TATHAGATA ABHIDAMMA
Mundo de Pasiones

El Segundo Cielo. Cielos de los 33 Dioses
A los Cielos de los 33 Dioses, que forman parte del Segundo Cielo, les pertenecen un dios central, cuyo nombre es el Dios Capaz, y cuatro grupos de ocho dioses cada uno situados en las cuatro direcciones cardinales (4x8+1=33).
Los dioses del Primer Cielo viven al pie del Monte de la Perfección (el Monte Meru). Los dioses perteneciente al Segundo Cielo viven en la cima del Monte de la Perfección. Ese monte fue creado cuando surgió el Universo y nunca se destruirá hasta que se convierta en ceniza al desaparecer el Universo. Por lo tanto, se llama el Monte de la Perfección.
El Dios Capaz, dios principal de ese cielo, es precisamente el que se denomina el Rey de los Cielos del Reino de Pasiones. Es muy sabio y posee paciencia superior.
Los Cielos de los 33 Dioses y los Cielos de la Conciencia Degenerada están en constante lucha entre ellos buscando demostrar su superioridad. Como usted podrá entender, los Cielos de los 33 Dioses, que ha acumulado más méritos que el otro, tienen mayores probabilidades de vencer en esa lucha.
El Tercer Cielo. Cielo de los Dioses Gemelos de Control de Metempsicosis
Acaso el Dios Emma no está en el Infierno?
A los dioses del tercer Cielo se les llama Dioses Mellizos que Gobiernan la Metempsicosis. Dirigen la vida y la muerte de los habitantes de los mundos inferiores: desde el Reino de los Infiernos hasta los Cielos de los 33 Dioses, incluido nuestro Mundo Humano.
El rey Emma (Yama), cuyo nombre conocemos los japoneses, se llama rey de los Destacados Dioses Mellizos que Gobiernan la Metempsicosis en ese cielo. Dichos dioses llevan la cuenta de acciones buenas y malas realizadas por los seres y predeterminan su renacimiento siguiente.
Los Dioses Mellizos disponen de carceleros que, por orden de aquéllos, envían las almas al Infierno o al Reino de Animales. El Dios de la Muerte determina la vida siguiente de los seres.
El Cuarto Cielo. Cielo de la No indiferencia
El Cuarto Cielo se llama los Cielos de la No Indiferencia. Para poder nacer en ese cielo usted debe tener los Cuatro Grandes e Inmensurables Estados de Alma: el Santo Amor, la Santa Compasión, el Santo Elogio y la Santa Indiferencia, aun cuando tenga también deseos mundanos.Fue precisamente allí donde reencarnó el rico Anathapindika que había hecho muchas donaciones al Sabio Divino del linaje Sakya.
Para poder reencarnar en los tres cielos mencionados, hasta los Cielos de los Dioses Mellizos que Gobiernan la Metempsicosis inclusive, es necesario tener méritos, aun siendo indiferente y duro. Pero si usted es indiferente, aunque tenga méritos, no podrá reencarnar en esos Cielos de la No Indiferencia.
En términos generales, los laicos que practican budismo tienen mayores posibilidades para reencarnar en los Cielos de los 33 Dioses, los de los Cuatro Grandes Reyes o en esos Cielos de la No Indiferencia. Es menuda la probabilidad de que renazcan en los Cielos de Yama, porque la idea del juicio es ajena al budismo.
Los seres del Tercer y Cuarto Cielos viven en un espacio nuboso que se encuentra por encima del Monte de la Perfección.
El Quinto Cielo. Cielo de Satisfacción de Crear.
El Quinto Cielo se llama los Cielos del Placer por la Creación. Los seres que habitan allí se deleitan consigo mismos creando cosas que deseen con ayuda de sus capacidades místicas. Quienes han practicado para satisfacer sus propios deseos suelen renacer en ese cielo.
El Sexto Cielo.
El Sexto Cielo tiene un nombre muy largo: los Cielos de Quienes Se Ocupan de Satisfacer los Deseos de Otros Dioses Mediante Creación Divina. Los seres que han dedicado sus talentos o capacidades místicas a sus gurús u otras almas con altos méritos, renacen en ese cielo. Cada uno de ellos tiene allí sus dioses que le esperan y cumplen sus deseos.
Mara
Allí termina el Reino de Pasiones. El rey del Mundo de Pasiones se llama Mara, el dios de la destrucción. Otro nombre de Mara es Diablo. Posee todas las capacidades místicas existentes y pasiones inimitablemente grandes que satisface en plena medida.
Asimismo, satisface los deseos de otros seres y, como consecuencia, luego los dirige. Es imposible pasar del Reino de Pasiones a los Santos Cielos sin superar antes la fuerza de Mara.
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