ANAHATA  NADAM - MANTRAM 

 

Revisión: Mahatma Krishananda Ji

 

Sabda, o el sonido, es de dos clases, a saber: Dhvani y Varna. Lo que se expresa en la hilera de letras desde A hasta Ksha se llama Varna, y lo que no se expresa mediante signo alfabético alguno se llama Dhvani. Sólo la diferencia de tono es la causa de este aspecto doble de Sabda. Los eruditos en el sonido lo dividieron en estas dos clases, pero en realidad no hay tal diferencia en el sonido mismo y fundamentalmente, Dhvani es la sustancia real, de la que Sabda es sólo una manifestación. Este Dhvani es el aspecto sutil de la fuerza vital del Jiva, que es la consciencia. Es en forma de Dhvani que esta Sakti aparece y desaparece del cuerpo de un Jiva.

Según los arios, el Veda no es producto de persona alguna, pues no tiene autor. Desde el mismo Mahádeva hasta los Rishis, todos son rememoradores del Veda, y ninguno es autor de éste.

Dice el Sástra que el Mismo Bhagaván, como el Avatar, Sri Krishna, y otros, sólo reveló el Veda en el mundo mortal. Pero también se dijo:

"Ishvara es el autor del Veda".

Asimismo, el Mismo Ishvara dice:

"Sabdabrahman y Parabrahman son ambos Mis cuerpos eternos".

Ahora debemos ver cómo pueden conciliarse estas dos expresiones del Sástra aparentemente en mutua contradicción. Todo Mantra, ya sea védico o tántrico, es una apariencia de Brahman. El Veda o el Tantra, que consiste en Mantras, es sólo una manifestación de Brahman. Por tanto, no puede decirse que el Mantra haya sido creado por Brahman. Más bien se trata de que el Parabrahman aparece como Mantra. Pues aunque Brahman es el Creador del mundo, El no es el Creador de Sí Mismo.

La creación de Brahman es imposible, pues no tiene principio y es eternamente existente. Por esta razón, el Sástra concluye que Él aparece y desaparece de la vista del mundo según la voluntad de La que es la voluntad misma. Tal como en el mundo físico Bhagaván encarnó como Rama, Krishna, y demás, así en el mundo del Dharma, El también, a través del Samádhi o conocimiento espiritual, Se manifestó como el Sástra que es Sabdabrahman, para cortar los lazos de la ignorancia. Así como Syámasundara, en Su apariencia de cuatro brazos o de dos brazos, residiendo en Vaikuntha o Goloka, encarnó como Rama o Krishna, de igual modo la luminosa forma del Mantra, existente en los hermosos miembros de color azul oscuro, hecha de consciencia masiva, de Aquella cuya sustancia es la consciencia, y en todas las ondulaciones de Su belleza suprema, aparece al mundo como Sástra, que es Sabdabrahman.

