Emergiendo desde la
Atlántida al Santuario del Espíritu
Carta Nº 10
LA SED INSACIABLE
DEL DESEO
Existe un
antídoto de una sola palabra para la sed o el deseo: Sabiduría
VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
Una de las causas para muestras
dificultades en la vida es el deseo. El deseo es una incansable sed que nunca
termina. Debido a que todos nosotros deseamos ardientemente, de que estamos
hambrientos y sedientos de diversas experiencias y cosas diferentes,
continuamos sufriendo. No se trata de que tengamos que despojarnos de las cosas
que deseamos. Los objetos no son el problema. Es nuestro apego, nuestra
identificación con lo que anhelamos, lo que causa el sufrimiento. Por tanto no
son los objetos externos los que nos enredan. Es el aferrarnos internamente los
que nos dificulta.
Las personas malinterpretan
que se despojan del anhelo, nunca volverán a ser capaces de amar ni de vivir
con pasión. Lo que es cierto es justamente lo opuesto. Seguiremos manteniendo nuestros
deseos saludables, pero ya no están contaminados y mal dirigidos por una sed
insaciable.
Por tanto hay que aprender
a cultivar la bondad amorosa, la empatía y la integración. No debemos poseernos
el uno al otro y tampoco debemos volvernos
tan identificados o apegados a las cosas (ya sean personales,
pensamientos, sentimientos, profesiones, metas u objetos materiales) que nos
hagan perder la visión de la realidad, del relativismo de la naturaleza
cambiante de todo lo que es.
La sed insaciable al deseo
causan problemas vitales en nuestras vidas y hay que poner en mayúsculas lo que
causa el deseo y el apego. Hemos escuchado varias veces algún amigo cercano o
pariente decir “Deseaba tanto a esta persona que estaba a punto de perder la
cabeza”, o “Haría cualquier cosa por conseguir (COMPLETE LA FRASE) La cuestión es que con el deseo es que se
apodera del control de su mente y de su vida. Se hace el dueño. En su forma más
intensa, es semejante a estar poseído por un hechizo.
¿Cuántas horas al día dedicamos
a la actividad incansable de tratar de obtener lo que cree que desea conseguir?
¿En qué momento esas interminables horas llegan a convertirse en obsesión? ¿Qué
parte de su mente y de su tiempo invierte en fantasear acerca de las cosas que
desea? Resulta demasiado fácil utilizar la mayoría de las horas de nuestras
vidas para permanecer bajo la obsesión del romance, la carrera, el dinero, los
amores turbulentos, los pasatiempos, el sexo o el placer. Al igual que una nube
oscura, el deseo oscurece su naturaleza espiritual radiante y libre.
¿Es esta cultura la que
puede resistirse a una sed insaciable de placeres sensuales, de riquezas o de
poder? Existen tanta publicidad, tanta propaganda, tantos centros comerciales y
medios que capturan nuestra atención. ¿No se siente con frecuencia azotado por
las brisas de “las atracciones” que claman
por su atención? Diariamente nos llegan catálogos, la televisión, la
radio, los medios impresos y el mismo Internet
nos enseñan miles de objetos que al comienzo no deseamos, pero como son
alentados a llevar vidas fantasía, en las cuales invertimos permanentemente un
futuro incierto, aguardando con esperanza de
ser tomados y transportados por un salvador en un descapotable coche rojo.
Pero existe un antídoto de
una sola palabra para la sed o el deseo: Sabiduría. La sabiduría de la
libertad del deseo. Tenemos la capacidad de descubrir o redescubrir nuestra
sabiduría innata, nuestra conciencia, nuestro gozo interior, a través del
autocuestionamiento. La sabiduría es el medio para trascender el deseo y
transformar una existencia monótona y rutinaria en un precioso e inspirador
paseo por un jardín. Esa es la verdadera libertad.
Buda hablando a sus
discípulos les dijo: “Todo el que, en
este mundo, supere su deseo tan difícil de trascender, hallará que el
sufrimiento se va extinguiendo como las gotas de agua que caen desde una flor”.