriente, Europa, China y Rusia.

MEDIO ORIENTE

Los EE.UU. están dando manotazos de ahogado, con opciones cada vez más estrechas merced a sus compromisos en Medio Oriente.

Medio Oriente es claramente un polo de riesgo. El fundamentalismo islámico está siendo enfrentado mediante un fundamentalismo protestante emparentado con un fundamentalismo talmúdico. La mezcla de tantos fundamentalismos es explosiva. A eso cabe sumarle la escasa habilidad política (por no decir ignorancia supina) de los norteamericanos para manejar el problema político islámico. Los pueblos islámicos podrán, dado el caso, no tener una muy buena opinión de sus gobernantes. Pero tienen sentimientos aún peores para con las tropas de ocupación. Por ejemplo, en Afganistán a los talibanes quizás no los extrañe nadie pero a los americanos tampoco hay quien los quiera. Y en la opción, más de uno preferirá un tirano propio antes que a un dictador invasor que, para colmo, es extraño y encima infiel.

En Oriente Medio hay un "choque de civilizaciones" y los EEUU no tienen las herramientas para resolver satisfactoriamente el problema. Por lo que sus opciones se reducen a dos: A).- Salir de la zona lo más elegantemente posible dejando una estructura económica armada para sacar provecho de la cuenca petrolera y dejando a Israel posicionada para negociar con los palestinos algún arreglo medianamente aceptable. O bien B)- Escalar el conflicto para lo cual deberán involucrar otras potencias. En una escalada, el próximo objetivo bien podría ser Irán, para lo cual Argentina hasta podría contribuir a brindar argumentos con el caso AMIA.

EUROPA

En el teatro europeo, el 2004 promete un fortalecimiento. Diez nuevos países se agregarán a la Comunidad Europea: Estonia, Letonia, Lituania, la República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Polonia, Chipre y Malta. A partir del primero de mayo del 2004, la CE duplicará en población a los EE.UU., multiplicará por cuatro la de Japón y contará con el 25% del PIB del mundo. Además se convertirá en la primera potencia comercial y en el primer donante de ayuda humanitaria. Con ello se avanzará un paso más hacia "La Europa de los Urales al Atlántico" que, curiosamente, en su momento fue uno de los objetivos políticos de las Potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.

Este bloque, por su importancia, por su peso específico y - no en última instancia - por su poderío económico, seguramente actuará de contrapeso de unos EEUU que están en franca decadencia en materia de prestigio internacional. Con ello, un nuevo mundo bipolar puede estar gestándose. El Euro se afianza cada vez más frente al dólar, pudiendo discutirse si es el Euro el que se valoriza o si es el dólar el que se devalúa - o ambas cosas a la vez. Lo que ya no resulta discutible es que los americanos están empezando a tener competidores y que estos competidores - al menos los más serios - son europeos.

Esto habrá de tenerse en cuenta en los países latinoamericanos a los cuales EEUU sigue considerando como su "patio trasero". Un acercamiento a Europa puede ser una alternativa estratégica para aflojar un poco la horca americana.

LEJANO ORIENTE

En el Lejano Oriente el país-clave es, sin duda, China. Un detalle no menor es que, en Octubre del 2003 China aumentó sus relaciones con la CE. A pesar de varios problemas estructurales, el análisis sobre la evolución macroeconómica de China en 2003 es optimista. Según la Academia de Ciencias Sociales de China, en 2003 el crecimiento del PIB chino llegará a unos 8,2%, y en 2004, si no sobrevienen catástrofes, el crecimiento aún podrá mantenerse en torno al 8%. En un país de las dimensiones de China esto es algo realmente significativo.

Pero, más allá de los números y la técnica econométrica, el sólo peso específico de China la impulsa a tener una importancia política creciente en su región. Ello amenaza bastante seriamente la posición del Japón.