Al comienzo de la creación del Universo, el pimpollo luminoso de los Mantras floreció y creó los catorce mundos, que son los pétalos de su flor. Es la fragancia de su polen, que es existencia, consciencia y bienaventuranza la que llena de deleite los tres mundos. Tras la disolución mayor, Brahmá, el nacido del loto, apareció en el centro del loto de mil pétalos, que coronaba al tallo que salía del ombligo de Bhagaván Náráyana, recostado en el mar causal. Entonces meditó la creación de un Universo adecuado a la era, y se sumió en Samádhi, logrado a través del Yoma de la meditación sobre Brahmamayí. Fue entonces que el Veda, que es Sabdabrahman, apareció de por sí en el firmamento de Su corazón, y, emitiendo Su soplo, asumió cuatro formas visibles correspondientes a Rig, Yajur, Sáma y Atharva, y se paró ante él. Tras aprender, de labios de esos Srutis encarnados, los principios de la creación, preservación y destrucción, Brahmá emprendió Su obra. Muchos efectúan abundantes esfuerzos para explicar este relato perfectamente verdadero de la creación adornándolo con adjetivos como "Misterio", "Metáfora" y otros términos traídos de los caballos Pero no se preocupan de entender que el día en que este Tattva desaparezca, tú y yo, junto con estos Universos infinitos desapareceremos, quién sabe dónde. Aunque Brahman es el Brahman-Perfecto, empero apareció como Madre, asumiendo la forma de Náráyana, y en el juego nació en el cuerpo del loto surgido de su propio ombligo, y así se convirtió, en el primer Jiva, empero sin principio, en el Brahmánda creado. El mismo procedimiento que adoptó al tiempo de Su aparición es el que existe eternamente en la creación del mundo de los Jívas, entre los cuales los principales son los Suras, Asuras, Kimnaras y Naras. Náráyana ocupa el lugar de una Madre para Él. El Brahmánda sale de Su vientre. Máya es el vientre. El mar causal es la masa de agua dentro de ese vientre. El tallo que sale del ombligo de Bhagaván significa el cordón umbilical, y el loto rojo de mil pétalos significa la flor de ese tallo. Y Brahmá, el abuelo del mundo, que está ubicado en ese loto como su fruto, significa el hijo. Al principio, Sakti tuvo en Su vientre al vasto niño del mundo, y se convirtió en la Madre de Brahmá, y luego, cuando apareció el poder de la preservación, como Náráyana, y asumió la forma de Jagaddhátri. El hijo en el vientre de la madre, al ganar consciencia, recuerda los acontecimientos de las vidas pasadas; así, el hijo en el vientre de Brahmamayí, al aumentar la consciencia, empezó a recordar todos los actos previos de la creación, preservación y destrucción en los otros Kalpas. Así como el recuerdo de las vidas anteriores surge entonces de por sí en la mente del niño, de igual modo el Sruti apareció de por sí en la mente de Brahmá. Asimismo, tal como el recuerdo es de la Atma-Sakti en la mente de un Jiva, así el Sruti es la Sakti de la consciencia en la mente de Brahmá. El estado oculto de esta Sakti de la consciencia es Dhvani, y su manifestación externa es el sonido. La Dhvani que es, por así decirlo, el primer retoño del sonido es la fuerza vital del Jiva.

Dícese en el Prapañcasára: "El Universo de cosas inmóviles y móviles está vinculado y penetrado por esta Sakti, que es Dhvani. Esta es la Sakti a la que se la llama Náda, Prána, Jívaghosha, y demás". Asimismo: "Esta es la gran Sakti a quien los Yoguis conocen como Kulakundaliní, que se mueve en el corazón, y Ella es la que produce siempre un claro y dulce sonido murmurante, como el zumbido de una abeja negra, en la abertura del Múládhara". Es con referencia a este Dhvani que ha dicho el Shatchakratattva:

"Kulakundaliní, reluciente como el destello de cien relámpagos, reside en todos los corazones, y está sumida siempre en juego en el loto del Mú1ádhára. Ella es aquélla cuyos dulces y constantes murmullos y zumbidos semejan el sonido de un enjambre de abejas negras embriagadas con un trago de miel, y Ella es Dhvani. Su voz es la que suena en las palabras de la tierna poesía, y es claramente audible en los estilos de la composición Bheda y Atibheda. Asimismo, la palpitación del Dhvani es la que causa la inspiración y la expiración alternadas de todos los Jívátmás de este mundo infinito. La que habita dentro de esta forma burda como la suprema Kalá extremadamente sutil, que es la consciencia que derrama la dulzura de la bienaventuranza eterna y que supera en hermosura a masas de relámpagos; Aquélla mediante cuya luz es iluminada toda la esfera visible del Universo, es aquella Paramesvarí Kulakundaliní, que es el conocimiento eterno, y la Ishvarí de todos."

Los Sádhakas entenderán ahora que Kulakundaliní tiene dos aspectos, a saber: una forma Sthúla o burda, con atributos, en la que, como el zumbido de un móvil enjambre de abejas negras, Ella pronuncia indistintamente las cincuenta letras, y una forma Súkshma o sutil, que es sin atributos y es existencia, consciencia y bienaventuranza(Satchitananda). La forma Sthúla que aparece en diferentes aspectos como distintos Devatás, es la Devatá que preside todos los Mantras; y la forma Súkshma es la Devatá única hacia la que se dirige la adoración de todos los Sádhakas. Por esta razón, no se abre la puerta del templo de la Madre del Mundo mientras no se despierte la serpiente que duerme en el lecho de Svayambhu; el Siddhi y el Mantra no se ganan mientras no se despierte el Mantra. Buscamos establecer que Sabda (el sonido), que es la manifestación de Dhvani, no es sino una manifestación de la Sakti de la consciencia misma, y Sabda está presente eternamente, lleno de brillo, en el reluciente cuerpo eterno de la Madre del Mundo. Porque durante la creación se manifieste como la propiedad del Akása, no ha de inferirse que es creado con la creación del Akása, desaparece con la disolución de éste.

