A HUARACO
POR EL ORIENTE
Durante la noche llegó la chata que
faltaba y el grupo completo de los 10 fantásticos estuvo listo para salir tipo 8:30.
del Jueves Santo. Cargamos
combustible en la precaria estación de servicio de Buta Ranquil, inflamos gomas
y demás y salimos en busca de la laguna Huaraco hacia el norte por la RN40 y
RP53 después.

Parking en el Hospedaje
Marta (100% recomendable) y Estación de Servicio "Am/Pm" en Buta Ranquil con el
volcán Tromen de fondo
En rigor teníamos varias alternativas
para el acceso oeste a la laguna Huaraco.
Una salía de Buta Ranquil pero no
llegaba directamente sino que entroncaba con el acceso sur ya conocido a la
altura de la laguna Corazón. Otra por la ribera norte del arroyo Huaraco, pergeñado por
Marcelo Azaro que presagiaba unas fuertes inclinaciones laterales con pronóstico
de destino final el fondo del arroyo, complementada por la variante Pampa, que
para evitar las inclinaciones, encaraba por un peligroso filo de un cerro de 2400 mts
bordeando el arroyo Chadileo desde las alturas. Por último teníamos la alternativa Christian, al sur de la ribera
del arroyo Huaraco entrando por las cercanías de la laguna Vatra Lauquen, que parecía
accesible hasta ingresar al valle del arroyo Poñihue, donde la calidad de las
fotos del Google nos ponía un gigantesco signo de interrogación, que se sumaba a
las dudas sobre la pericia cartográfica del autor.
En forma inexplicable, nos dejamos llevar
por Christian por “su” paso……
Dejamos la RP 53 (donde la
polvareda) y comenzamos a meternos en la precordillera por pedregosos caminos

Bien pedregosos....

Los pedregosos caminos nos
condujeron a un paradisíaco puesto abrigado por un vallecito
Los álamos multicolores del
otoño engalanaban el puesto
Los animales nos ignoraban
olímpicamente o nos miraban con curiosidad.....
Hacia el este, la laguna
Vatra Lauquen brillaba entre los brumosos cerros y hacia el oeste, el Domuyo se
asomaba a vigilar a los intrusos
A veces la huella se
mostraba muy clara y sino, le preguntábamos a algún amable paisano con su
infaltable perro.
Bromas aparte, el recorrido inicial se
puso lindo. Primero seguimos incipientes huellas, a veces borrosas, pero siempre
las encontramos pasando por un par de hermosos puestos tapizados de
verdes y amarillos álamos hasta llegar a la laguna Amarga, escondida entre los
cerros y llenas de aves acuáticas.

La primer laguna que
habíamos visto en los mapas apareció ante nosotros

Laguna Amarga
A partir de ahí empezó cierto rock and roll
porque afloraban en forma repetida sectores con mucha piedra que requirieron la
pericia (o la impericia) de los conductores para lustrar o no los bajos de las
chatas.
Piedras,

piedras,

y más piedras.

Algunos pasos había que
pensarlos un poco

Y después había que manejar
para concretar la idea.
Lentamente y cansados de sacar fotos
ingresamos al lado “oscuro” del Earth Google por el faldeo este del cerro
Polco; el avance era lento pero continuo rumbo al cauce del arroyo Poñihue que
empezaba a mostrar un profundo tajo en el horizonte.
La distancia a Huaraco se reducía a
ritmo alentador hasta que llegamos a un puesto de veranada casi sobre el arroyo
donde los GPS nos mostraban 8.6 km en línea recta a la laguna objetivo.

Refugio del puesto de
veranada, construido al estilo pircado
Mientras fotografiábamos el puesto,
construido con piedras a modo pirca como es habitual, alguno se asomó a lo que
ya se intuía era el cañón del Poñihue y el resultado fue “Game Over”: un
profundo cañón con fuerte pendiente tapizado de grandes piedras no nos dejaría
pasar fácilmente.
Marcelo Azaro anunciando el "GAME
OVER"

Cañón del del arroyo Poñihue
El Poñihue, allá abajo, parecía
accesible hasta donde la vista se perdía pero la bajada, difícil pero no
imposible (desde mi óptica) era sin retorno por lo que luego la única salida
sería remontando el arroyo. Y si después se cerraba?