Si de Rusia puede decirse que no se sabe si es una avanzada de Europa en Asia o una avanzada del Asia en Europa, del Japón podría decirse que deberá decidir si quiere seguir siendo una avanzada de los EE.UU. en Oriente o bien ser una avanzada de Oriente en el resto del mundo. Este último papel, sin embargo, es difícil de imaginar. Los japoneses no cuentan con demasiadas simpatías en el resto de su región. Especialmente no en China. No obstante, corresponderá a la política exterior japonesa decidir el curso estratégico de su acción y no hay duda de que, en el largo plazo, una progresiva "asiatización" (o incluso una "europeización") de la política exterior japonesa le resultaría a Japón más beneficiosa que el mantenimiento de una demasiado estrecha dependencia de los EEUU.

RUSIA

La incógnita en la ecuación es, en todo caso, Rusia. Luego de su rotundo triunfo electoral, Putin no tiene demasiados problemas internos a la vista. El 7 de Diciembre pasado obtuvo el 37,1% de los votos. El PC ruso obtuvo el 12,7% - un retroceso bastante fuerte comparado con el 24% obtenido en las elecciones de 1999. El partido de Vladimir Jirinovsky (que respalda al Kremlin en cuestiones importantes) logró un 11,6%, con resultados especialmente buenos en la región Este del país. Entre Putin, un ex-oficial de la KGB, y Jirinovsky, el ultranacionalista ruso, suman, pues, casi el 50% del peso político en Rusia. Una constelación de poder muy interesante, por decir lo menos.

Será mejor no olvidarlo: los rusos son muy fuertemente nacionalistas, tienen una noción bastante precisa de la justicia social y muy poco interés en los dogmas democráticos o liberales. Rusia está ahora lanzada sobre el terreno de un pragmatismo sin atenuantes. En la política interna rusa hasta el veterano PC ha tenido que descender de las alturas de su nebulosa ideológica y plantear los problemas sobre bases práctico-pragmáticas.
Con este enfoque político, Rusia puede volver a ser potencia. Sin el lastre dogmático del materialismo dialéctico y la lucha de clases, el viejo Imperio de los Zares puede tener todavía más de cuatro cosas para decir en materia de política internacional. Rusia puede convertirse en el "fiel de la balanza" que inclinará muchas decisiones políticas para un lado o para otro. Jugando a un papel relativamente independiente, necesitaría tan sólo realizar un acercamiento - o amenazar con un acercamiento - hacia cualquiera de los otros tres grandes jugadores para convertirse en un muy valioso aliado y, por lo tanto, en un peligroso competidor.

EL PANORAMA DEL 2004

Así puestas las piezas sobre el tablero, el 2004 promete no ser para nada aburrido.

En el plano nacional, será interesante ver si Néstor Kirchner consigue seguir construyendo poder y, en caso afirmativo, si consigue traducir ese poder personal en poder nacional. En el plano internacional será no menos interesante observar cómo sale de su actual brete la bastante vapuleada economía de la globalización y si, en absoluto, los EE.UU. consiguen salir más o menos elegantemente del muy poco elegante berenjenal en el que se han metido.
En todo caso, no esperemos milagros. Sea porque el buen Dios ha dejado de hacerlos, sea porque nos hemos vuelto tan ciegos que ya no los vemos, los milagros difícilmente son un factor a considerar para el año que viene.

Aunque, ¿quién sabe? A lo mejor, el año que viene alguien considerará la enorme cantidad de cosas que hemos venido difundiendo durante todo el 2003 y quizás - sólo quizás - ese alguien consiga contagiar a muchos del sincero deseo de hacer las cosas bien de una vez por todas en la República Argentina. Quizás - y sólo quizás - el año que viene aumentará sustancialmente la cantidad de personas dispuestas a pensar con el cerebro propio y a proponer soluciones basadas más en el simple sentido común que en las exigencias dogmáticas de una ideología. Y quizás - pero sólo quizás - la dirigencia política se convenza de la imperiosa necesidad de fundar una Segunda República para poner fin a un sistema político que pregona la democracia y practica la plutocracia.

Pero no nos entusiasmemos demasiado. Si eso llegase a suceder, la Argentina se convertiría en el País del Milagro.

Porque eso sería un milagro.

Un verdadero milagro.

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