Además, los que creen que el Akása es una cosa permanente no podrán tener fundamento como para objetar ésta enseñanza. Por más que difieran muchas opiniones, es seguro que el Veda que consiste en Mantras está formado por Dhvani y Varna juntos. Por esta razón, atraída por el Yoga del Samádhi de Brahmá, Brahmamayí apareció en el corazón de Éste como Veda, que es el Sabdabrahman, y para instilarle la noción del procedimiento de la creación, salió de las fosas nasales de Él. La frase "Brahmá es el autor del Veda" significa que Brahmá es el autor de la aparición del Veda en el sentido de que un Jiva es el autor de la expiración y la inspiración de su aliento.

En verdad, el Veda existe eternamente como Sabdabrahman, y no es creado por Brahmá. Así, el Veda no es la creación de nadie. El efecto del Dhvani de Kulakundaliní en el cuerpo de Ishvara es el Veda, y el efecto del Dhvani de Kulakundaliní en el cuerpo de Jiva es Sabda.

En ese Sabda están todas las formas del Mantra, que es lo que da vitalidad al Jiva.

Según la ley natural, un gran Mantra se repite cuando la inspiración y la expiración, a través del movimiento circular del aire vital del Jiva, hacen girar la rueda del Dhvani.

A este Mantra se lo llama Ajapá-Mantra, y ello porque: o se repite naturalmente sin esfuerzo alguno de parte del Jiva, o no hay otro Japa de un Mantra que sea superior a éste. Este Ajapá es la vida completa de un Jiva. Por esta razón se dice: "Siendo Ajapá (quien no repite Mantra alguno) durante el Ajapá (la vida), no he hecho Japa de ningún Mantra ni he hecho ningún Tapas. Mi Ajapá (vida) está a punto de terminar, y sin embargo mi Ajapá (el estado del ser sin Japa) no termina". Tal como Brahmá cuando estaba en el loto del ombligo de Bhagaván pensó en los Kalpas anteriores, así un Jiva, cuando está en el vientre de su madre, piensa constantemente en sus vidas pasadas.

En ese tiempo, surgen en la mente del Jiva, olas de pensamiento profundo como: "¿Quién soy? ¿Dónde estuve? ¿De dónde vine? ¿De quién soy? ¿Quién es mío?", y demás. Estas olas de pensamiento se mezclan con la Pránasakti. Esa Pránasakti, a su vez, dentro de los dos Nádis Idá y Pingalá golpea una y otra vez contra el Kundalini Chakra debajo del fuego abdominal de los intestinos. Estimulada por esos golpes propinados, Ella, la dormida serpiente Kulakundaliní, suba entonces fuertemente. Las Mátrikás, o cincuenta letras del alfabeto, desde la A hasta la Ksha, son sólo el estado manifiesto de ese Dhvani sibilante. Es con la ayuda de estas letras que los pensamientos del Jiva en el vientre, relativos a las vidas pasadas, se reflejan en las olas del lenguaje; y entonces la mente del Jiva ve con ojos mentales y oye con oídos mentales. Durante el nacimiento, al romperse el vientre, se abren las puertas de todos los sentidos del Jiva, y entonces el Dhvani interno sale a través del pasaje de la garganta. Cuando el Jiva sentado en la oscura celda del vientre medita sobre su profunda historia pasada entonces, como en el caso del sueño, la mente es la única que trabaja y lo juzga todo.

La aparición de la consciencia en el Jiva no es sino la aparición de la eternamente existente Sakti del Dhvani en el hijo en el vientre, y que la Sakti vital del Jiva no es sino Dhvani en la forma del Ajapá-Mantra. A través de las impresiones adquiridas en nacimientos anteriores, un Jiva forma para sí mentalmente palabras mientras esté en el vientre. He aquí por qué el Sástra ha dicho:

