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Una
princesa en la oficina.
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Buenos
Aires no para de mostrar devoción por Ally McBeal,
la comedia dramática que también generó
(y genera) encendidas defensas al norte del Río
Grande. ¿Un motivo más de preocupación? |
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Si
Ally McBeal es la mujer que más admiran los norteamericanos,
entonces el feminismo está en peligro. O es lo
que entiende la revista Time, que tiempo atrás
sacó en tapa a Calista Flockhart, protagonista
de la exitosísima serie que aquí emite Fox
los lunes a las 21. Pero, ¿qué tiene que
ver esta sensible comedia televisiva con el movimiento
feminista? Según el artículo de Time, la
tira le hace mal a la mujer común, esa adolescente
o adulta-joven que trabaja todos los días 8 horas
en un supermercado o en una boletería de trenes.
Y le hace mal, precisamente, porque el programa festeja
en su protagonista lo que el feminismo tradicionalmente
combatió: la imagen de la mujer como un ser ligado
al narcisismo, a la inseguridad, al egoísmo, a
la obsesión por la belleza, a la irracionalidad.
Es cierto: Ally McBeal es narcisista, insegura, egoísta
y un tanto irracional. Graduada en Harvard y con 28 años,
vive obsesionada con un antiguo novio al que ahora debe
ver diariamente en el trabajo --un prestigioso estudio
de abogados en la ciudad de Boston--. A menudo preocupada
por su aspecto físico o por si su actual novio
está de buen humor, dedica el resto del tiempo
a litigar en los tribunales y a auto-observarse. "¿Por
qué creés que tus problemas son siempre
más importantes que los de los demás"?,
le preguntan en un episodio. "Porque son míos",
responde ella imperturbable. Divertida es. Pero también
muy sensible. No es que el mundo exterior la deje fría.
Juicio en el que se mete, lección personal que
aprende. Y para ella ser feliz pasa por casarse algún
día y tener tres hijos.
¿Qué tiene esto de malo? Que como modelo
de mujer-siglo XXI resulta, digámoslo, un poquito
reaccionario. Sería francamente triste que esa
chica-común de la que hablábamos arriba
tenga como heroína a Ally y no a otra figura de
la tevé decididamente más heroica.
Mientras Ellen, la protagonista principal de otra exitosa
comedia televisiva de nombre homónimo le mostró
a medio Estados Unidos que una chica puede enamorarse
de otra (dijo en el último capítulo que
es lesbiana), Ally McBeal asume con pasión e inocencia
de infante la función social que se le adjudicó
tradicionalmente a la mujer: algo de chispa y candor,
eficacia en el hogar, domesticidad, estrechez de miras
y sumisión a la familia. |
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