Note el hígado y sienta su conexión con los ojos.

Coloque los brazos a ambos lados del cuerpo, con las palmas hacia arriba. 

Inspire profundamente mientras levanta los brazos con lentitud y los pone por encima de la cabeza.  Siga el movimiento con los ojos.

Entrelace los dedos y gire las palmas para que miren al techo. 

Separe la base de las palmas y sienta el tirón en los brazos, hasta los hombros.  Inclínese ligeramente hacia la izquierda, ejerciendo una suave presión sobre el hígado.

Exhale el sonido “SHHHHH” en forma sub-vocálica. 

Imagine y siente que una membrana rodea el hígado y se comprime para expeler el exceso de calor y la ira.

Cuando termine de exhalar, abra los dedos y, presionando con la base de las palmas, conduzca la inhalación hacia el hígado, mientras baja los brazos hasta depositar las manos en su regazo. 

Imagine la cualidad de la amabilidad, y el color verde brillante penetrando en el hígado.

Cierre los ojos, respire normalmente, sonríale al hígado e imagine que todavía está emitiendo el sonido. 

Sea consciente de las sensaciones que experimenta.  Sienta el intercambio de energía.

Haga lo mismo de 3 a 6 veces. 

Para combatir la ira, los ojos enrojecidos o un sabor amargo o ácido, así como para desintoxicar el hígado.  Puede repetirse hasta 36 veces.

Un axioma taoísta sobre el control de la ira afirma:  “Si has practicado el sonido del hígado treinta veces y todavía estás enfadado con alguien, tienes derecho a darle una bofetada”.