"Entonces, el Jiva mismo piensa y habla en su mente". Este procedimiento mental inicial se manifiesta luego como llanto y demás, después del nacimiento. Incluso, el comienzo de tal llanto se produce mientras se está en el vientre. Al tiempo de nacer, el Jiva que está en el vientre se agita mucho. Al sentarse dentro del vientre, se sacuden repetidamente todos sus miembros. Una sensación de cansancio, que se esparce por todo el cuerpo, hace que el niño bostece. A cada momento se desvanece y exhala suspiros. Empapado en la profunda oscuridad del vientre, el Jiva, al descubrirse en semejante peligro terrible, anhela gritar. En ese tiempo se cumplen todos los procesos interiores necesarios para tal acto; sólo el proceso externo es el que se inicia después de nacer. Ese proceso es así: El estado extremadamente sutil una palabra se llama Pará, y sale del Múládhara. El estado menos sutil, cuando llega al corazón, se llama Pasyantí. El estado menos sutil que existe en conjunción con Buddhi se conoce como Madhyamá. Por último, está el estado burdo del sonido en el que éste sale de la garganta del Jiva, que ahora grita. Este estado se conoce como Vaikharí, y es en esta etapa y en este estado del sonido que el vagido del niño se vuelve claramente audible. Es por ello que la hilera de letras que existen (como sonido sutil) en el Sushumná del Jiva (no se producen) sino que meramente se manifiestan por medio de la presión externa del aire vital.

Aunque todas las letras existen en formas sutiles en el Dhvani perpetuo del Sushumná, empero no pueden salir al mismo tiempo que Kulakundaliní, cuya sustancia es la consciencia, efectúa Su aparición. Pues mientras el sendero por el que fluye la corriente del sonido desde el Múládhara hasta el orificio vocal no se divida, en ese lapso las letras no podrán manifestarse en formas distintas, porque esas partes del cuerpo son asientos de la manifestación de las letras.

En todos los casos, los Mantras son manifestaciones de la Misma Kulakundaliní: Aquella cuya sustancia es todas las letras y Dhvani, y que es el Paramátmá Mismo. Por tanto, la sustancia de todos los Mantras es la consciencia, aunque su aparición y expresión están en las palabras. Así como, no obstante la existencia de la consciencia en todas las cosas, aquélla no se manifiesta sin los procesos de la unión de la sangre y el semen y semejantes, de igual modo, aunque la sustancia de los Mantras es la consciencia, ésta no es perceptible sin la unión de la Sakti del Sádhaka, derivada del Sádhana con Mantrasakti.

De allí que se haya dicho en el Saradátilaka:

"Aunque Kulakundaliní, cuya sustancia es los Mantras, brilla refulgente como un relámpago en el Múládhara de todo Jívas, empero es sólo en los lotos de los corazones de los Yoguis que Ella Se revela y baila en Su propio júbilo. (En otros casos, aunque existiendo en forma sutil, Ello no Se revela.) Asumiendo la apariencia corporal de una serpiente enroscada, esa Deví se enrosca en torno del Svayambhu Sankara a la manera de las espirales de una caracola (en tres enroscaduras y media). Su sustancia es todos los Vedas, todos los Mantras, y Tattvas. Ella es toda buena, y la Paramesvarí extremadamente sutil y perceptible. Ella es la Madre de las tres formas de energía, y el Mismo Sabdabrahman".

Ahora bien, Sádhaka, recuerda el pasaje del Yoguini Tantra en el que se dice:

"Los Mantras son la prueba de la existencia de todos los Jívas son la energía de Brahman y el Bien Supremo"

"Los Mantras que consisten en energía están más allá de todo Máyá"

Pues a menos que el Mantra haya estado encima de Máyá, no habría sido posible que Mantrasakti destruyese el proceso de causa y efecto en el mundo. No ha de pensarse que un subordinado derrote mediante su propio poder a la persona a la cual está subordinado.

Por ello dícese asimismo: Todos los Mantras son destructores de Mayá. (Quien está enmarañado en Máyá jamás podrá cortar sus ligaduras.) Todos los Mantras son bienaventurados. Es decir, cuando Mantrasakti despierta, entonces se gozan todas las formas de bienaventuranza que pueden tenerse del logro de cualquier objeto del mundo. Y por esta razón se da un segundo adjetivo, diciéndose que los Mantras están llenos de la bienaventuranza de Brahmá. Es decir, nada hay en el mundo en lo que no exista Brahman, y no hay bienaventuranza que no se alcance en el logro de la bienaventuranza de Brahmá. Por ello, también se dijo:

Los Mantras están llenos de bienaventuranza plena. Es decir, Ella, que es el Mantra, es la existencia, la consciencia y la bienaventuranza, y el centro único de toda bienaventuranza en el universo. Por tanto, quienquiera que La alcance a través del Siddhi en el Mantra no carece de forma de bienaventuranza.

A este estado de bienaventuranza perfecta es al que se lo llama liberación durante el estado Jivaico.

Por esta razón, se aplica al Mantra otro adjetivo, que es, el Mantra es el bien supremo que es Brahma-nirvána —(es decir, la liberación-Kaivalya misma)—.