El Pampa, más cerca del
cauce, tratando de ver cómo podíamos eludir el obstáculo mientras los
demás esperaban noticias desde arriba
La prudencia aconsejó abortar esta
alternativa y volvernos con la frente marchita, aunque a varios ahora se nos
coló la idea de en alguna otra oportunidad venir desde el este para ver si se
puede llegar hasta ahí; en ese caso tanto subir como bajar, aún a costa de
mucho trabajar cobraría sentido.
El paisaje imponente compensaba la
desazón de tener que abortar el objetivo Huaraco casi definitivamente ya que
llegar hasta allí nos había insumido más de medio día y no tendríamos tiempo de
encarar las otras alternativas que teníamos.
Estábamos pagando el precio de
seguir a Cristian……
Para colmo, ahora que estoy escribiendo
el relato, mirando la foto satelital comparo el track de Cristian (de color
celeste) con otro
tentativo que yo había preparado (el de color naranja) y resulta que podríamos haber estado cerca de
pasar si nos hubiéramos avivado, evitando los cañones del Poñihue y el Huaraco.
Y bueno, como siempre decimos para conformarnos, hay excusa para volver.

El
track real y las alternativas que teníamos relevadas en el escritorio
Durante el recorrido de ida, habíamos
vista algunas tenues huellas que se trepaban al cerro Polco por lugares muy
empinados, las que habíamos desestimado por el rumbo correcto de la huella
“principal”. Decidimos encararlas para ver si podíamos rodear el cerro por el
sur y nos largamos a trepar como cabras; sin embargo el entusiasmo nos duró poco
porque el piso flojo, aún desinflando las cubiertas no nos permitía llegar al
primer filo para ver cómo seguíamos, Una excursión a pie confirmo que después
del primer filo había otro y otro y otro y no se veían vestigios de huellas, por
el contario estaban tapizados de grandes piedras que harían tortuoso el avance
sin saber muy bien adonde nos dirigíamos.

Las trepadas de suelo flojo
y una pausa para contemplar el paisaje
Piedras
y más piedras por todos lados al salirnos de los tracks estudiados alrededor del
cerro Polco
Mientras tanto, en mi caso al haber
desinflado las cubiertas, en el empedrado camino de regreso empecé a comerme
todas las piedras que había evitado al principio; parece mentira la influencia
de un par de centímetros cuando venís jugado con el despeje.

Menos mal que Pepe me iba
limpiando el camino.....
Mientras tanto, durante el regreso, la
Toyota SW4 de Marcelo Banco empezó a fallar en baja con pronóstico reservado de acuerdo
a lo que pensaba su dueño. Rápidamente decidimos volvernos con él a Chos Malal
para facilitarle su eventual regreso a Bahía Blanca por asfalto, ofreciéndole
dejar la chata allí y seguir viaje con nosotros, cosa que resolveríamos sobre la
marcha. Al salir a la RP53 y después a la RN40, la marcha se tornó más veloz y
los problemas de Marcelo parecieron desaparecer antes de llegar a Buta Ranquil,
por lo que finalmente cambiamos de planes y decidimos quedarnos allí.

En Buta Ranquil, mientras
decidíamos que hacer
Otra vez
la Hostería Marta nos alojó y su quincho nos permitió seguir la dieta del
chivo.....

En lo de Marta, otra cena
con chivos y algunas botellitas...
El día siguiente retomaríamos el plan B,
es decir dirigirnos a Pichi Neuquén recorriendo el Cajón de Los Nevados, en
lugar de hacerlo por Andacollo y Las Ovejas.
Para alojarnos cruzamos los dedos para
que Marta tuviera lugar de nuevo, cosa que finalmente ocurrió, por lo que
repetimos no solo el alojamiento sino que hicimos sonar el chivo y medio
congelado que llevamos a pasear a Huaraco más buena parte de los embutidos y
líquido etílicos de todo tipo que portábamos encima de las chatas.
Hay que hacer cada sacrificio en estas
travesías……
<<
Anterior
Siguiente
>>