Los Mantras son todo Máya, todo Vidyá, todo Tapas, todo Siddhi. Así como el Brahman Mismo, aunque sin atributos, es el Señor de todos los atributos y todo atributos, de igual modo el Mantra, no obstante que está encima de todo Máyá, es el asiento de la manifestación de Máyá, y es todo Máyá. El Mantrasádhana es la gran causa que capacita a un Sádhaka para que opere prodigios por medio de Máyá. Con las palabras "el Mantra es todo Vidyá" se significa que el Mantra es la causa de las divisiones de Adyásakti en los aspectos de Mahávidyá, Siddhividyá, Upavidyá, Vidyá y demás, según las diferentes formas de Vidyá. Es en virtud del Mantra-Sádhana que los Sádhakas ven la manifestación de los diferentes aspectos de Ella.

De otro modo, los Mantras son Vidyá porque mediante Mantrasádhana se adquiere fácilmente las catorce formas de conocimiento mundano con sus sesenta y cuatro ramas, como asimismo el conocimiento de Brahma, que destruye todos los pecados. Los Mantras son todo Tapas, porque por su gracia se adquiere, sin someter el cuerpo a rigores, el mérito religioso, que de otro modo sólo se adquiere a través de austeridades físicas. Todos los Mantras son Siddhi, porque en el mundo no hay Siddhi que no pueda adquirirse mediante un Sádhana con Mantra. "Los Mantras son todas las formas de liberación. (Es decir, todas las formas de liberación conferidas por el Devatá que él adora, ya se trate de Sálokya, Sárúpya, Sárshti, Sáyujya o Nirvána, son accesibles mediante Mantrasádhana; pues el Mantra es la liberación. Quien desee verificar la hondura de un punto particular de un océano insondable deberá descender en ese punto. Así, un Sádhaka que desee una forma particular de liberación deberá alcanzar el Siddhi en un Sádhana adecuado para su adquisición. Así como el mar puede fácilmente proveer de su plenitud agua en cualquier cantidad, desde un mero balde lleno de ella hasta una gran masa como para inundar el universo, de igual modo el Mantra, que está repleto de liberación, puede conceder al Sádhaka cualquier forma de ella, desde el Siddhi más bajo hasta el Nirvána supremo. El Mantra es verdaderamente Brahman, quien es luz y liberación perpetua. Las diferencias de efecto que el Mantrasádhana produce se deben a las diferencias de tal Sádhana. Los Sádhakas podrán decir ahora si el Mantra, que está incambiado aún en el Nirvána, debe considerarse un sonido físico más mundano, o el Mismo Brahman como el cuarto estado de la consciencia. Los Mantras son todos Vedas. Un Sádhaka alcanza el Siddhi perfecto hasta en un solo Mantra, y se adueña fácilmente del conocimiento espiritual que se adquiere aprendiendo todos los Vedas, con todos los asuntos que se le relacionan; o puede celebrar, con su propio Mantra, todos los ritos que se cumplen con diferentes Mantras.

Los Mantras son todos mundos. Es decir, ante el deseo del Sádhaka, Mantrasakti puede llegar y operar en todos los catorce mundos, y, atravesando todas sus barreras, sumir al Sádhaka en Sí. En el Mantra están todos los goces. (Es decir, cualesquiera cosas que los Sádhakas gocen, son todas producidas por Mantrasakti; o en Mantrasakti sola los Sádhakas hallan todos los goces y toda la felicidad que otros obtienen de la esposa, los hijos y los demás objetos mundanos; y a través del influjo del intenso poder consumidor del universo perteneciente al Mantra, todos los goces se vuelven favorables al Siddhi.) Los Mantras son todos Sástras. (Es decir, luego de adquirir a Mantrasakti, no hay necesidad de conocer Sástra alguno.)

"Los Mantras son todas las formas del Yoga. (Es decir, no hay forma de Yoga que no pueda cumplirse mediante Mantra Sádhana.)""Oh Deví, mi vista fue paralizada por el poderoso esplendor de la de esta masa de Mantras y Sástras nacidos en cada pétalo del Loto de Tu corazón. Luego, me hundí en el mar de la inconsciencia, que es engaño. Al recobrarme de ese desmayo, vi nuevamente la masa de Mantras resplandecientes como el sol, como quien, impregnado de las profundas tinieblas de la noche contempla la brillante salida del sol por la mañana. Por la gracia de Mahákálí, la Deidad que preside todos los Mantras, he alcanzado el Siddhi, y me he vuelto versado en todos los Sástras."

La hilera de cincuenta letras, desde la A hasta la Ksha, que son las Mátriká, "es eterna, sin principio ni fin, y el mismo Brahman". Este gran aserto es la esencia de todos los Tantras. No sea que por error humano se pierda o deforme la pronunciación de cualquier letra, Vidhátá ha creado alfabetos, y los puso por escrito. Brihaspati dice: "Debido a que Jiva se inclina hacia el error antes de tener incluso seis meses de edad, Vidhátá ha creado todos los Aksharas, y los puso por escrito en su debido orden". Los Sádhakas deben entender que los Aksharas son creados por Vidhátá del mismo modo que los Vedas son creados por El. Vidhátá ha creado las formas de las letras escritas a semejanza de las formas que Mahesvara ve en el loto del corazón de Máhesvarí.

El hecho de que el Bindu, el Mátrá, y el Rekhá del alfabeto sean todos realmente Brahman está demostrado con claridad en lo que el Kámadhenu y otros Tantras dicen en cuanto a la identidad de las letras desde la A hasta la Ksha, con Brahmá, Vishnú, Mahesvara, Sakti, Súrya y Ganesha; y otros Devas y Devís son Devatás que presiden esas líneas y puntos. De hecho, la escritura que, en el uso corriente, conocemos como Akshara (alfabeto) no es sino el Yantra del imperecedero Akshara Brahman. Tal como en el Sádhana se usan, como Devatás, formas hechas de tierra o piedra, así al escribir se usan, como Aksharas, Yantras hechos de líneas. Cuando en virtud del Sádhana es despertada la Mantrasakti, el Devatá que preside todas las líneas de la resplandeciente forma lineal (una imagen) atraviesa esa forma, y luego, cuando ha sido adquirido el Siddhi en el Mantra, el Devatá del culto que preside todos los Mantras, considerado como un todo, y que es existencia, consciencia y bienaventuranza, complace a Sus devotos mediante la revelación de Su mismísimo Yo.

Al amanecer, los difusos rayos potentes del sol horadan la profunda y oscura noche, y lentamente son seguidos por el orbe mismo, como si fuera una masa de oro calentado que enrojece la cima del Monte de la alborada. Los Grandes Yoguis, que están inmersos en la oración del Sandhya, ven en el centro de esa esfera luminosa la bella forma del Súrya-deva, sentado en un loto rojo, plenamente florecido. Del mismo modo, ante la bendita aparición del amanecer de la gracia de Brahmamayi, la intensa del Mantra alborea en el corazón del Sádhaka, rasgando las tinieblas del engaño de la noche mortal de la ignorancia, y llena el universo entero con el amor jubiloso del Devatá supremo.

Luego, sucesivas compañías de Devas se muestran, sin que se los busque, en los pétalos del loto de mil pétalos del Sádhaka. Al concluir la plena exhibición del poder de Ella, Brahmasanátaní que es el Brahman perfecto y eterno, Se revela en la forma adorada por el Sádhaka en medio de un círculo de luz que se esparce sobre la asamblea de Devas y Devís. Inmerso en el gran mar de la autorrealización, que es el Kaivalya de La que es el Vaivalya mismo, el Sádhaka, en el goce del sueño de la bienaventuranza de Brahman, reposa en el lecho de la consciencia, en el seno de la gran Paz profunda. Esta es la naturaleza imperecedera de los Aksharas (letras). De hecho, Akshara, o Mantra escrito, es lo mismo que Devatá en imagen, o Yantra. Por la fuerza o por la falta de fuerza del Sádhana del Sádhaka, el Devatá aparece allí y desaparece de allí. Varna, Náda, Bindu, vocal y consonante de un Mantra denotan diferentes apariencias del Devatá. Por supuesto, esto lo saben los Sádhakas expertos en el conocimiento de los Mantras; pero como este asunto ha de aprenderse estrictamente sólo del Gurú. Ciertos aspectos o Vibhútis del Devatá son inherentes a ciertas letras, pero la Sakti perfecta sólo aparece en todo un Mantra, y no en cualquier letra separada. Por esta razón, no toda palabra o letra podrá ser un Mantra. Sólo el Mantra en el que la Devatá juguetea ha revelado uno de Sus aspectos particulares es capaz de revelar ese aspecto. De allí que, en el Sástra, al Mantra se lo llame el Mantra de ese particular aspecto. Bhagaván, el Gurú de todos los Mantras y Siddhis y creador de todas las cosas, ha dicho por tanto a Bhagavati: "Es cierto que la forma de un Devatá particular aparecerá del Mantra particular del que ese Devatá es la Deidad que preside, pues el cuerpo de un Devatá está formado del Bíjamantra"

Se ha dicho en el Kámadhenu Tantra: "Si un Sádhaka contempla con todo su poder a la Deví, según el Bija de los Devatás individuales, y a Prafulla y Káliká (Mantrasaktis particulares), entonces de ese Bíja mismo aparecen Sakti, Vishnú, Siva, Súrya y otros Devas. Del Bija se manifiesta el inmaculado Brahman Supremo.

¿Cómo podrá aparecer Harí o Sadásiva en el corazón de un Sádhaka sin la contemplación del Bija, pues la Deví eterna, que aparece como Bija, es la Generadora de incluso Sadásiva?" Todos los frutos del logro que son producidos por la enredadera del Sádhana de un Sádhaka dependen de la gran Mantrasakti que aparece en forma de Bíja, por tanto, el Sástra ha especificado las normas y mandamientos relativos a la siembra de este Bija, según el lugar, el tiempo y la persona. Mantravichará, Mantroddhára y demás son prescriptos a fin de que se verifique qué Mantra debe seleccionarse, y luego, al hacerse esto, en qué campo y según qué método debe sembrarse a fin de que tenga rápidamente buen fruto bajo la influencia especial del Devatá.

Con esta finalidad se hace referencia a temas como las constelaciones zodiaca1es, la estrella, los planetas, y los nodos ascendentes y descendentes de la luna, las conjunciones y demás, que existen como fuerzas que operan en el cuerpo del Sádhaka.

Se ha dicho en el Vishvasára Tantra: "Los sabios deben saber que los Mantras son de cuatro clases, según la naturaleza distintiva del Chakra, o sea: Siddha, Sádhya, Susiddha y Ari. De éstos, un Siddha Mantra, cuando se lo sometió al debido Sádhana, se convierte en Siddha a su debido tiempo. Un Sádhya Mantra se convierte en Siddha, después de largo tiempo, mediante Japa y Homa. Un Susiddha Mantra se convierte en Siddha en el momento en que es recibido del Gurú; pero su fruto aparece según el Sádhana del Sádhaka.

Un Ripu Mantra pone el hacha en la raíz del Siddhi". "Sabe que los Sádhyamantras son servidores, los Susiddhamantras son auxiliadores, y los Satrumantras son destructores. Los Mantras amigos se convierten en Siddha a través de Japa, según las normas establecidas en el Sástra. Los Sádhyamantras se convierten en Siddha, a través de mucho servicio. Los Mantras auxiliadores conceden los deseos, incluso sin mucho servicio, y los Mantras destructivos destruyen más seguramente al Sádhaka."

Esta es la regla general, pero en ciertas circunstancias especiales, que sólo deberán aprenderse del Gurú, no hay necesidad de juzgar la conveniencia de los Mantras.

Aquí, lo que los Sádhakas deben considerar en especial es que, aunque es el mismo el objeto de la del Ishtadevata, el Páta, el Stava, el Homa, el Dhyána, el Dhárana, el Samádhi u otro medio, y del Siddhi y el Sádhana con el Díkshámantra de uno, empero varía el quehacer real.

El fruto que un Sádhaka logra en diez años por medio de Púja, Páta, Stava y demás, puede obtenerse en un año, en un mes, en una semana o hasta en un solo día, por fuerza de un Mantrasádhana potente; pues en el caso de Púja, Stava, Dhyána, Dhárana y demás, sólo opera la Sádhanasakti del Sádhaka; mientras que en el caso del Sádhana con Mantra, Sádhanasakti actúa en conjunción con Mantrasakti.

Por razones de lugar, tiempo y persona, la Sádhanasakti de un Sádhaka puede ser, o a menudo es frecuentemente imperfecta, y se encuentra con obstáculos. Pero el poder invencible de Mantrasakti nunca podrá ser derrotado. El Mantra es potente por igual y en todo lugar, ya sea en los mundos Superior, Medio, e Inferior, o en el agua, en la tierra o en el espacio. A Mantrasakti no le preocupa la cuestión de si el propósito del Sádhaka es bueno o malo. El fuego incendiará una casa en el caso de un incendio intencional y malicioso de igual modo que aceptará en el Homa las ofrendas efectuadas en el pozo de los sacrificios, en nombre de los Devatás. Siempre que es invocada Mantrasakti, ya sea con el objeto de hacer un bien o un daño para el propio yo o para otra persona, esa obra se cumplirá con seguridad. Es el Sádhaka el que cosecha la consecuencia, ya sea en el Cielo o en el Infierno. Así como el fuego sólo se apaga tras consumir aquello para lo cual se lo puso, de igual modo Mantrasakti cesa de operar sólo cuando ha revelado plenamente su poder. La Sakti (Átmá) individual de un Sádhaka se parece al viento, y Mantrasakti al fuego, de modo que donde la Sakti individual del Sádhaka es débil, la Sakti Divina del Mantra puede hacerla grandísima. Tal como las ondas de aire, cuando las llamas las encienden y reencienden, fluyen con vigor y celeridad por el cielo, y, abanicadas por rápidas corrientes de aire, se inflaman con fuerza redoblada, de igual modo, cuando Mantrasakti enciende y reenciende a la Sakti individual del Sádhaka, ésta crece muy prestamente, y entonces una Sakti individual, fuerte y activa, se une con Mantrasakti para hacer a la última doblemente potente. Tal como con la ayuda de un soplo de viento se genera un fuego pequeño que luego, mediante los movimientos del aire que se le introduce, se vuelve tan grande que ilumina al mundo y al firmamento con su resplandor, así con la ayuda de una mera partícula de Sakti individual, Mantrasakti aparece en una forma muy pequeña, que luego, con el desarrollo de la Sakti individual antes casi inerte, se torna tan grande que ilumina el corazón del Jiva y penetra hasta a través del Brahmaloka. Es simplemente porque el Mantra posee este maravilloso poder que un Jiva puede cumplir lo que parece imposible; de otro modo, ¿cómo podría alguien esperar que un Jiva lograse por su propio esfuerzo el tesoro que es adorado por Siva? ¿Qué Sakti individual posee el Jiva en virtud de la cual pueda, sin la ayuda del Mantra, vencer a la Jivasakti y transformarla en la Daivísakti.

En el vasto campo del Samsára, y en la oscuridad que es demora en el logro del Siddhi, sólo el Mantra es la eterna luna llena otoñal que nunca se pone y nunca sale. Los rayos fríos, puros y brillantes de esta luna son la misericordia infinita de la Madre del mundo. Los piadosos Sádhakas y Sádhikás son los Cakoras y Cakoris, que siempre anhelan beber estos rayos. Esparciendo sus dos alas del conocimiento y la acción, se remontan sobre la región del Samsára hasta las máximas cimas del vasto firmamento del Sádhana, y allí, bailando de alegría, son bendecidos con el trago de néctar. Por ello, Sadánanda ha dicho a Anandamayí: "Nadie, salvo los Cakoras conocen la hermosura del brillo de la luna". (De modo parecido, nadie salvo los Sádhakas y Sádhikás conocen el néctar de Mantrasakti. La vista de esto hace siempre que la comunidad de cuervos infieles y tuertos se acurruque en sus secos nidos, cierre atemorizada sus ojos, y oculte sus cabezas.)

No puede hacerse público más de lo dicho sobre el tema de Mantrasakti, la enredadera que concede el fruto cuádruple al Sádhaka. Por tanto, aquí nos detenemos, tras haber meramente señalado sólo los principios de mayor importancia. El árbol entero se revelará cuando se muestren claramente sus ramas, ramitas, hojas y frutos.

El Tantra Sástra no es un sitio de recreo para los amantes de la comodidad y los sibaritas. Es la ermita de los bosques construida por el Yoga, de Quien es la gema cimera de los grandes Yoguis, y el Gurú de todas las cosas móviles e inmóviles.

¿Quién tiene el poder como para tocar, sin Su orden, una sola hoja o una sola flor perteneciente a este amoroso bosque, lleno de energía? Quien, con el loco pensamiento de confiar en los poderes de sus brazos, entre en este bosque sin la orden de Él, será seguramente calcinado por el terribilisimo fue del Señor de la Destrucción, como las moscas cuando caen en una llama, o Kandarpa cuando lo atraparon las fauces de la muerte. He aquí por qué, tras haber venido tan lejos, retrocedemos ahora temerosos.

En cuanto a lo que aún queda por explicar, nos inclinamos ante esos pies de Loto, que los devotos buscan así, y oramos con fervor para que, según lo que El Mismo ha dicho, aparezca en los corazones de todos los Gurús, y a través de ellos enseñe a sus discípulos ese aspecto de Él que es el Mantra.

OM